Por Mario Hernández. Los trabajadores y trabajadoras de “La Toma”, el supermercado en Rosario que ya lleva trece años de conflicto, realizaron un acto la semana pasada para reivindicar y actualizar el reclamo de trabajo digno.
Los trabajadores mercantiles del ex supermercado Tigre de Rosario organizados en la Comisión Gremial autogestiva “La Toma”, realizaron un acto el pasado sábado 13 de septiembre para conmemorar los trece años de conflicto laboral en la defensa de los puestos de trabajo.
Soportando la permanente amenaza y agresión de las patronales supermercadistas de Rosario (dueñas de los grandes emprendimientos del negocio inmobiliario y de la construcción) y un sector del Poder Judicial que actúa como cómplice, los trabajadores han logrado resistir estos ataques poniendo el lugar a disposición del conjunto de las organizaciones obreras y populares.
Precisamente por ello, estuvieron presentes y mandaron su adhesión un vasto y amplio número de organizaciones que se encontraron a compartir un acto de reafirmación y ratificación de la lucha contra cualquier orden de desalojo o el procesamiento de un dirigente.
En nombre de los trabajadores de La Toma se dirigió a quienes estaban presentes Carlos Ghioldi, procesado con diversas causas penales surgidas de éste y otros conflictos obreros, quien planteó una breve reseña de las políticas gremiales aplicadas a lo largo de estos años. Reflexionó sobre los aprendizajes de esta lucha, el valor de la democracia sindical, de la indispensable unidad de acción, sobre el desafío que implica mantener un firme rumbo de lucha inclaudicable fomentando la más amplia convergencia entre quienes en otras instancias o ámbitos opinan de manera muy diferente, encontrando el punto de unidad que permita la movilización a favor de los intereses de las y los trabajadores.
Para finalizar el acto en medio del entusiasmo militante, artistas populares como Isabel Puebla, la murga La Cotorra y otros, acompañaron con su arte a los centenares de compañeros que se movilizaron solidariamente con esta emblemática lucha que ya lleva 13 años.
Marcha dialogó con Carlos Ghioldi procesado por su compromiso con la lucha gremial.
-Hace un rato recordaba a los ocho militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) asesinados en La Plata por la Triple A un 5 de setiembre de 1975, y a vos te conocí cinco años después y una noche me invitaste a tu casa y estaba alguno de estos músicos hoy famosos.
-Es posible, porque tocábamos música con Adrián Abonisio y el “Topo” Carbone y seguramente estaban dando vueltas por mi casa. Yo era más pibe que ellos, pero tocábamos juntos, compartíamos la música en la pieza de adelante, donde estaba el piano.
-Lo tengo muy presente a pesar que han pasado 34 años y recuerdo que militantes obreros habían caído presos y tuvimos que sacar a los universitarios de la provincia y quedaste prácticamente solo. Detrás de Carlos Ghioldi hay una trayectoria política y sindical de muchos años, se te conoce más por La Toma, pero tu militancia no comenzó allí, sino mucho antes.
-Efectivamente, un acto popular reafirmando nuestra voluntad de lucha y resistencia porque no solo ocupamos el lugar donde funcionaba el Supermercado Tigre hace trece años, sino que venimos enfrentando una persecución judicial y patronal despiadada. No somos los únicos, también está el caso de los trabajadores del Bauen a quienes se les vence el plazo judicial para intentar desalojarlos y el de IMPA, entre otros. Ya hace algunos años que hay una clara tendencia a tratar de borrar de la memoria esta experiencia de los trabajadores ocupando empresas y poniéndolas en funcionamiento. En ese marco está la situación particular de persecución contra nosotros y por eso nos parece que tenemos que hacer un gran acto de defensa de estos lugares, de conmemoración de esta lucha y saber prepararse para seguir adelante e incluso mantener viva en el movimiento obrero esta conquista que tenemos los trabajadores de ocupar las empresas.
-Hace un rato también hacía referencia a la situación de los trabajadores de Donnelley que se movilizaron a las puertas del Instituto Nacional de Economía Social (INAES) para que les reconozcan la cooperativa que han organizado en reemplazo de la patronal. La Presidenta de la Nación vinculó a la empresa con los “fondos buitres” señalando que el cierre de la fábrica había sido una provocación que buscaba instalar zozobra en la sociedad. Los trabajadores han conformado la cooperativa Madygraf y están buscando su reconocimiento.
-Esta situación se inscribe dentro de lo que hemos charlado muchas veces. Nosotros opinamos que esta medida de los trabajadores ocupando lugares de producción y poniéndolos en funcionamiento sin patrón, es una conquista, una adquisición del movimiento obrero y como tal tenemos que defenderla.
Hay sectores del poder estatal, especialmente el judicial, el económico también, que en muchos casos no ha permitido que estas experiencias se desarrollen o lo ha permitido a regañadientes porque no acepta el cuestionamiento al principio de la propiedad privada. Toda nuestra solidaridad con los compañeros de Donnelley, del Bauen y también la pedimos para nosotros.
Es un proceso de lucha donde nuestro lugar no es solo un espacio para preservar nuestros puestos de trabajo, sino para la organización y la lucha al servicio de las organizaciones populares, un lugar para su encuentro y para que puedan funcionar, para de esa manera poder hacer una resistencia mucho más firme y sólida ante los embates desde los sectores del poder.
-También hacía referencia a la situación de Textil San Justo porque la Legislatura santafesina votó la expropiación a favor de los trabajadores y la del restaurant Alé-Alé que finalmente ha logrado instalarse el pasado 1º de setiembre en su nuevo local de Cabrera 3270.
-Son claroscuros. Lo mismo sucede en Rosario. Muchas se han instalado e inclusive el Poder judicial ha favorecido su funcionamiento, pero en general vemos una tendencia de sectores de ese mismo Poder judicial que han actuado en contra. Han planteado la inconstitucionalidad de las leyes de expropiación, en nuestro caso, con un desalojo abierto a lo largo de 13 años.
La única forma de resistir a eso y mantener vivas estas experiencias radica en el grado de solidaridad que se logre generar en torno a estas unidades productivas, más allá que conquistemos espacios que por un tiempo queden institucionalizados y logren dar un avance definitivo.