Cristina Fernández cerró la Conferencia Anual de la Unión Industrial Argentina (UIA) con un discurso cargado de definiciones políticas y económicas. Tomó distancia tanto de las presiones corporativas empresariales como de las sindicales. Llamó a los industriales a reinvertir las ganancias en la producción.
En el mediodía de ayer, la presidenta Cristina Fernández pronunció un discurso en el cierre de la 17ma Conferencia Anual de la UIA. Como es su costumbre, brindó fuertes definiciones sobre distintos temas de la actualidad política y económica nacional e internacional. La acompañaron miembros del gobierno como Amado Boudou, Julio De Vido, Débora Giorgi, Oscar Parilli y Lino Barañao, así como el gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli y el titular de la UIA José de Mendiguren. Hugo Moyano, secretario general de la CGT, participó del evento pero, significativamente, no estuvo presente durante el discurso de la presidenta.
“Los políticos vamos a tener que decidir, yo ya he tomado la decisión hace rato. Respetar a los mercados, pero los que gobiernan son los que han sido elegidos por el voto popular”. Con esta frase, verdadero leit motiv programático del kirchnerismo, Cristina se delimitó de las presiones de sectores financieros activos en las últimas semanas tras los anuncios oficiales que dificultaron las operaciones cambiarias y remarcó la autonomía de la política, representante del conjunto de los argentinos, respecto de las presiones corporativas particulares de cada sector social.
Acerca de este punto polemizó tanto con los sindicatos como con los empresarios. Bajo la premisa de que “los empresarios, los trabajadores y el Estado” son los tres sectores fundamentales del país y que “han sido las claves del crecimiento de estos años”, se refirió al conflicto laboral y, si bien reivindicó el derecho de huelga, señaló que “últimamente se asiste a prácticas donde los conflictos no son entre la patronal y los sindicatos, sino por el encuadramiento. Esto no es conflicto laboral, esto es conflicto sindical”. Este señalamiento toca directamente a Moyano y al gremio de los camioneros, que tuvo múltiples conflictos por el encuadramiento, pero también es un respaldo al accionar estatal en Aerolíneas Argentinas, donde el Ministerio de Trabajo amenaza con avanzar sobre la personería gremial de los mecánicos de APTA por su negativa a acatar la conciliación obligatoria. Además, Cristina se refirió al proyecto de ley presentado por Héctor Recalde sobre la distribución de las ganancias empresariales y afirmó que “se tiene que decidir entre empresarios y trabajadores” y no por una imposición legal.
Por otro lado, también se explayó sobre el comportamiento de los empresarios y pidió que “esta partitura la toquen todos, empresarios, trabajadores, sindicatos y toda la República Argentina” y que lo hagan “desde la inteligencia, para seguir sosteniendo el mismo modelo”. Con la convicción de que los empresarios “son los que mueven la economía, unos pocos, no los jubilados de la mínima, no los millones de argentinos, sino los que atesoran billetes en portfolios”, cuestionó a las empresas que compraron dólares por los mismos valores de los préstamos a tasa negativa del Bicentenario y planteó que las utilidades sean reinvertidas en la Argentina. Explicó que gran cantidad de empresas logran una rentabilidad que está “por encima del estándar internacional”, y afirmó que eso no le “molesta” siempre que “no provoquen una situación de fuerte endeudamiento del resto de la sociedad”.
Tras este discurso pendular que remarca siempre la ubicación prescindente de un Estado representante del bien común, llamó la atención de la concurrencia que la presidenta mencionara la problemática de la inflación, habitualmente negada o ninguneada. “Ya no importa si son pequeñas, medianas o grandes empresas, hay que comenzar a hablar con sintonía fina de inversión, salarios, inflación, subsidios y utilidades”. Cristina precisamente afirmó que entramos en “una etapa de sintonía fina”, donde se debe “estudiar cada uno de los sectores bajo la lupa de la competitividad”. Pero aclaró que la competitividad es “con inclusión social”, y no “a costa de salarios, de pagar impuestos, o de subsidios”. Cristina transmitió a los empresarios que los trazos gruesos del modelo ya están establecidos y que no se pueden esperar grandes cambios, en un intento por fortalecer la confianza empresarial y estimular la inversión productiva. “Para mantener el modelo hay que seguir reinvirtiendo para ampliar la capacidad productiva”, afirmó. “El mercado interno nos permitió sortear la crisis y nos va a permitir tener un potente mercado intrazona en América del Sur. De allí van a venir las soluciones y no de ninguna otra parte”.
Finalmente, la presidenta se refirió al panorama de crisis de la economía mundial y remarcó que durante la reciente reunión del G-20 en Cannes (Francia) no escuchó “ni una sola nueva idea, ni adentro ni afuera”, ni tampoco “nadie que dé un marco teórico a lo que está pasando que permita decodificar hacia dónde vamos”. Reafirmó su definición de anarco capitalismo financiero y planteó que “el problema radica en que se trata de aplicar viejas ideas para resolver nuevos problemas”.
Fuente: Télam.