Por Mauricio Polchi
Con el respaldo de varios senadores del Frente para la Victoria, la Cámara Alta sancionó la ley que le permite al Gobierno de Macri pagarle a los hodouts y tomar una deuda por USD 12.500 millones.
El último día del mes de marzo, cuando el presidente Mauricio Macri aterrizó en los Estados Unidos, el Congreso argentino ya había convertido en ley el proyecto para habilitar el pago a los fondos buitre. A las 0.54 del jueves 31, con una abultada mayoría, los senadores convalidaron el acuerdo para pagarle a los holdouts con una deuda de más de 12 mil millones de dólares a partir de la derogación de la Ley Cerrojo y la Ley de Pago Soberano. Con ese dato relevante, Macri empezó a buscar inversores en territorio norteamericano.
Divide y reinarás
De 72 miembros que tiene el Senado, 54 votaron a favor y tan sólo 16 en contra. El Gobierno nacional, finalizada esta batalla legislativa, logró una victoria doble. Por un lado, demostró virtudes para seducir adversarios. Por otra parte, hundió en el lodo de las internas al debilitado Frente para la Victoria. Aunque resulte incompresible, la alianza Cambiemos se benefició, en esta oportunidad, por la pesada herencia kirchnerista.
En la Cámara Alta el proyecto de “Normalización de la Deuda Pública y Recuperación del Crédito” contó con el apoyo de los tres partidos que integran la alianza oficialista (PRO, UCR y Coalición Cívica), y sus circunstanciales aliados del Frente Renovador, el Peronismo Federal, el GEN, otros partidos provinciales, y el espacio UNA. Fernando “Pino” Solanas, de Proyecto Sur, se declaró en contra pero no estuvo en el recinto cuando culminó la sesión especial. Lo más sobresaliente de la jornada, en tanto, fueron los 26 representantes integrantes del opositor FpV que levantaron la mano a la hora de votar. Con esa postura, un sector del peronismo liberó la zona para pagarles a los carroñeros e inaugurar una nueva etapa de endeudamiento para el país.
La senadora Sigrid Elisabeth Kunath, que tiene una foto de Cristina Fernández en su perfil de twitter, votó el acuerdo que habilita el pago a los fondos buitres. Y también lo hizo el senador Pedro Guastavino, amigo y compañero de Néstor Kirchner desde los años 70. Con estos dos ejemplos, as distorsiones dentro del Frente para la Victoria retumban y exponen una sangría de dirigentes tan irreversible como inevitable.
Por su parte, Miguel Ángel Pichetto, el jefe del bloque kirchnerista en la gestión de CFK, jugó fuerte y largó una declaración arriesgada. “Néstor Kirchner les pagaría a los holdouts”, y así se animó a interpretar un supuesto comportamiento del fallecido ex mandatario. “Recuperé la capacidad de decir lo que pienso”, sentenció Pichetto cuando expuso en el recinto. Con esos argumentos, el rionegrino debilitó la brecha en la pulseada que tuvo con el sector más duro de la bancada. Esas declaraciones, montadas sobre incomprobables elucubraciones, le sirvieron para convencer a Liliana Fellner (Jujuy) y Graciela De la Rosa (Formosa), quienes –supuestamente– se oponían en la previa.
El dividido comportamiento del FpV responde a la falta de conducción. También, surge por el pedido de los gobernadores peronistas que se alinearon con el Poder Ejecutivo. Según ellos, condicionados y absorbidos por la posibilidad de pedir créditos externos en los mercados internacionales. “Nosotros entendemos que tal vez no es el mejor proyecto, pero lo vamos a acompañar”, había adelantado a Marcha el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet (FpV). Sus representantes entrerrianos, Kunath y Guastavino, le hicieron caso. Gustavo Bordet, delfín de Sergio Urribarri, su antecesor en el cargo, se despegó de la estructura partidaria y agitó la grieta. La misma postura adoptó su par de Chaco, Domingo Peppo, quién se distanció del ex Jefe de Gabinete K, Jorge Capitanich, el hombre que lo respaldó para que se consagrara en las últimas elecciones provinciales. Los legisladores chaqueños, también, aplicaron la obediencia debida y acataron la orden que llegaba desde su provincia. Pero con una particularidad, Eduardo Aguilar y María Inés Pilatti Vergara respondieron a la línea que bajó Jorge Capitanich y se rebelaron a la orden de Peppo. En cambio, Ángel Rozas, titular del bloque radical y último orador, puso el voto afirmativo que partió desde esas tierras.
Cuando esta norma tuvo media sanción en Diputados, en el artículo “El kirchnerismo buitre, otro signo de un cambio irreversible”, adelantábamos: “Aunque tenga los números a favor, la construcción de una resistencia antibuitre en el Parlamento se diluye. Condicionados por las provincias que los eligieron, los senadores conviven con las presiones de las clases dominantes territoriales y las exigencias de sus representados, quienes se identifican con los empoderados de CFK. Sus votantes, mientras aguardan por la reaparición de La Jefa con encuentros sueltos en plazas y parques, dilatan su repliegue y el ansiado contrataque. Con migraciones y divisiones constantes, parafraseando el slogan camporista, el kirchnerismo vive un cambio #irreversible”.
Y si bien no nos equivocábamos en la lectura, más que un acierto adivinatorio se trata de una línea evidente que viene trazando el kirchnerismo.
Más que definiciones estrictas, lo que surgen son preguntas para seguir buscando respuestas: ¿Se trata del famoso péndulo peronista que permite llegar al poder a una u otra tendencia sin solución de continuidad? ¿Es que el gobierno actual trabaja con las continuidades kirchneristas que no hubiera podido sostener sucesor alguno de Cristina Fernández? ¿O será que quienes pregonaban ayer por la Patria, estatización de YPF a la cabeza, hoy transformaron eso de que “La Patria es el otro” en un regalo para el siempre acechante país del Norte?