Por Cezary Novek
Una lectura de Heroína. La guerra gaucha, de Nicolás Correa.
Un pibe se enlista como voluntario para ir a pelear por la patria. Otro, lo sigue por amor. La guerra los transforma y quienes regresan ya no son los mismos. En el caso del segundo, quien es protagonista y voz narradora, la transformación es absoluta: de paria a diva, la Heroína es una sobreviviente de todo.
Un coito iniciático en la parte de atrás de un utilitario con libros le abre las puertas de la literatura y es así cómo la narradora dialoga con la tradición: contándonos su propia versión de “lo que debe haber pasado”. Ecos de Puig retumban en su relato, pero también están Echeverría (en versión cover), Lugones, Fogwill, Gamerro.
Heroína. La guerra gaucha (Kintsugi Editora, 2018) es un texto en el que la trama importa menos que el timbre y la entonación del/la rapsoda. Un poema épico del conurbano (de la capital y del mundo) en donde la digresión aporta espesor y las muletillas, carácter. La protagonista no sólo es veterana de la guerra sino también de la vida, en donde ayuda a otras personas que buscan iniciarse en el camino del amor o de la magia. O ambas. Es un personaje secundario de otra novela anterior del autor –Súcubo, una historia sobre exorcismos en la cárcel–, sólo que aquí el terror da paso a la sordidez, el humor y la tragedia de la vida real. No importa la guerra ni la homosexualidad, importa la transformación. El bautismo de fuego. Heroína se construye a sí misma a la vez que deconstruye la idea de nacionalismo, de argentinidad a través de la metáfora de la cautiva. La tensión de la imaginería popular entre lo puto y lo macho es utilizada para plantear la misma obsolescencia de esas categorías, de esas ideas sobre patriotismo, masculinidad, tradición.
El mismo título de la novela incluye el rasgo de la doble marginalidad del personaje, por ser un “loquito de la guerra” y un “puto pobre”. Y a su vez tiene la connotación con la droga. La voz que narra se evade con las historias románticas de las telenovelas de las dos de la tarde como una manera de escapar de ese lugar sucio y sórdido que es el propio origen: la familia, el barrio, el propio cuerpo. Heroína es todo eso pero es también una historia atrapante, fácil de leer, llena de anécdotas deliciosas y pequeñas acotaciones que enriquecen ese personaje entrañable que construye Correa: un divertido y original monumento al soldado desconocido.
Nicolás Correa
(Morón, 1983). Publicó los libros de cuentos Made in China (2007), Engranajes de sangre (2008), Prisiones terrestres (2010), 83 (2013), Rosas Gamara (2015); las novelas Súcubo. La Trinidad de la Antigua Serpiente 2013) y su secuela, Íncubo (2015); y los poemarios Virgencita de los muertos (2012 y 2018), El camino de la siesta (2015) y Canción de invierno recitada por el hombre del volcán (2016). Participó en diversas antologías nacionales e internacionales. Dirige la colección de poesía de la editorial Alto Pogo.