Por Camila Parodi y Sebastián Alonso / Fotos por Colectivo Matanza Viva y Colectivo Fotografía a Pedal
Luego de años de lucha contra la contaminación que la trasnacional Parex-Klaukol produce en el Barrio Las Mercedes de La Matanza, vecinas y vecinos montaron un acampe frente a la Municipalidad a la espera de respuestas. Susana Aranda, vecina que ya lleva 20 días de huelga de hambre dialogó con Marcha.
Desde el año 2009, las vecinas y vecinos del Barrio Las Mercedes ubicado en el km 44.500 de la Ruta Nacional Nro. 3 en Virrey del Pino, se organizaron contra la Contaminación de Parex- Klaukol. Allí comenzaron a denunciar lo que hacía tiempo atrás venían sufriendo en sus cuerpos. Sin embargo, aquel accionar de lucha y resistencia por la vida digna sólo se tradujo en una situación de constante persecución y amenazas.
Ante este contexto donde encrudece la violencia y desmejora de la salud de quienes allí viven, las vecinas y vecinos se vieron obligados a profundizar las medidas en busca de alguna respuesta del poder político. En ese marco, desde el 30 de octubre Susana Aranda, vecina del barrio, se encuentra en huelga de hambre y junto a los vecinos y vecinas instalaron un acampe en las puertas de la fábrica de Klaukol, exigiendo al gobierno provincial de Maria Eugenia Vidal y al municipio de Verónica Magario la solución definitiva de la contaminación del aire, agua potable, hospital móvil y la realización de los estudios correspondientes con garantía de sueldo completo de sus trabajadores y trabajadoras.
Sin obtener las respuestas esperadas, el martes 14 comenzaron una nueva estrategia: sostener el acampe en el barrio y replicarlo frente al Palacio Municipal de La Matanza. Junto a diversas organizaciones sociales que se acercan a compartir su solidaridad, intervenciones y actividades irrumpen el paisaje cotidiano de la Plaza de San Justo.
Una lucha digna
Sentada en la carpa se encuentra Susana Aranda que, acompañada por muchos jóvenes y vecinos del barrio, lleva más de 20 días de huelga de hambre con el objetivo de visibilizar aquello que sucede “en el patio trasero de La Matanza”, como ella nos cuenta. Susana -quién vive hace 46 años en el barrio- está decidida: “Elijo morir luchando porque ya se que estoy envenenada -nos dice-. Ahí viven mi familia, mis nietos que vean ellos la justicia, tienen que dejar de negociar nuestra vida, somos humildes no ignorantes”.
Aún así, lejos de ser escuchados a lo largo de estos días, la intimidación continuó y mientras la Intendente Veronica Magario confirma en los medios hegemónicos de comunicación que Klaukol no contamina y que las industrias son necesarias, la persecución -ahora policial- no se hizo esperar. “Estamos frente al municipio y nos sentimos intimidados por la fuerza pública. Anoche nos visitó un comisario sin ordenes de fiscalía en turno o denuncia y es grave eso. Me hizo acordar al tiempo de plomo, faltaron los Falcon verde. Ahora tenemos cuatro oficiales fijos intimidándonos”.
Susana nos hace pasar a la carpa. Está contenta con las actividades y muestras de solidaridad que distintos artistas y organizaciones comparten con ella y sus vecinos. “Anoche de tantos que eramos no entrabamos en la carpa -ríe-. Eso hace que se pase mejor” explica mientras convida caramelos. Entre mates y saludos Susana Aranda dialogó en profundidad con Marcha. Compartimos sus palabras mientras esperamos la reunión que tendrán hoy lunes 21 en el Juzgado Nro 1 de Morón.
-¿Qué estamos haciendo frente a la municipalidad de La Matanza?
– Estamos realizando un acampe frente al municipio de la Sra. Intendenta Verónica Magario para que ella dé una respuesta favorable a un barrio de 300 familias que hoy por hoy están siendo contaminadas. Se están enfermando y muriendo sin ninguna visibilidad: nos matan silenciosamente. La responsable directa es la firma Parex-Klaukol, pero también es responsable el municipio que le da el permiso para que trabaje en las condiciones en las que lo hace. La otra señora que tiene que dar respuestas en Maria Eugenia Vidal, gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Había una mesa de diálogo que se truncó, prometida por Jorge Rodríguez, Juez Federal de la causa Matanza-Riachuelo, que no se pudo hacer. Se dilató para el lunes 21.
-¿Qué lectura hacen de ese accionar?
– Nos demuestran que la vida no vale, que los sacrificios de nosotros no tienen valor. Siguen estirando los días, los años. En mi barrio hay chicos que no tienen chance, personas con cáncer terminal. No es para esperar ni un día más, ni una hora. Acá fallaron los tres poderes que supuestamente tienen que actuar, tienen que recibir a la gente y dar una respuesta favorable a nuestro pedido.
– Lo que estamos reclamando hoy es el cese de la actividad de Parex-Klaukol hasta que invierta y deje de salir veneno por las chimeneas. En este cese también reclamamos que se le pague el sueldo a los trabajadores. Nosotros estamos acá, con el calor, haciendo una un sacrificio, una huelga de hambre, cuando deberíamos estar trabajando, con nuestras familias, tenemos que estar sosteniendo un reclamo para que sea visto.
Mientras tanto, Klaukol sigue facturando, siguen utilizando las chimeneas sin el filtro, la gente se enferma, se muere, y nadie es responsable. Nosotros como vecinos pedimos que Klaukol pague el daño que hizo. Dicen que es una fuente de trabajo, pero ¿a qué costo? Los obreros de Klaukol muy pocos son los que llegan a jubilarse, están todos ya fuera de este mundo. Hay que ver en qué ver en qué condiciones esas personas llevan el sustento a la casa.
-¿Cuáles son las problemáticas más preocupantes que ven en la población a partir de la contaminación?
– En mi barrio hay chicos que no tienen chance porque tienen metales pesados en sangre y no sólo uno. Tienen un cóctel letal y lo dicen los toxicólogos del Posadas y de Acumar. Les truncaron el futuro, no tienen posibilidad de estudiar. Por ahí los padres no entendemos cuando los chicos no aprenden, están distraídos o con temblores pensamos que es el consumo pero a veces no, si vive cerca de una fábrica tenemos que ver eso porque la contaminación es invisible y no duele pero no perdona, es letal. Nuestros chicos tienen que tener los mismos derechos que tienen los hijos de los ricos. Virrey del Pino es partido de la Matanza pero solamente en los mapas porque no tenemos recursos ni agua potable, asfalto, cloacas. No contamos con esa estructura que debería garantizar el municipio porque somos el patio trasero.
Un docente de la 106 se acercó porque a esa escuela van los chicos del barrio. Llegan a sexto grado y se olvidaron lo que aprendieron al otro día. Eso es metal pesado. No acumulan, no tienen poder de almacenamiento de nada. Así quedan los chicos contaminados, es preocupante. Necesitamos que se hable en lenguaje común para la gente: que no se use “metales pesados”, que les digan veneno es tal cosa, para que puedan ir a una fábrica y preguntar qué manipulan para saber de qué se trata. Porque vienen, se instalan y uno piensa: “ah es arena y cemento”, y resulta que atrás de esa arena y cemento hay un montón de veneno que ellos manipulan y que dañan la salud y terminan con nuestro hábitat.
La Matanza tiene un montón de tosqueras a cielo abierto. Nadie hace nada, los chicos se mueren, se ahogan. Esto es un Estado de abandono, facturan y el costo no importa. Total ellos no viven ahí. Pero cuando se hace campaña política ponen los colectivos y te llevan a votar. No tenemos hospitales, ni toxicólogos, ni medios de cómo defendernos. Eso también es un flagelo. Necesitamos escuelas, educadores, gente comprometida para el bien común y no para llenarse los bolsillos, que es lo que abunda hoy por hoy.
– ¿Cómo inició la lucha como vecinas y vecinos organizados contra la contaminación del Klaukol?
– En el 2009, explotó la tolva y nos dejó a todos bajo una nube blanca. Ahí empezamos a ver qué algo pasaba. Por la misma acción de Klaukol nos fuimos despertando. Nos encontramos con que lo que salía de las tolvas, que pensábamos que era polvo, eran metales pesados y venenos. Tuvimos que costear los vecinos la muestra de agua, de material particulado. Armamos la causa que la tuvo el Juez Juan Pablo Salas por siete años y nunca hizo nada. Muchos compañeros que empezamos la lucha, a costear, trabajar, a armar la causa, hoy ya no están, ya se fueron, por cáncer desgraciadamente. Ahora creo que la carátula en la causa ordinaria está cambiando a “homicidio” porque acá hay culpables directos por la muerte de mi barrio, que son los ingenieros, los que manejan la producción química de Klaukol.
Klaukol no tiene rostro, no tiene DNI, son abogados, ingenieros, toxicólogos, peritos lo que ellos contratan. Nosotros sí tenemos DNI, tenemos rostro, ellos no. Yo en 7 años de ser querellante nunca vi el rostro de Klaukol, solo veo abogados y peritos. Tienen el poderío económico. Parece que vale más el dinero que la vida humana. Y eso es lo que no voy a claudicar. La vida de mi familia tiene que estar por encima de la plata, eso tienen que entender nuestros gobernantes.
– ¿Qué acciones tuvo Klaukol desde que comenzaron la lucha?
– Es muy parecido a los grandes narcotraficantes, que saben que te están matando y por otro lado te dicen “te doy una chapa, te doy pintura, te doy un poco de dinero”. Conmigo directamente no, soy la mala de la película porque digo que mi salud, ni la de mis hijos, tienen precio. No lo negocio bajo ningún punto de vista.
Hace poco recibí un ataque donde me vi obligada a tragar dos pilas a punta de pistola. Yo no sé si esos son matones de la empresa o no. Aquí se juntaron dos poderes: el económico y el político. Nosotros no sólo luchamos contra la empresa Klaukol y su contaminación, sino que también luchamos contra los punteros políticos del municipio que negocian a costa de la vida de los vecinos con Parex-Klaukol. Yo creo que por ahí vienen las amenazas, ahí se les terminaría el curro. Punteros políticos negocian sobre nuestra salud y nuestra vida. Las amenazas que recibimos son de ahí. El problema es un combo: Parex-Klaukol, la gente del municipio y la contaminación.
– ¿Cuál es el estado de la causa?
– En este momento, la causa se encuentra en que los vecinos ganamos el sobreseimiento que le había dado el Juez Juan Pablo Salas por unanimidad con los tres camaristas del Juzgado Federal de San Martín, diciendo que hay que seguir investigando, que hay elementos y que el Juez tenía que llegar a la verdad. El problema es que el Juez Juan Pablo Salas no quiso investigar en siete años.
Ahora, después de mi huelga de hambre, cambiaron de Juez Federal y está el Juez Corral, que pidió 15 días para interiorizarse de la causa y después daba los pasos a seguir. Más allá de eso, acá en La Matanza, en la UFI del Juzgado N°1, ya está la denuncia a los directivos de Parex-Klaukol por homicidio. Fue aceptada. Habían apelado, pero les dijeron que no, que era un problema local y que había elementos para acusarlo de homicidio.
– ¿Cómo es la situación de otros territorios de La Matanza en relación a la contaminación?
– Es preocupante y alarmante, hay muchos barrios, muchos chicos alrededor de las fábricas. Hay muchas fábricas por eso Magario dice en su campaña -y Espinoza también lo decía- “La Matanza capital de la industria”. Ojo, capital de la industria y capital de la muerte por contaminación, eso hay que diferenciar. Hay muchas fábricas, y si Klaukol no posee nada, ninguna reglamentación y le da para que manipulen todos los venenos que manipulan, ¿se imaginan todas las fábricas? Solamente en tres kilómetros a la redonda, donde nosotros vivimos, está Lesaffre de levadura, Rovafarm, Royal Canin, Klaukol y Aerofarma. También dos fábricas de grasa y otros digestores, de alimentos de mascotas.