Segunda parte de la entrevista a Esperanza Martinez, ex Ministra de Salud de Paraguay. Nos cuenta sobre el proyecto del Frente Guazú y sobre la temática de género y su lugar en la política paraguaya.
¿Cuáles son los antecedentes que recuperan para el sistema público en cuestión de integralidad? Porque había críticas por la influencia cubana en el sistema de salud paraguayo…
La presencia de los equipos de salud para familia fue estigmatizada por un lado como una estrategia comunista. Por otro lado, que los equipos y los promotores de salud eran operadores políticos del gobierno. Esto se debe a que el sector médico en Paraguay viene de un sector muy conservador, y veían en riesgo ante una política pública que fuera eficiente, gratuita y percibida positivamente por la población ciudadana, el conflicto con la medicina privada.
Ese fue un comportamiento del sector médico: que lo público sea malo, que se espere, que no haya medicamentos ni insumos. Por lo que esas personas eran derivadas al sector privado para sostener la clientela. Eso ha producido una crisis entre ellos. En vez de disputar la mejora de salarios como la lucha real, se mantenían los bajos salarios, el pluriempleo, la rotación de los profesionales, en detrimento del sistema.
Una estigmatización realmente, porque para mí este gobierno ha sido realmente conservador. Hemos tenido un parlamento que no ha tocado el tema de las tierras mal habidas y no hubo reforma agraria en términos de solucionar el problema de los latifundios. El sector empresarial ha tenido un crecimiento desmesurado, no se ha aplicado el impuesto a la renta personal, no se ha hecho pagar impuesto a los sojeros. Aquí no hay ninguna medida socialista, lo que se ha hecho es invertir en programas sociales tratando de entregar políticas sociales para la gente, no de cambios estructurales.
Sin embargo hubo una campaña de terrorismo mediático sobre el chavismo, el bolivarismo, el socialismo del siglo 21, los comunistas. A tal punto que hoy yo siento una polarización social y una lucha de clases pero desde la derecha estigmatizando a la izquierda, con una posición fascista de discriminación y persecución. Hay una exacerbación en criminalizar al sector social de la izquierda y a las luchas populares.
¿Cuáles son sus propuestas a nivel general?
Soy parte de la alianza política que se llama Frente Guazú, que es una alianza de partidos, movimientos y sectores de izquierda que estamos trabajando una propuesta alternativa para volver a disputar el gobierno en el 2013. Hasta el momento soy una de las precandidatas a la presidencia de la república y fui la única ministra mujer.
Soy más que nada una militante de derechos humanos, una militante social, gremialista, y en este momento formo parte de Participación Ciudadana, partido dentro del Frente Guazú.
Estamos tratando de consolidar, desde la lógica de la participación social, un partido que logre una democracia más participativa y no solamente una democracia de representación, en un país donde este tema es uno de los pendientes a ser desarrollado. Venimos de 35 años de dictadura y 60 años de un solo partido en el gobierno. Y de otras historias de gobiernos autoritarios, como el del Dr. Francia, dos guerras fratricidas, y donde todavía hay mucho temor en lo que hace al tema de construcción de ciudadanía, de discusión, de disputa. Creo que esta es la primera etapa después de 60, 50 años donde por primera vez discutimos de manera ideológica en Paraguay.
Creo que lo único que podemos agradecerle al gobierno golpista es establecer claramente donde están las contradicciones, cuales son los proyectos y que defiende cada uno, porque por primera vez la ciudadanía empieza a verlo claro.
Yo espero realmente que desde este tercer espacio que estamos creando podamos alguna vez llevar adelante un gobierno socialista en serio, porque tengamos el poder y tengamos las propuestas y la oportunidad de implementarlas.
En este marco ¿Cuál es la realidad de la mujer en Paraguay?
Creo que ha habido un avance muy importante en el tema de género, pero todavía la brecha sigue siendo muy importante, sobre todo en el tema del campo político. Las mujeres han ido aumentando su participación, pero siempre desde espacios donde no se concentran los procesos de decisión. Entonces activan, militan, pero a la hora de decidir los candidatos, son todos hombres.
Yo fui la única mujer del gabinete de ministros del presidente Lugo, hay una sola gobernadora mujer en este momento de 18 gobernadores, dentro de las bancas de senadores y diputados las mujeres no alcanzan el 14%. Creo que ese es un espacio de disputa de las mujeres, y hay una necesidad de fortalecer y capacitar a las mujeres para que se animen a disputar estos espacios políticos.
Mientras las mujeres con opción feminista y opción socialista, no disputen esos espacios, no se van a generar políticas que impulsen la igualdad de género, porque hemos tenido mujeres defendiendo un modelo machista también. Entonces no solo que haya mujeres, sino que estas defiendan sus intereses.
¿Cuál es su posición en torno al aborto?
En el caso de Paraguay el aborto está penado por la ley. Lo que nosotros trabajamos es el trato humanizado hacia las mujeres, en situación posaborto, para que sean protegidas por la confidencialidad del médico tratante y no la criminalización de las mujeres. Es un tema muy polémico en una sociedad conservadora y no creo que pueda consensuarse a corto tiempo.
Lo que hay que hace es trabajar sobre la educación sexual en los jóvenes, trabajar la responsabilidad. Yo creo que nadie está a favor del aborto, se está a favor de que hombre y mujeres tengan la posibilidad de elegir sobre su sexualidad y sobre su paternidad de manera responsable y libre.
Para eso hay que crear condiciones sociales en la educación, en el acceso a los servicios de salud, en la posición laica del Estado para atender este problema que generalmente tiende a ser tratado como un problema religioso y no como una decisión personal. Todavía hay una dificultad para sostener un estado laico, ya que por mucho tiempo la iglesia formo parte del estado paraguayo y está todavía en la cultura ciudadana.
La implementación de una política pública posaborto trataría de educar a los médicos en términos de que sepan que tienen la opción de la confidencialidad de la paciente para tratarla y salvar su vida cuando eso este en riesgo, que es lo que suele suceder.