El triunfo del candidato del Partido Popular (PP) Mariano Rajoy en las elecciones presidenciales que se llevaron adelante en España durante este domingo 20 de noviembre no sorprendió a nadie.
Todas las encuestas señalaban que Rajoy sí vencería en este, su tercer intento consecutivo de llegar a la Presidencia, después acumular dos derrotas ante José Luis Rodríguez Zapatero, el candidato del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
En un contexto electoral marcado por una abstención de un 28,30% (3 puntos más que las últimas elecciones) y por la duplicación del voto nulo (que alcanzó un 1,2%), el PP obtuvo diez millones de votos y 186 escaños al Congreso de los Diputados, que aumentan en 32 su representación parlamentaria y le permiten manejar más del 53% de la cámara, lo que le dará libertad de imponerse en la Legislatura, a pesar de haber logrado los votos del 44.6% del padron electoral.
Estos números tan contundentes no se reflejaron ni en la cara ni en el tono de voz con los que Rajoy pronunció su discurso luego de conocerse los resultados oficiales. Con cara seria y un tono poco entusiasta se dirigió al país que gobernará próximamente para plantear la necesidad de “recuperar el orgullo de ser españoles”.
El eje central de su discurso fue la situación crítica que vive España por los embates de la crisis. “Estamos ante una hora decisiva de España, ante uno de esos cruces de caminos que van a determinar el futuro de nuestro gran país” agregó Rajoy para luego señalar que le tocará gobernar en la peor coyuntura que ha vivido el país en los últimos 30 años.
Sin dudas, el gran perdedor fue el PSOE, quien tuvo que pagar por su pésima gestión política y económica de los últimos 8 años con la peor elección de su historia. Obtuvo 110 puestos en el Parlamento, lo que implica reducción de 59 escaños y de casi 5 millones de votos respecto de los comicios generales de 2008.
Apenas conocido el resultado, Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato presidencial del PSOE, reconoció su derrota e instó a Zapatero, secretario general del partido, a que convoque lo antes posible un Congreso ordinario del PSOE.
La debacle era predecible, siendo que el Zapatero deja un país con una grave crisis económica, con casi cinco millones de desempleados, sin crecimiento y con una deuda sometida a grandes presiones en los mercados financieros.
Resultados a la izquierda
Por el otro lado de las elecciones, la alianza Izquierda Unida (IU) logró elevar su representación parlamentaria de 2 escaños a 11, con el 6,96 % de los votos (casi el doble que en las elecciones de 2008). IU se consilida así como tercera fuerza en todo el territorio español.
Cayo Lara, dirigente y candidato de IU, se mostró muy complacido por los resultados y afirmó que el grupo parlamentario trabajará para “rescatar la democracia” y para ser la voz de la calle en el Parlamento.
Sin embargo, desde la izquierda critican el sistema electoral que beneficia al bipartidismo. El diputado electo José Luis Centella, del Partido Comunista de España, integrante de IU, explicó que con un sistema verdaderamente democrático les “corresponderían 25 diputados, es decir 14 diputados más que nos han robado otros partidos”.
El actual sistema D’Hondt reparte los escaños por ponderación y no derivándolos directamente del porcentaje de votos.
También la coalición de izquierda vasca Amiur, obtuvo un gran resultado, al obtener 7 escaños y 330 mil votos.
Iñaki Antigüedad, dirigente independentista de Amaiur, y ahora diputado vasco al Parlamento, le advirtió al nuevo presidente español Rajoy que tome nota de los resultados obtenidos por su coalición en el País Vasco. Se trata del mejor resultado electoral del independentismo vasco en comicios generales y significa el regreso al Parlamento después de 15 años de ausencia.
Además del crecimiento de la izquierda partidaria, que tendrá mayor fuerza y poder de maniobra en el Parlamento, la otra fuerte oposición que deberá enfrentar el nuevo gobierno es el movimiento 15M, que se mantiene en la calle y que no parece estar dispuesto a moverse de allí.
Rajoy fue una de las voces que más insistentemente pidió represión contra los acampes de indignados y el reciente resultado electoral pudiera implicar un nuevo impulso para un movimiento que ahora deberá enfrentar directamente a un partido con muy poco de popular y mucho de liberal.
El ahijado de Aznar
Mariano Rajoy entró a la política de la mano de la Alianza Popular, partido de derecha fundado por el ex ministro franquista Manuel Fraga Iribarne que se transformará luego en el PP. Más tarde, Rajoy se convertirá en el hombre de confianza de José María Aznar, presidente entre 1996 y 2004, abanderado de las políticas neoliberales y fuerte aliado de la Casa Blanca.
Durante ese período, fue ministro del Interior, ministro de la Presidencia y ministro de Educación y Cultura. Rajoy también fue quien puso la cara ante las críticas por la desastrosa gestión de la marea negra del petrolero “Prestige” en 2002 y por la entrada de España en la guerra de Irak en 2003.
Durante el gobierno de Zapatero, protestó contra la aprobación de la Ley de liberalización del aborto y ya ha anunciado que piensa modificarla. Si bien en su momento también se declaró contrario a la legislación sobre el matrimonio homosexual, aun no ha dicho que hará al respecto su nuevo gobierno.