Por Ricardo Frascara. Con la imagen fija de Agüero vistiendo la capa de Superman, el cronista pasa una pincelada abarcadora y cuenta su visión de los cinco minutos finales de Manchester City 3 Bayern Munich 2, por la Champions Cup.
La misma tarde, el mismo campeonato, el mismo lujo: el Kun Agüero y el Pulga Messi, artífices del milagro, tripleta de magos en la Champions. De alguna manera, Messi nos tiene acostumbrados a estas cosas fuera de serie. Todo el mundo sabe que está en un nivel más elevado que el del resto de las estrellas de la pelotita. Entonces yo elijo al Kun como el hombre del día.
Además lo vi, poco menos que saltando en el sillón de mi casa, y mi mujer gritando: “¡Ricardo, lo vas a hundir!” (al sillón, por supuesto).
Es que Agüero no sólo anotó tres golazos (incluyo al penal, porque fue un tiro perfecto para batir a un arquero extraordinario como el alemán Neuer), sino que lo hizo a costas de Bayern Munich que, aunque estaba disminuido en hombres, jugaba un gran partido. Y cuando Guardiola respiraba un tanto agitado relamiéndose ese triunfo espectacular en Manchester, jugando desde los 20 minutos del primer tiempo sin Benatia, expulsado, y yo empezaba a eslabonar mi nota a partir del juego milimétrico del Munich en la segunda etapa, apareció el Kun como un pájaro, como un halcón, allá arriba, sobrevolando a todos (porque no corría, volaba) y rompió el malabarismo de la gente del Pep, lo partió al medio, lo hizo trizas, fue en esos cinco minutos finales el jugador más inteligente, más veloz, más preciso de la Tierra.
Agotado en el sillón, vi en la pantalla una imagen inolvidable de las presentaciones de los films de Superman de mi niñez. Se me abrían los ojos así de grandes, y los sentidos ante aquel grito de “¡más rápido que una bala… más fuerte que una locomotora…!” Quisiera ver la repetición de eso dos goles con los que el argentino dio vuelta el resultado, para tomarle el tiempo, para medirle el ángulo de esos shots perfectos, para calcular la potencia de los impactos.
Kun dio una clase de fútbol positivo a lo largo de todo el partido, ganando, empatando, perdiendo y volviendo a empatar y a ganar. El martes creció en Manchester, armó su historia personal, consolidó su estilo frente al mejor equipo actual de Europa, el Bayern Munich de Pep Guardiola.
Pep es un tipo de analizar profundamente los partidos esa misma noche. Agarra papeles, lápices, laptop, pizarras, se mira al espejo para concentrarse y comprobar que sí, que es él, que ese día existió, que ese partido se jugó y que él lo perdió. ¿Cómo? ¿Por qué? Está más acostumbrado a ganar partidos que parecen perdidos que al revés. Está desvelado, porque mira toda su parafernalia y repite cincuenta veces la grabación de esos cinco minutos y sólo puede decir: “Mierda, este crío es superman”.