Por Mauricio Polchi
Con una gran puesta en escena en el Jardín Botánico, el presidente electo, Mauricio Macri, presentó el gabinete que gobernará la Argentina desde el próximo 10 de diciembre.
Fue un montaje sin fisuras. Una puesta en escena tan fugaz como efectiva. Evidentemente, después del derrotero electoral del 2015, la vida pública y política modificó sus aspectos y comportamientos. Todo se preparó sobre un paisaje floreal y con los primeros rayos de sol penetrando entre las copas de los árboles. El pasado miércoles 2 de diciembre, en el Jardín Botánico, uno de los parques más armoniosos de la Ciudad de Buenos Aires, minutos después de las 9 de la mañana, y con esa postal bucólica detrás, el presidente electo Mauricio Macri presentó a los ministros de su gobierno. Con una buena dosis del marketing empresarial, el mensaje del cambio que se impone en estos nuevos tiempos es visual y virtual. Nada de discursos largos ni actos masivos o concurridos como los del kirchnerismo, cuando restan unos días para asumir, Macri ya adelanta los vectores que diseña para la comunicación de su gobierno. Reuniones abiertas, semanales, y rotativas.
En la cuidada escenografía, en total, eran dos hileras. En la de arriba, cinco varones de cada lado, separados por dos mujeres y dos hombres. Los protagonistas se posicionaron, parados o sentados, en estratégicos lugares. Como las marquesinas de las obras de teatro, las actuales autoridades del país, algunos completamente desconocidos, apelaron a los resortes del espectáculo para presentarse ante la sociedad. Lo hicieron con el mismo ejercicio de comunicación que entablan los clubes de fútbol antes de arrancar la temporada para mostrar las caras del plantel. Una construcción similar a la que utilizan los presidentes de los Estados Unidos.
Con una perspectiva de ambiente natural, y un atractivo fondo verde, las figuras lograron mostrarse felices, sonrientes, y darse el lujo de lucir ropa clara. Ese retrato discursivo fue perfectamente diseñado, con el objetivo de transmitir una miscelánea de calma, claridad y cierta relajación. Y también, esa señal propone liquidar cualquier teoría, que a partir de ahora, pretenda relacionar al poder con la tensión y la oscuridad. La suavidad de esta celebración campestre es la contracara del fervor y la pasión del ruidoso patio militante de Casa Rosada. Entre otras cosas, en el balotaje, se votó este cambio.
Los señores estaban vestidos con pantalón largo, saco desabrochado y camisa abierta. El único que se puso una corbata fue el responsable del área de Justicia, por eso de los abogados y las formas. Las damas, que eran cuatro, fueron con prendas iguales, dos coloridas y dos no. Si alguno piensa que esto es puro azar, debe comprender que no. Si bien la secuencia duró unos pocos segundos, por ahora, a esa foto ninguno le puso fecha de vencimiento.
La Vice
Debajo, en el centro, la fórmula presidencial compuesta por Mauricio Macri, con Gabriela Michetti a su derecha, quien lo acompañó en la boleta esta campaña, como en la primera vez que fue electo jefe de gobierno porteño. Entre ellos, en estos años, atravesaron varios cortocircuitos, como el reinante en el año 2015. “No voy a ser candidata a vice”, había amenazado Michetti hace unos meses, aunque después de perder en la interna del PRO con Horacio Rodríguez Larreta se desdijo. Para muchos, el michettista Guillermo Montenegro fue víctima de ese duelo. Por eso, en la repartija de cargos, al hombre de la seguridad macrista que creó la Policía Metropolitana, solo le dieron como premio consuelo la embajada en Uruguay. Con la designación de Martín Losteau en el mismo cargo, pero en Estados Unidos, Macri mató dos pájaros de un tiro. Por un lado colocó un economista clave en las inmediaciones de la Casa Blanca. Por otra parte, mandó a 9 mil kilómetros de Buenos Aires a su principal opositor electoral en el territorio porteño.
La Región
Después de la presentación formal ante la prensa Macri intercambió algunas opiniones con los periodistas, y a la mayoría de ellos los saludó por su nombre. Para algunos es un dato, para otros es un gesto. Sin embargo, el presidente soltó el micrófono ante una consulta de la corresponsal de Brasil sobre el pedido de sanción a Venezuela en el Mercosur. En la antesala de su viaje a tierras cariocas para reunirse con Dilma Rouseff, fue la futura canciller Susana Malcorra quién intervino para opinar sobre el tema y, principalmente, enfriarlo. Evidentemente hubo un cambio de estrategia diplomática. “Hay que evaluar múltiples herramientas, alternativas”, matizó Malcorra. Anoticiada sobre la resistencia manifestada por Rouseff para aplicarle como sanción a Caracas la clausula democrática, la ex directiva de IBM y Telecom prefirió la cautela. De todas formas, el daño ya estaba hecho y las señales ya fueron enviadas. El posicionamiento antichavista de Macri no fue un tropiezo ni un paso en falso. Fue una llamada al capital del Norte para ocupar el lugar vacante que dejó el colombiano Álvaro Uribe. El objetivo de su cruzada contra la revolución bolivariana se convirtió en un claro mensaje a Washington, al establishment y los organismos financieros internacionales.
El Marquitos
Mauricio Macri se fue a sentar y se pegó un susto tremendo. El traspié no paso desapercibido en la exposición de sus ministros. La silla se hundió en el césped y cuando se estaba por caer, apareció Marcos Peña y lo rescató del papelón. La secuencia, toda una metáfora de relación que los une a ambos. Macri posa, Peña explica. Macri habla, Peña corrige. El flamante y elogiado Jefe de Gabinete sabe que el destino le regaló una virtud, tener que diferenciarse de Aníbal Fernández. Y si corre un poco el retrovisor, más atrás en el tiempo aparecen el chaqueño Jorge Capitanich y el intrascendente Juan Abal Medina.
Así como algunos dirigentes más visibles de esta era empiezan a deslucirse o dan un paso al costado, por su propia naturaleza emergen otros. Hace una década, una generación logró interpretar algunas demandas de la época. Ahora, hay que afilar la puntería. Sin lugar a dudas, Marcos Peña integra esta selección de cuadros de los grupos conservadores que leen y decodifican las nuevas exigencias de un sector de la sociedad. Además, con la estructura que le otorgan los factores dominantes, sumado a los favores que recibe del blindaje mediático y el poder judicial, revitaliza o recrea innovadores canales de diálogo con la población. El artífice de la campaña que los consagró en los comicios del 22 de noviembre contra Daniel Scioli, cuando era un muchacho ingresó a la política atraído por esta misma. Su Jefe, por el contrario, lo hizo espantado.
Ante cada desliz del nuevo presidente, Peña intentará ensayar cierto equilibrio. Él jamás hablará del “curro de los derechos humanos”, ni le diría a una mujer que tiene “un lindo culo”, ni desearía “tirar del tren” a nadie, como si lo expresó Macri. El joven funcionario será el encargado de “fijar la agenda” de los medios cada mañana, además de supervisar la estrategia global de la gestión.
Por ahora, se encarga de coordinar las designaciones en la sede de Uspallata. En ese centro de operaciones trianguló la elección de Lino Barañao, a través de Cristina Fernández de Kirchner. Barañao, que no estuvo en la reunión del Botánico por un oportuno viaje a Montevideo, primero lo recibió en el lujoso edificio del Ministerio de Ciencia. Luego, Peña le devolvió a gentileza con una cita en las instalaciones de Parque Patricios donde terminaron de sellar el acuerdo de continuidad en el cargo.
El Macrinete
El gabinete de Mauricio Macri, por ahora, goza de buena salud ante la ciudadanía. El desgaste y la exposición, con el correr de los días, le jugarán en contra. Para eso, ya preparan una batería de anuncios. Desean transmitir autoridad. Corrupción, Seguridad, y el denominado Programa Hambre Cero, serán algunas medidas iniciales. Los ministros deberán aprovechar la pureza de sus camisas porque a partir del 10 de diciembre, el barro de la gestión los vas a empezar a manchar. Además, inevitablemente, el blindaje mediático, tarde o temprano, muestra fisuras en La Grieta.
En la foto estuvieron
Allí estaban Rogelio Frigerio (designado en Interior), Patricia Bullrich (Seguridad), Jorge Lemus (Salud), Julio Martínez (Defensa), Germán Garavano (Justicia), Carolina Stanley (Desarrollo Social), Sergio Bergman (Medio Ambiente), Ricardo Buryaile (Agricultura), Pablo Avelluto (Cultura), Esteban Bullrich (Educación), Francisco Cabrera (Desarrollo Productivo), Susana Malcorra (Cancillería), Oscar Aguad (Telecomunicaciones), Jorge Triaca (Trabajo), Andrés Ibarra (Modernización), Juan Aranguren (Energía) y Alfonso Prat-Gay (Hacienda). Por estar de viaje, faltó a la foto Lino Barañao (Ciencia y Tecnología). Tampoco asistieron los designados en organismos descentralizados, pero dieron el presente Fernando de Andreis (Secretario de Gobierno), José Cano (Plan Belgrano) y los dos asesores de Peña en el gabinete: Gustavo Lopetegui y Mario Quintana.