La semana pasada murió el dictador, Alberto Fujimori. Gobernó Perú durante una década, desde 1990 hasta el año 2000. Fue el responsable de imponer el neoliberalismo “a la peruana” en base a una estructura de gobierno autoritario y corrupto. Con una condena a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad, Dina Boluarte ordenó que sea despedido con honores.
Por Redacción Marcha
Con honores e impunidad, esa fue su despedida oficial. De los 25 años de condena solo cumplió 16 ya que, entre alianzas y favores políticos logró un indulto por razones humanitarias. Su salida de la cárcel fue cuestionada en diferentes oportunidades, incluso por tribunales internacionales. En 1992 Fujimori dio un autogolpe de Estado con apoyo de las fuerzas militares, cerró el Congreso y se hizo del resto de poderes del Estado. En 1993 reformó la Constitución, de esta forma, logró consolidar el régimen autoritario y la estructura económica neoliberal con normativa constitucional.
Años más tarde, su hija Keiko Fujimori, fundó el partido Fuerza Popular y se transformó en líder de la derecha peruana. En tres oportunidades llegó a la segunda vuelta en elecciones presidenciales, en 2011 ante Ollanta Humala, en 2016 frente a Pablo Kuczynski y, en 2021 contra Pedro Castillo. Aunque sin ganar las elecciones, el fujimorismo fue ganando poder en el Congreso, ámbito institucional que ha impulsado la vacancia de varios presidentes, incluido Castillo, quien a pocos meses de haber asumido fue destituido. En su lugar, y con un gran rechazo popular asumió Dina Boluarte, vicepresidenta de Pedro Castillo, que no dudó en reprimir cada una de las manifestaciones en todo el país que la consideran una presidenta ilegítima.
A propósito de la muerte del dictador y la situación actual de Perú Marcha conversó con Lucía Alvites, es socióloga, docente de la Universidad de San Marcos y feminista.
Murió Fujimori, pero ¿su legado de impunidad prevalece?
Definitivamente, Fujimori ha muerto en completa impunidad. Es el responsable de crímenes de lesa humanidad, sentenciado por eso y no debió acceder a un indulto trucho, como le decimos acá. Bajo leguleyadas y mentiras consiguió la libertad. Debió permanecer en la cárcel, murió sin pagar ni un sol de los más de 54 millones de soles que debía en reparación civil por todo el daño que había causado al Estado y la sociedad en su conjunto. Esto demuestra que el legado de impunidad permanece.
Sin embargo, Dina Boluarte ordenó una despedida con honores.
Todo este despliegue que ha hecho el régimen de Dina Boluarte con dinero del Estado para rendir honores a un genocida, a un corrupto como fue Fujimori expresa que hay un interés supremo para que la impunidad continúe. Este interés supremo de impunidad tiene que ver con que es funcional al régimen de hoy. No podemos olvidar que el régimen de Dina Boluarte representa una salida a la crisis que restituye el régimen neoliberal en una lógica política y económica con la misma estrategia que impuso el neoliberalismo de Fujimori en los 90′: la violación a los derechos humanos y la minimización del Estado. Mientras Dina Boluarte y su régimen rendía honores al dictador en el Perú teníamos una emergencia en diversas regiones del país, más de 20, que estaban siendo afectadas por los incendios forestales. Ahí podemos calibrar de qué estamos hablando cuando hablamos de ese legado de impunidad que tiene el fujimorismo. Esta impunidad también se ve en el Congreso de la República que, hace unas semanas, aprobó una ley en la que prescriben los delitos de lesa humanidad. Algo que contradice cualquier mandato de organismos internacionales sobre lo que supone un crimen de esa envergadura. Esto es una norma para exculpar, no solo a Fujimori, sino al conjunto de militares que están presos por crímenes de lesa humanidad, por casos emblemáticos de violaciones a los derechos humanos como el de la Universidad de La Cantuta o Barrios Altos.
¿Cuál fue la repercusión de la noticia?
Hay que decir que se hizo lo que muy bien se aprendió de los años 90′. Fujimori impuso una dinámica de política del espectáculo, construía relatos y narrativas que contradecían la verdad y convertía en la práctica una situación en un gran fake news que terminaba ocultando la realidad o negando situaciones objetivas. Lo que han hecho con el fallecimiento del dictador Alberto Fujimori, tanto en los medios de comunicación de la gran prensa peruana, como desde el Estado y sectores políticos que siguen apostando por este modelo neoliberal, es querer convertir en héroe a quien cometió violaciones a los derechos humanos, asesinatos, robos y lo hizo de forma sistemática en su gobierno. Además, trazó toda una arquitectura de corrupción en el Estado y lo convirtió básicamente, en una forma de mantenerse en el poder.
Decías que el legado de impunidad del fujimorismo sigue vigente, de hecho, su hija Keiko fue quien disputó las elecciones y perdió contra Pedro Castillo. Después de la destitución de Castillo, asumió Dina Boluarte ¿Cómo se sostiene hoy en el poder alguien con tanto rechazo popular? ¿Qué rol juega el fujimorismo en esto?
Boluarte se sostiene en el gobierno gracias a la alianza entre sectores políticos del Congreso de la República donde está el fujimorismo y otras representaciones de la derecha como los sectores empresariales, las grandes corporaciones y, la gran prensa peruana. El régimen de Dina Boluarte es absolutamente ilegítimo ya que es la expresión de una salida restituyente del modelo neoliberal a la crisis que tenía Perú. Ella usurpa el poder con la venia y correlación de fuerzas de estos sectores para sacar a quien era el legítimo presidente, el profesor Pedro Castillo. Se mantiene gracias a esa comunión de poderes políticos, económicos y mediáticos. Recordemos que en Perú hemos tenido más de 60 compatriotas asesinados por esta dictadura en menos de 6 meses desde diciembre de 2022 cuando empezó el régimen dictatorial de Dina Boluarte asesinando al pueblo peruano y donde además, hay víctimas menores de edad. Este régimen se hizo apagando la protesta a sangre y fuego de una forma absolutamente criminal y se ha mantenido gracias a estos poderes fácticos que hemos mencionado. Dina Boluarte tiene un dígito de aprobación que, hasta podría ser un error estadístico. Esto plantea muy bien como se expresa la ilegitimidad de su gobierno.
La situación de Perú es muy compleja, en una crisis permanente atravesada también por una crisis económica muy fuerte que se ve en cifras como la suba de los niveles de anemia de las infancias. Podríamos hablar de muchos datos sobre la situación que se vive actualmente y que, de alguna forma, muchas veces colaboran para que haya una desafección de la política porque la gente está en la supervivencia. Sin embargo, las protestas nunca han parado. Hemos tenido momentos con niveles muy fuertes de protesta social, con cientos de miles a nivel nacional movilizados y momentos de mucho reflujo, pero no hay mes que no tengamos una expresión y episodios donde se sigue mostrando la protesta del pueblo peruano ante este régimen dictatorial.
Ilustración: @amapolay