Una crítica al argumento adultista en boca de dirigentes políticos Oficialistas y periodistas afines que culpan a la juventud por el triunfo de Milei. No hay que ir a explicarle nada a la juventud que votó a Milei: hay que escucharla.
Por Santiago Morales * | Fotos: Gabriela Carvalho
Una mayoría de la dirigencia política oficialista y el periodismo de ese mismo lado dicen que la gente votó por Milei porque no saben lo que realmente va a hacer, no entienden, son ingenuos. Responsabilizan a la juventud (y a los pobres también, obvio, siempre contra los más débiles, qué manía) por su triunfo electoral.
Y entonces dicen “hay que ir a explicarle a la juventud” por qué Milei es malo y bla bla bla. Y se equivocan otra vez. No hay que ir a explicar nada, hay que ir a escuchar y entender de dónde sale la bronca. Hay que dejar de hablarles y empezar a escuchar para comprender.
El triunfo de Milei no se explica por la voluntad de la juventud. Se explica por las decisiones que tomaron y no tomaron los políticos profesionales (todos adultos) mayoritariamente varones, urbanos, blancos, eurodescendientes, con muy buen pasar económico, y con suficientes anticuerpos de clase contra la incertidumbre cotidiana asociada a la inflación, la inseguridad, la violencia policial, la droga, la falta de guita, la ausencia de futuro. Ya lo dijo Simón Rodríguez, “lo que no se siente, no se entiende”.
La juventud no es de derecha: elige creer
María Elena Walsh, en la Canción del Jardinero, supo expresar con su estilo único el pensamiento recurrente de las jóvenes generaciones: cuando voy a dormir, cierro los ojos y sueño con el olor de un país, florecido para mí.
Las personas jóvenes no son ni de derecha ni de izquierda. La juventud no “es”, está siendo. No existe “una” juventud. Lo que hay son juventudes de todo tipo, ideologizadas, apáticas, comprometidas, creyentes. Trotskistas, peronistas, radicales, liberales. Feministas y machistas. Como pasa también en el mundo adulto, hay de todo…
Ahora bien, resulta clave entender que la niñez y la juventud son tiempos de confianza en la humanidad. Allí creemos en los grandes relatos, y también en la palabra de las personas mayores. Sentimos que es posible (y a veces imprescindible) que se vuelva realidad lo que nuestros valores nos indican, que no son otros que los que el mundo adulto nos ha inculcado.
Las juventudes, cuando creen en la igualdad, en la libertad, en la felicidad, creen de verdad. Creen posta. No ingenuamente, sino con convicción vital. Porque saben que tienen toda la vida por delante como para que eso, en lo que creen, se vuelva realidad.
Y si la dirigencia política adulta -en quienes en principio creés- te hablan de justicia, igualdad, derechos, trabajo, futuro y democracia, pero en tu vida cotidiana padecés un sinfín de injusticias, desigualdad, falta de derechos, trabajo precario y esclavizante, incertidumbre ante el futuro e imposibilidad para elegir nada, la ecuación parece sencilla. A esos que te hablan de todo eso, dejás de creerles. Ya no les respetás. Y te vas a enojar fuerte con ellos.
Es como cuando tu papá te decía que te laves las manos al entrar de la calle, pero él no se
las lavaba. Te daba bronca y dejabas de lavártelas y de creerle, aunque eras consciente de
la importancia de tener las manos limpias.
Resulta urgente que desde el gobierno asuman autocríticamente la sensación de fraude que
está significando su gestión para muchas personas que confiaron. Es verdad que la deuda
con el FMI la tomó el estafador de Macri, pero ustedes gobiernan desde hace tres años y
medio che.
Tienen que dejar de buscar fortalecerse argumentando que el otro es el malo. No porque no
sea cierto, sino porque el hecho de que el otro sea malísimamente malo no te convierte en
bueno.
Se vive como el orto, ahora.
No se aguanta la realidad del país, ahora. No el año que viene si gana Milei, aunque en ese caso todo empeore. Si desde el gobierno no entienden esto y actúan en consecuencia todo será una gran pesadilla. Y el sufrimiento y los muertos pertenecen siempre a la misma clase.
Para que se entienda. Que 6 de cada 10 niñas y niños vivan sumergidos en la pobreza quiere decir que tanto ellas y ellos como sus familias la están pasando muy mal.
Que esas chicas y chicos viven irritables porque tienen hambre, frío, están incómodos de suciedad, no les gusta no tener ropa linda que ponerse ni limpia porque no se da a vasto para lavarla…
Que esas chicas y chicos se vuelven una carga (muchas veces insoportable) para las personas adultas que les rodean, que no dan más, aunque les amen con todo su corazón.
Que en casa no tienen guita para parar la olla; Que el comedor no tiene más cupos; Que la policía no está y les roban (o sí está por eso les roban).
Que el transa de al lado deja la música a todo lo que da las 24 horas del día y no la baja ni cuando viene el policía a cobrar su parte; Que hace frío y se corta la luz y no hay cómo calentarse los pies; Que se acabó la garrafa y no hay plata para reponerla pero no importa porque tampoco hay arroz para cocinar así que ya fue…
Que sufren abusos y maltrato por personas adultas perversas o destruidas por la miseria del cotidiano, sin encontrar acción reparadora del Estado. Quiere decir también que otras personas adultas del entorno pasan sus días preocupadas en cómo sacar del calvario a esas infancias, y no tienen respuestas del Estado porque el sistema de protección hacia la infancia está completamente estallado, con muy pocos profesionales, atomizado y en condiciones de precarización laboral.
¡Basta de palabras! Hacen falta hechos
Tienen que hacer más y decir menos.
No el año que viene si gana el oficialismo las elecciones. Ahora.
Terminenla con las abstracciones y los discursos amenazantes. Hacen falta acciones
concretas en favor de las mayorías.
Dejen de asustar, no es por ahí. Si algo sabemos quienes nos dedicamos a la pedagogía es
que la letra con sangre no entra. Lo que entra con sangre es el miedo. Y cuando nos
sentimos bajo amenaza, sacamos lo peor que tenemos.
Si no resuelven -aunque sea un poquitito- las desigualdades e injusticias que hoy condenan
a la gran mayoría de las juventudes e infancias, el futuro inmediato será apocalíptico.
Porque lo que hace bien a las nuevas generaciones, repercute implacablemente en el
bienestar del conjunto.
Terminen con la pantomima de que los problemas de nuestro país se van a resolver
dialogando y con buenos modales con quienes nos estafan, nos roban y nos condenan a la
miseria. Hace falta coraje, ahora, contra el FMI y contra los ricos recontra riquísimos de
nuestro país que se la están llevando de a bolsones. Mañana será demasiado tarde.
Cuentan con una parte importantísima del pueblo.
No defrauden a las jóvenes generaciones otra vez.
Ya no habrá retorno.
*Grupo de estudios sobre niñeces y juventudes de América Latina y el Caribe (IEALC/UBA)