Por Iñaki Gil. Por definición, miopía es una alteración en la formación de la córnea, o en el tamaño del ojo, que puede generar trastornos en la percepción de las imágenes visuales. Pareciera que muchos líderes, en toda región del mundo, tienen un problema similar una vez alcanzado (y consolidado) el poder.
Desde diciembre 2010, las revueltas se han multiplicado en varios países árabes. El punto de partida fue la inmolación de un joven vendedor callejero de 26 años, Mohamed Boauzizi, en Túnez.
¿Cuál era la lente que usaba Ben Ali para ver la realidad de Túnez, donde gobernaba desde el año 1987 tras un golpe de Estado? Un mes de protestas y 300 muertos bastaron para que tuviera que refugiarse en Arabia Saudita, llevándose en sus maletas cargos de enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y tráfico de drogas.
Cerca de mil vidas pagaron la caída de Hosni Mubarak el 11 de febrero del 2011, quien se mantuvo treinta años en el poder. Después de 18 días de protestas, tuvo que dimitir a su cargo. Las movilizaciones habían comenzado el 25 de enero, con 15 mil manifestantes en la plaza Tahrir de El Cairo y otros 35 mil en todo Egipto, multiplicándose exponencialmente a cada día que pasaba. Se dice que Mubarak agoniza entre un hospital militar y la prisión, luego de haber recibido una condena de cadena perpetua por las muertes ocasionadas durante la revuelta, no así por desvíos de fondos públicos o cargos de corrupción. Mubarak no usaba cristales.
La visión de Ali Abdullah Saleh -en el poder en Yemen desde 1978- parecía un tanto distorsionada pero su consulta oftalmológica comenzaría a finales de enero del 2011. Miles de personas se congregaron en el centro de Sanaa, la capital del país, para repudiar reformas políticas que podrían conducir a la sucesión de Ali Abdullah por su hijo Ahmed. 10 meses de protestas y 2 mil almas costaron su resignación en noviembre. En enero de este año viajó a EEUU por razones médicas, sin condena alguna.
No es que Gadafi en Libia no necesitara un lazarillo, pero los especialistas internacionales tenían sus propios intereses en el país y cambiaron su tratamiento hacia el mismo en varias ocasiones. El conflicto entre las fuerzas de Gadafi y sus opositores comenzó en febrero de 2011. La sublevación de los manifestantes y la violenta represión desencadenaron un conflicto armado en el cual intervinieron las principales fuerzas militares extranjeras avaladas por las Naciones Unidas. En octubre, Gadafi fue capturado y muerto por causas todavía no esclarecidas. De sus propios labios se escuchaba: “Los libios son libres, puesto que el poder está en manos del pueblo”, “Yo no me voy a ir con esta situación. Moriré como un mártir”. No pareciera que los libios vieran su misma realidad: se estima en 30 mil el saldo mortal de la guerra.
Aún es posible acercarse más a la ceguera. Bashar al Assad gobierna Siria desde el año 2000, sucediendo a su padre, quien condujo al país desde 1970, tras haber formado parte del levantamiento que derivó en la conformación de una Republica Popular, Democrática y Socialista en el año 1963. Desde entonces en la república de Siria rige el “estado de emergencia”, restringiendo libertades civiles y políticas.
Demostraciones pacíficas comenzaban en Daraa en marzo del 2011, estas se multiplicaron a lo largo del país, convirtiéndose en revueltas, enfrentamientos armados y finalmente en una guerra civil que persiste luego de prácticamente un año y medio y un saldo de 17 mil muertes de acuerdo a activistas o 10 mil según fuerzas de la ONU.
La corrección de la miopía puede lograrse a través de: cristales, lentes o incluso una intervención quirúrgica. La opción escogida por estos líderes suele ser la que más se adapta a la realidad que ellos mismos quieren ver, gestionando sus países como estructuras domésticas propias, negando la realidad y las necesidades de los pueblos a quienes representan.
Las deformaciones oculares se logran corregir pero nunca desaparecerán, como tampoco lo harán los vicios del poder.