El lunes 2 diciembre es la fecha límite para el desalojo del Hotel Bauen, que se encuentra clausurado desde mediados de noviembre. Dentro del hotel funcionan 5 cooperativas que generan trabajo para cerca de 200 personas y que ponen el cuerpo todos los días para mantener en funcionamiento esta histórica empresa recuperada.
Por Ignacio Marchini | Fotos de Nadia Lorena González Villaroel
El Hotel Bauen es un emblema de la economía popular. No sólo como ejemplo de un proyecto autogestivo sustentable, sino también como foco de reunión de movimientos sociales, políticos y comunitarios en los últimos años. La amenaza de desalojo, que existe desde que la cooperativa se conformó hace 17 años, parece más cerca que nunca de concretarse, ahora que la Cámara Comercial rechazó el recurso de queja de las y los trabajadores del hotel y dejó firme la sentencia de primera instancia de 2007, quedando como fecha límite para el desalojo el próximo lunes 2 de diciembre. En 2016, Mauricio Macri se encargó, al poco tiempo de asumir, de vetar una ley aprobada en el Congreso para la expropiación del inmueble.
El Bauen fue abandonado por la empresa Solari S.A. en 2001, que le vendió el inmueble a Mercoteles S.A., empresas que pertenecían al mismo grupo económico de la familia Iurcovich. Los y las trabajadoras del Bauen no quieren quedarse con el inmueble, el cual consideran que es propiedad del Estado debido a los créditos otorgados que nunca se pagaron, cuando se construyó hace 40 años. Lo que quieren es poder seguir trabajando.
Actualmente, en el edificio no sólo funciona el hotel sino otras 4 cooperativas que se han agrupado y que “generan puestos de trabajo para cerca de 200 personas, sin contar los proveedores”, explicó el miembro fundador Horacio Lalli en diálogo con Marcha. La cooperativa que administra el hotel, junto con los medios autogestivos La Garganta poderosa y Revista Cítrica, un almacén de agricultura familiar del Movimiento Popular La Dignidad y el proyecto teatral El Descubridor, conforman un complejo cooperativo donde se tejen no solo vínculos económicos, sino también políticos y de solidaridad. Para Mariana, de Revista Cítrica, “es un espacio muy importante para todos los espacios autogestivos, es un emblema de la resistencia. Nos abrieron las puertas y nos dieron la posibilidad de tener una redacción. Este espacio también es nuestro y tenemos que apoyarnos”.
Este espacio histórico, anclado en el centro de Buenos Aires, “es un hotel muy comprometido con las luchas sociales. Se han reunido organizaciones sindicales, sociales y culturales a lo largo de todos estos años”, agregó Lalli. Uno de esos espacios es el proyecto artístico El Descubridor, que surgió como escuela de teatro en el año 2009 y que en diciembre de 2018 se mudó a la sala del subsuelo del imponente edificio de Callo y Corrientes. “A partir de mudarnos acá surgió la idea de gestionar la sala de teatro que tiene capacidad para 70 personas. El auditorio tiene capacidad para 280, queremos tener las dos salas funcionando”, contaron Nacho y Manuel, integrantes del colectivo teatral. Para ellos, no solo es un espacio laboral, sino “un lugar de encuentro con organizaciones que discuten el modelo económico hegemónico”.
Otro de los proyectos que funcionan en el hotel es el almacén de agricultura familiar del Movimiento Popular La Dignidad. Natalia, trabajadora de la cooperativa, explicó que además de los puestos de trabajo que genera, “vendemos productos de cooperativas de todo el país, reforzando el vínculo entre el productor y el consumidor, sin intermediarios. Son productos libres de agrotoxicos y más saludables. No llegan a los supermercados, son productos de las pymes, de empresas recuperadas, de productores independientes. Somos una herramienta para ofrecer productos saludable a un precio justo”.
Los y las trabajadoras del Bauen y de todas las cooperativas corren el riesgo de perder sus fuentes de trabajo y de perder un inmueble que pusieron en funcionamiento con sus propias manos después del vaciamiento de la empresa dueña hace 18 años, además de la enorme pérdida simbólica que representaría para todo el arco de la economía popular y los movimientos sociales. Desde el complejo cooperativo están organizando una cena solidaria para mañana, viernes 29 de noviembre, con el respaldo de organizaciones sociales, sindicales y de derechos humanos. Tienen la expectativa que el cambio de gobierno permita un panorama más favorable y una resolución, en favor de los y las trabajadoras, a este conflicto que lleva casi 20 años.