Por Facundo Malvicino. Primera parte de la entrevista a Omar Chianelli, referente de la Asamblea de Flores* y la Cooperativa de Viviendas 20 Flores. La problemática de la vivienda y el balance de las políticas en esta área desde la perspectiva de la organización.
Marcha entrevistó a Omar Chianelli, uno de los referentes de la Asamblea Barrial de Flores que desarrolla sus actividades en Gavilán y Avellaneda. En el espacio también se realizan actividades culturales, asociativas y comunitarias, destacándose el funcionamiento de la Cooperativa de Vivienda – 20 Flores.
-¿Cómo caracteriza la situación habitacional en la CABA? ¿Cómo se inserta la Cooperativa de Vivienda 20 Flores / Asamblea en el barrio de la Comuna 7?
La comuna 7 es muy heterogénea y puede dividirse en cuatro zonas. La zona norte se compone por clase media, media-alta; el centro y flores sur por clase media, media-baja; Parque Chacabuco por media-alta; y finalmente están los barrios de emergencia o villas, como la 11-14; Juan 23, etc.
Enla Asamblease atiende la problemática de un grupo de familias que vivían en la zona, cerca de las calles Avellaneda y Gavilán, compuesta por trabajadores en blanco o precarizados que vivían en hoteles, casas subalquiladas y casas ocupadas en la zona (norte).
-¿Cuándo comenzó el trabajo de la Asamblea en el barrio?
El problema de la vivienda es histórico. La Asamblease formó en el 2005 cuando hubo un problema importante por la fuerte suba de los alquileres de los hoteles que llegó hasta el doble. Por otro lado, el proyecto de la Clínicapara hacer una Obra Social para trabajadores que habían recuperado sus empresas no avanzaba y por lo tanto el proyecto cambió para darle solución habitacional a 35 familias en el espacio, destinando el sector de la Clínicapara vivienda transitoria, con la perspectiva de construir en el espacio una solución definitiva.
-¿Cuántas familias están siendo asistidas por la organización?
Hoy son un poco más de 50 familias. En lo que erala Clínicasiguen viviendo 35 familias, mientras estamos en un proceso de negociación para poder quedarnos legalmente con la casa de la calle Avellaneda en el marco de un acuerdo con el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) y el Juzgado. El espacio se destinaría a construir la vivienda definitiva.
-¿El problema fue creciendo o pudieron ir encontrando soluciones para las familias?
En realidad, las soluciones que se fueron dando fueron por las mejoras en las condiciones económicas generales, donde algunas familias pudieron encontrar un lugar donde vivir. Sin embargo, éstas fueron reemplazadas por otras. La situación no mejoró porque sigue siendo muy difícil acceder a la vivienda siendo trabajador. Hubo cierta rotación, considerando además que por una cuestión vegetativa hay cada vez más problemas de vivienda.
-Por lo tanto, las soluciones fueron menores a los problemas que se fueron generando, amén que no es responsabilidad de la Asamblea encontrar soluciones.
Claro, no podemos dar respuesta a todas las demandas que tenemos. Desde un comienzo tuvimos familias que se acercaban preguntando por el alquiler de un pieza, sin entender que en el espacio no se alquilaban las habitaciones (en todo caso lo que se recaudaba, montos menores, eran para “gastos de consorcio”).
De alguna manera las demandas de las familias se transferían haciala Cooperativaen vez de buscar soluciones conjuntas organizándose. El espacio se ocupó en el 2002 como Asamblea Barrial que buscaba hacer una actividad social en el barrio. En ese contexto se decidió ocupar el espacio a pesar de que se vulneraban algunas leyes para dar solución a necesidades más importantes. Luego entramos ala CTAy pusimos un cartel en la puerta que decía “Cooperativa de Vivienda”, a partir de lo cual, varias familias se acercaban y “reclamaban” una solución a sus necesidades, transfiriendo las demandas que debían realizar ante organismos públicos, como el IVC. El nuestro no es un espacio público, es un espacio comunitario con valores y normas internas de funcionamiento y participación. En los sectores más vulnerados hay una visión distorsionada de lo público y lo comunitario. Y cuesta mucho generar consciencia de organización. Esto lo vivimos desde un principio y nos obligó a delimitar nuestro campo de acción y definir una identidad de trabajo: no somos el Estado. A partir de las primeras experiencias con las personas en situación de calle, nos vimos en la necesidad de tomar la decisión de priorizar el trabajo con mujeres/hombres con chicos.
-¿Cómo ves la situación de calle hoy en relación a aquellos primeros años de trabajo?
Es difícil cuantificar. Cuando hicimos el ‘Frazadazo 2010’ se hablaba de 10 mil personas en situación de calle enla Ciudad, con el agravante del funcionamiento de la Unidad de Control del Espacio Público [NdeR: grupo parapolicial que desalojaba a personas sin hogar de las plazas y otros espacios públicos].
A pesar de la mejora económica el problema no se solucionó. Existe como un nicho estructural de pobreza y desempleo que la mejora económica no penetra: muchos de los trabajos que se crearon y sobre todo de los que se siguen creando, son de alta calificación y los de menos calificación están casi todos cubiertos o hay largas colas. Ante esta situación, quien pueda acreditar un domicilio en la Ciudad o el conurbano, tiene ventajas sobre las personas en situación de calle. Se mantuvo una marginalidad importante que en la Ciudad puede ser minoritario (pensando la relación 10 mil sobre 3 millones de habitantes). Pero este sector luego pasa a ser asistencializado y pasa a formar parte de un circuito de comedores, merenderos, etc. No existe una política activa desde el Estado para solucionar el problema y sacar a las personas de esta situación, sino que se crea todo un sistema que los mantiene en estas condiciones: comedores, subsidios, la parroquia que les da la ropa, etc. que forman parte de estrategias de supervivencia de las personas en situación de calle. Esto lleva a una especie de acostumbramiento a vivir en la calle, generando incluso una identidad que complica aún más las cosas: altos niveles de promiscuidad con los niños, nuevos códigos de relaciones y degradación social. Se generan liderazgos y situaciones de poder en las “ranchadas”, con sus propios códigos. Dentro de la ranchada sos alguien, fuera nadie.
Mientras tanto, el Estado no está teniendo una política de integración que además es un trabajo muy especializado. Pensá que hay personas que están desde los ’90 viviendo en la calle, hay gente que se crió en la calle.
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