Por Hugo Huberman*
El reclamo de abortar de una niña paraguaya tras ser violada no es un caso alejado de los reiterados femicidios registrados en Argentina. El silencio, las palabras vacías y los gobiernos que miran hacia otro lado son las constantes.
El tiempo vuela, las informaciones aun más. El bombardeo fatídico de cifras (Argentina, sin ellas) de caras, de gestos, de actitudes, de silencios concretos son palpables si uno conoce de dónde venimos y cómo llegamos hasta aquí. ¿La niña de 10 años en Paraguay violada e impedida del acceso a su derecho de tener cuerpo propio en qué se diferencia de la joven de Rufino, también embarazada y asesinada, después sabremos por quién?
Se repite el morbo de entrevistas a familiares, pero no se dice nada de su embarazo y si tuvo alguna incidencia en su muerte. Silencio en la noche, y en el día, agregó yo. El músculo duerme, la pasión descansa.
El mismo silencio que hoy rodea a Romina Tejerina, casi transplantada a la locura, después de haber sido violada, encarcelada y expulsada de su comunidad. El mismo silencio cómplice de toda Latinoamérica, en cuanto a derechos sexuales de niñas y jóvenes, inhibidas de ellos por las culturas que las nutren de mitos, creencias y estereotipos.
Ecuador abre cierto cofre de las sorpresas, extiende de 12 años a 16 años la edad para poder casarse de las niñas. Sí, leyeron bien, hasta esta extensión de derechos, las niñas ¿podían? casarse a los 12 años. Esto está que arde. En el medio, palabras y hechos
Hoy por hoy, arden las redes sociales progres de nuestro país, donde ‘discuten’ (palabra/acción sublime), según dicen, si los educados como masculinos en cuerpos notados como “masculinos” podemos participar del encuentro nacional de Mujeres. ¿Será el carnet necesario de progre antipatriarcal recibido y titulado?
En el mismo instante, mi casilla de mails confirma que concluyó la Conferencia Internacional “Las mujeres y la inclusión social: de Beijing a Post-2015”, un evento para fomentar la inclusión social de las mujeres en todo el mundo, organizado por ONU Mujeres, junto al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD y el gobierno argentino, en conmemoración del 20º aniversario de la Plataforma de Acción de Beijing. Dicho plan fue creado por representantes de 189 gobiernos y 30.000 activistas para promover “el empoderamiento de todas las mujeres, en todas partes” y acabar con la desigualdad de género.
Consulta técnica de palabras, no de silencios: ¿se puede empoderar y acabar la desigualdad de género en un mar de derechos negados históricamente? Teléfono para el Consejo Nacional de las Mujeres, co-organizador del sagrado evento.
Hablar de derechos sexuales no es hablar de derechos reproductivos, es poner en juego qué es lo primero, si el huevo o la gallina. A veces, ante tanta palabra/omisión me pierdo yo también. A mí me enseñaron que los derechos humanos son integrales, no jerárquicos, interdependientes. Parece que no aprendí, deberé repetir ‘mi mamá me mima’ millones de veces.
Silencios cómplices, verdugos cada día más palpables y dolorosos, cada día más costosos de vidas ajenas. Las voces huecas no se callan, los derechos sí. Son los silencios de las mismas de siempre: niñas y jóvenes con cuerpos vedados de derechos y derechos sin cuerpos.
Memoria. El Ministerio de Salud de Entre Ríos con-validó que la niña de 12 años podía parir porque “estaba sanita”.
Carlos Zárate, ministro de la Niñez y Adolescencia paraguayo, intenta explicar: “La prevención es la clave para luchar contra estas situaciones que mucho daño hacen a nuestros niños y es necesario aumentar las penas para que los abusos ya sean catalogados crímenes y no sólo delitos. Además, que no se les permita medidas sustitutivas a la privación de la libertad. Estamos trabajando con el Ministerio de Justicia en ese aspecto”, sostuvo en una nota para ABC Color. La sexualidad de niñas jóvenes y mujeres sigue siendo temas de otros y otras, funcionarios y funcionarias, expertos y expertas; palabras que esconden lo que es, palabras que disimulan el riesgo que representa al sacarlas de sus silencios.
Las violencias continuas que los educados como hombres ejercemos siguen estando a la orden del día. En realidad, la buena pregunta sería qué hicimos todos y todas para cambiar estas complicidades perennes, para que las voces surjan, los derechos se amplíen.
Las desconocidas de siempre están en su lugar. Los silencios y las muertes, también. No hay nada nuevo bajo el sol. ¿Vos te animás a saltar el cerco de esta realidad y hacer –no decir- con otros y otras algo diferente?
*Coordinador de la Campana Lazo Blanco de Argentina