Por Cezary Novek
Reseña de Alguien con quien hablar, primer libro de Celina Abud.
Etimológicamente, la palabra “tríptico” proviene del griego “triptychos” y significa “plegado en tres”. La palabra surgió en la edad media y refería originalmente a una tableta de escritura romana antigua, conformada por dos paneles a los lados de un panel central. Fue un formato muy usado en la pintura flamenca entre los siglos XV y XVII, así como en la joyería hasta nuestros días. Básicamente, define un conjunto de tres obras articuladas en tres partes y que, por lo general, al plegarse sobre sí mismas, dejan ver otra obra. Es el tríptico el formato que eligió Celina Abud para su primer libro de narrativa, Alguien con quien hablar (Crack Up, 2017). Se trata de tres historias independientes entre sí pero que pueden leerse en conjunto como ensayos sobre el choque entre soledades.
El primer relato, ¿Hace cuánto que no nos vemos? Trata sobre una mujer, Florencia Allister, cuya voz nunca escuchamos pero que es recreada por el testimonio de otras personas que la conocieron. Agujas es el diálogo entre dos compañeros de estudios que están realizando una tesis en Comunicación Social. Uno de ellos tiene veinte y algo de años y el otro anda por la cuarentena. Las disgresiones teóricas se convierten en un ejercicio narrativo basado en el diálogo argumental sobre lo efímero y lo permanente. El último relato, que lleva el mismo título que el libro, mezcla lo biográfico con la ficción y cuenta la historia sobre una chica judía que comienza a pegar stickers de Hello Kitty sobre las esvásticas talladas con una llave en el interior de un ascensor del barrio de Once. Esta situación será el disparador de una búsqueda personal que la llevará a entrevistar a un rabino progresista y a un escritor obsesionado con el nazismo.
La mixtura de recursos narrativos que atraviesa las tres historias busca salir del relato convencional, como una manera de expresar la búsqueda de una narrativa pura, en la que el gusto por contar una historia trascienda el estilo, la temática o el género. Hay un juego con el lenguaje que es elegante y que tal vez tenga relación con la formación musical de Abud, ya que jamás distrae ni estorba lo que está relatando pese a cambiar de registros, voces y puntos de vista.
Se desprende del conjunto una tensión entre el adentro y el afuera, la incomunicación real con la ansiedad de transmitir sin filtros en la era de las redes sociales. El hilo conductor entre los tres relatos largos o nouvelles está tendido entre lo que queda y lo que se desvanece, lo trivial y lo elemental. El aburrimiento de los personajes que habitan un mundo muy parecido al nuestro, en el que cada individuo busca proyectar su contenido hacia los demás y hacerse escuchar termina ahogando su voz en un mar de monólogos para quedarse vacíos por dentro después de haberlo contado todo a la nada misma de la multitud anónima que es el otro. Los tres relatos del tríptico se articulan para ofrecernos una mirada sobre la vida contemporánea de los adolescentes tardíos, plagada de inquietudes sobre la información, el tiempo que se escurre, el dolor y el ruido que saturan los escasos momentos de silencio con una insoportable sensación de soledad que apenas se puede evadir transitando bares cuando cae la tarde.
Celina Abud
(Buenos Aires, 1978) Periodista egresada de TEA, escritora, cantante y compositora. Es redactora de salud en el diario Ámbito Financiero y también realiza entrevistas de fondo a escritores y perfiles de artistas para la web del mismo medio. Además, colabora regularmente en diferentes revistas y portales de la Argentina y de Latinoamérica. En 2016, su cuento “Llaves para un apóstol” obtuvo una mención en el Concurso Nacional Universo Hermanas Ocampo. Alguien con quien hablar es su primer libro.