La amenaza de una posible llegada de la ultraderecha al poder presidencial de Argentina pateó el hormiguero de la micromilitancia. El gigantesco movimiento civil que parecía dormido fue creciendo al ritmo del cronograma electoral 2023. En el camino hacia al balotaje, el fenómeno adoptó una relevancia tan trascendental como inesperada que logró transformarse en un contundente apoyo al candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa.
Por Mauricio Polchi
Durante todo el proceso electoral, como sueltas y desparramadas al azar, diferentes personas de todo el país, de forma autónoma, independiente e inorgánica, lanzaron acciones espontaneas en el espacio público y se pusieron la campaña al hombro para impedir el aterrizaje del candidato de Javier Milei y el expresidente Mauricio Macri a la Casa Rosada. Las alarmas se encendieron después del sorpresivo shock de las PASO del 13 de agosto en las que Javier Milei, de La Libertad Avanza, fue el postulante más votado con el 29,86%.
De esa fecha en adelante, la micromilitancia copó la campaña desde abajo con la intención de concientizar a la población del peligro que representan las ideas de Milei y el quiebre institucional que significará un eventual gobierno de ultraderecha. De afiche en afiche y cartel en cartel, el cuchicheo popular y democrático parece haber llegado a los oídos de las y los argentinos antes de las generales del 22 de octubre, en las que Massa revirtió el resultado de las primarias, ganó con más del 36% y se metió en la segunda vuelta del 19 de noviembre.
Los operativos de los activistas, que combinan sutileza, creatividad y audacia, irrumpen de manera repentina en diferentes escenas de la vida cotidiana. Estas acciones de la sociedad civil, se retroalimentan en las redes sociales y sus réplicas generan un efecto contagio en otros actores. Los casos y ejemplos son infinitos ( algunos estremecedores ) y van desde los vecinos y las vecinas que dejaron un volante artesanal en la puerta de una casa cualquiera; a una sobreviviente de la Dictadura Militar que se animó a contar su historia en un vagón de la Línea A; pasando por las fans twisties que coparon los móviles televisivos; más los artistas que se pronunciaron durante sus conciertos; y hasta los veteranos de Malvinas que tuvieron que salir a hablar con los pasajeros en los colectivos para contrarrestar la ofensa a la soberanía nacional que provocaron los elogios de Javier Milei a la repudiable Margaret Tatcher.
Las y los micromilitantes, aunque no se conozcan entre sí y sean de diferentes zonas, edades y clases sociales, forman parte de un inédito movimiento político que fue creciendo en Argentina y provocó una monumental conversación pública con frases claras (“No a la vente libre de armas”), oraciones simples (“No a la libertad de los genocidas”), y hasta preguntas sutiles que sacuden el inconsciente colectivo (“¿Votarías a un hombre que está a favor de la venta de niños?”).
El universo de las “micromilitancias” se reproduce sobre dos terrenos puntuales: una vertiente vinculada a la fuerza ciudadana a partir de un proceso electoral; y la otra trinchera (que puede mantenerse en el tiempo y variar en sus definiciones y programas) relacionada con un compromiso político determinado. A partir del escenario balotaje que atraviesa el país, en esta oportunidad ambos fenómenos se fusionan y se potencian para alcanzar un objetivo común. O sea, el involucramiento se confecciona para captar votantes que permitan ganar una elección presidencial, y en paralelo se ejecuta para impedir el avance del fascismo.
Micromilitancia en el Subte:
Uno de los ejemplos que alcanzó mayor repercusión en los últimos días en redes sociales es el Ana Fernández, hija de víctimas de la última dictadura, quien narró su trágica historia personal a pasajeros de la Línea A de subterráneos.
Nieta de Esther Ballestrino de Careaga, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, Fernández contó que nació en Suecia en 1977 a causa de un exilio forzoso. “Por favor, por la democracia, no voten a Milei”, pidió.
Esther Ballestrino de Careaga, de Madres de Plaza de Mayo, fue arrojada al mar en uno de los vuelos de la muerte.
Otro caso es el de Ricardo Gené, médico neumólogo y docente de la UBA, quien a sus 79 años se subió a un vagón de la Línea E para manifestarse defensa de la educación y la salud pública.
A menos de una semana del balotaje entre el libertario y Sergio Massa, de Unión por la Patria, Elsa Lombardo, una víctima de la última dictadura cívico militar, recorrió el transporte público para generar consciencia sobre los riesgos de un gobierno negacionista y defender la bandera de “Nunca Más”.
Micromilitancia por Malvinas
Veteranos de Malvinas decidieron contar sus historias en los trenes para explicar quién fue Margaret Tatcher, exprimera ministra británica Margaret Thatcher, responsable del hundimiento del ARA General Belgrano en la Guerra de Malvinas.
A esa acción se sumó en las redes sociales el exfutbolista Sergio Goycochea, subcampeón mundial en Italia ‘90 e ídolo popular, al apuntar contra Javier Milei
Micromilitancia en el espacio público:
Profesionales de la salud, científicos, maestros, profesores universitarios, enfermos en tratamiento de alta complejidad se vuelcan por estos días a las calles, y se suman a la tarea democrática de vecinos y vecinas.