Por Juan Manuel Sodo. Buenos Aires, diciembre, cincuenta grados de térmica, ánimos caldeados… ¿Qué va a pasar? ¿Qué será de nosotros? ¿Qué dice el Weather Chanel?
El calor es el tema excluyente. Al principio, los canales de noticias apenas alteran su grilla para emitir programas donde expertos en la materia debaten sobre el calentamiento global. A medida que pasa el tiempo terminan transmitiendo en vivo desde el Servicio Meteorológico Nacional, atentos al registro de posibles incidentes en la movilización de ciudadanos que hasta allí se acercan para pedir explicaciones.
Las discusiones de vecinos en las esquinas céntricas son parte del paisaje cotidiano: uno sostiene que hace cuarenta y seis grados y cincuenta y dos de térmica; otro asegura que la térmica no es de cincuenta y dos sino de cincuenta y cuatro; un tercero interviene en la discusión jurando que en la pileta de su quinta es imposible meterse, por lo hirviendo que está, y que entonces la intendencia lo menos que puede hacer es no cobrarle la tarifa del agua correspondiente al último bimestre.
En los barrios periféricos, el Intendente decreta utilizar instalaciones de escuelas para montar grupos electrógenos y pantallas gigantes. La iniciativa apunta a que personas de sectores carenciados puedan tener acceso simultáneo, libre y gratuito a The weather chanel, confiando en que, de paso, esa experiencia de estar todos juntos contribuya a reconstruir un muy fragmentado tejido social comunitario.
En el centro, los vecinos que tienen aire acondicionado en sus propiedades, prácticamente imposibilitados de usarlos debido al colapso energético, ganan las calles y finalmente destrozan el frente vidriado del Servicio Meteorológico Nacional. Los que no, aprovechando la ausencia de éstos, salen a robárselos, o bien deciden saquearlos en cualquier comercio de electrodomésticos que encuentran en el camino, maniobra en última instancia estéril ya que tampoco ellos tienen luz suficiente para activarlos.
Cuando la situación se normaliza, los canales de noticias reproducen las imágenes que pudieron captar de los incidentes. En una de ellas, que repiten sin pudor, un pornográfico primer plano exhibe la desconsolada mezcla de grito y llanto de un coreano que asiste con resignación al desvalijamiento de su negocio. Entre repetición y repetición, una cadena de hipermercados anuncia sus promociones de la semana deseando a sus clientes un próspero y feliz nuevo año.