Por Mariano Pacheco. Nueva entrega de la colección Montoneros Silvestres.
Tenía 24 años cuando cayó combatiendo contra las fuerzas armadas en la localidad de Bernal, distrito de Quilmes. Cuando pretendieron capturarlo, aquel 17 de abril de 1976, Héctor Mario Taverna ejerció la resistencia hasta el último segundo de su vida. Su cuerpo fue abatido en la intersección de las calles Comodoro Rivadavia y Centenario. Resistió hasta último momento evitando que lo atraparan con vida, ya que ese era el peor escenario para alguien como él. Tito Taverna era entonces un reconocido cuadro montonero. Se había integrado a la organización luego de una intensa labor militante en la JTP de Quilmes. Como delegado de base en la fábrica en la cual trabajaba, La Bernalesa, y como activista de ese sindicalismo antiburocrático que había protagonizado las movilizaciones de junio y julio del año anterior, producto de las cuales surgieron en toda la Zona Sur las Coordinadoras de Gremios en Lucha. Por eso Tito estaba en la mira de las fuerzas represivas de la zona. Tras su muerte, su nombre será bandera de todas aquellas mujeres y hombres que, sin estar dispuestos a abandonar el país, continuaban resistiendo a la dictadura en el segundo cordón del Conurbano Bonaerense. O llegaban de otros sitios del país para sumarse a la resistencia en Zona Sur.
Tito Taverna se llamaba la sección de combate del Ejército Montonero de la denominada Zona Sur II, que abarcaba los distritos de Berazategui, Quilmes y Florencio Varela. La otra Sur, la N° I, comprendía los distritos de Avellaneda, Lanús y Lomas de Zamora. Así estaba dividida la Columna Sur de Montoneros, siguiendo la ruta de los dos grandes ramales de trenes.
Con los golpes asestados por la represión, los militantes montoneros se irán replegando cada vez más hacia la periferia. Así, si durante todo 1976 los pases se fueron dando desde Buenos Aires y La Plata hacia el conjunto de la Zona Sur, hacia fines de 1977 se irán replegando de la Sur I hacia la Sur II (como lo muestra el caso de Graciela Vicky Daleo). Allí, de todos modos, lo único que se mantenía en pie de la estructura era el Ejército (recordemos que, para entonces, Montoneros estaba organizado en Ejército y Partido, desde el cual se promocionaba, a su vez, el trabajo de masas a través de los frentes del Movimiento Peronista Montonero).
El responsable de la Sección Tito Taverna durante el primer semestre de 1977 había sido el Tata, asesinado en Quilmes el 30 de junio de 1977. El Tata era quien mantenía, a su vez, contacto con Alberto Camps, el responsable de toda la columna Sur, asesinado en agosto del mismo año. Desde entonces, y hasta octubre, asume la jefatura de la Sección Miguel Olmedo, el hermano del comandante de las FAR Carlos Olmedo. Pero tras algunas diferencias se retira, sin dejar a nadie en su lugar. Ya sin contactos con niveles superiores, primero Pocho (por unas breves semanas) y luego María, se harán cargo del mando de la Sección -y en parte- de toda la Columna. El resto de la estructura permanecía entonces alojada íntegramente en el exterior.
En el país, lo que sucede es que las caídas de los militantes se producen con cada vez mayor frecuencia, y el trabajo público se torna imposible. En ese contexto, los Pelotones de Combate del Ejército Montonero, los que quedan aún funcionando en el territorio, tienen capacidad de golpear al enemigo y preservar un mínimo de fuerzas organizadas, operando como “unidades guerrilleras autónomas”.
Siguiendo las directivas dejadas intentarán mantenerse activos para no dejar que la represión los borre del mapa. En eso estaban cuando se acercó una fecha clave para el peronismo.
El 14 de octubre, bajo el título “Motivo: propuestas de acción psicológica para el 17 de octubre”, una militante que se hace llamar Marta escribe a “Dere”, su responsable, las propuestas que ha elaborado de acuerdo al objetivo indicado por el Jefe de Sección: apoyar las acciones de los Pelotones de Combate. Los medios propuestos son dos: “caños falsos” y “llamadas telefónicas”.
Para el primer caso, Marta ha elaborado un “modelo de aviso”. A saber:
“Urgente. Detenga el tránsito de los trenes. Peligro.
El Ejército Montonero Zona Sur está colocando en estos momentos explosivos sobre las vías. Este es el único aviso al respecto. Ustedes deberán tomar las medidas necesarias para que no se produzcan accidentes ni víctimas.
La combativa fecha peronista del 17 de octubre encuentra a Montoneros firme en su decisión de luchar hasta vencer. El pueblo todo repudia a la dictadura militar que día a día, con la mayor indiferencia al hambre y la desocupación, se burla de sus derechos y lo atropella con una feroz represión, mientras entrega el país a los ladrones de su economía e incluso de sus territorios. El Ejército Montonero apoya la lucha de ese, su pueblo, por la Liberación de la Patria y la construcción de una Argentina Libre, Justa y Soberana”.
Para las llamadas telefónicas, con el fin de “crear un clima de intranquilidad”, Marta sugiere realizar llamadas a “familiares de empresarios, miembros de las FF.AA. y policiales, o bien concentradas sobre un barrio bacán”, con la consiga:
“Mañana es 17 de octubre, sea prudente no envíe los chicos a la escuela y aconseje a sus vecinos que no lo hagan. El Ejército Montonero está en la calle”.
Otra consigna sugerida es la siguiente:
“Averigüe qué está pasando en la ciudad (o barrio). Es 17 de octubre y los Montoneros no dejarán de estar presentes”.
Este tipo de llamadas, sugiere la militante encargada de redactar el informe, bien podrían complementarse con otras destinadas directamente a dependencias militares o policiales, en las que simplemente digan. “Montoneros. Venceremos”. Mensajes cortos -explica- cuyo único propósito es “intranquilizar” al personal subalterno que suele atender los teléfonos.