Por Nadia Fink
En el marco del VI Encuentro Internacional de trabajadoras y trabajadores conversamos con Andrés Ruggeri, uno de sus impulsores. La Economía Social analizada y discutida por sus protagonistas con el objetivo de generar nuevas teorías y estrechar los vínculos internacionales entre autogestivas y recuperadas es uno de los objetivos principales.
Desde el 30 de agosto hasta el 2 de septiembre pasados, se realizó el VI Encuentro Internacional de trabajadoras y trabajadores. Fue entre en el Hotel Bauen y la Cooperativa de Trabajo Textiles Pigüé, ambas empresas recuperadas y gestionadas por sus propios trabajadores y trabajadoras. “El orden capitalista contemporáneo condena a una creciente mayoría de los trabajadores y trabajadoras del mundo a la explotación, la precariedad y el desempleo, mientras desata guerras, discriminación y destrucción a través del planeta. El Encuentro, en cambio, plantea la discusión de una alternativa a ese orden de cosas a partir de las experiencias de autogestión de la clase trabajadora”, podemos leer en el inicio de la difusión del encuentro, y hacia allá fuimos a conversar con Andrés Ruggeri, impulsor del Encuentro y parte de Facultad Abierta, el programa que lo impulsa desde la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Andrés da cuenta de los inicios, allá por 2007, desde “la idea de partir de la experiencia de las recuperadas”. Sobre este camino que lleva diez años, dice: “Nos fuimos dando cuenta de que tenía mucha repercusión en el exterior, que había mucha gente interesada y que, a su vez, había otras experiencias fuera de la Argentina para poner en discusión la cuestión de la economía vista desde una perspectiva anclada en la autogestión, o más amplia”. Pero la perspectiva estaba puesta sobre todo en el hacer, en mirar las experiencias desde bien cerca. Por eso, detalla: “Queríamos poner en debate eso con los protagonistas directos de las experiencias: de las fábricas recuperadas, asociados de cooperativas, sindicatos y empezar a rediscutir un proyecto económico desde el trabajo a partir de este tipo de experiencias. Y la idea es que esto fuera con interacción con el campo intelectual que veníamos trabajando este tema, pero que no fuera una cuestión puramente teórica sino discutir la teoría a partir de las experiencias y no al revés. Eso fue el planteo ideal. Creo que eso es un objetivo que todavía no está cumplido pero vamos dando pasos en ese sentido”.
Ese primer encuentro de 2007 tuvo la participación de toda Latinoamérica, y hubo gente de Canadá, de Estados Unidos, militantes de Europa. Por eso, decidieron ir por más: “Se empezaron a hacer encuentros regionales. Hicimos el encuentro europeo, que fue una fábrica ocupada en Francia, ahora ya recuperada, y ahí lo que logramos hacer desde acá es juntar a las distintas experiencias de recuperación de la zona de Europa, que no es muy frecuente. Eso consolidó el segundo congreso europeo. Acá se hizo el primer encuentro Latinoamericano en textiles Pigüé, donde va a ser este año también. Y el de América del Norte y Central fue en México. Además de ser regionales, tratamos de sacar el encuentro del ámbito universitario, eso también cambió la proporción de participantes: hoy hay mayoría de trabajadores, trabajadoras y cooperativistas. Hemos logrado un compromiso cada vez mayor de organizaciones, y se va haciendo un espacio a nivel de varios continentes. Y creo que el gran desafío es ver si esto se empieza a transformar de a poco en un espacio que coordine: luchas, actividades, es muy difícil porque en los últimos 30 o 40 años el movimiento a nivel internacional se ha desarticulado… las superstructuras sindicales continúan por arriba teniendo mega organizaciones y a nivel cooperativo pasa lo mismo pero por abajo. Esa perspectiva casi no existe y la idea del encuentro es intentar reconstruir eso: ese sentido de internacionalismo que era más habitual hace años”.
–Y en este marco, ¿cuál es el panorama actual de las autogestivas y recuperadas y por otro lado, de la economía social?
-Yo no separaría: hay toda una discusión conceptual de cómo se lo piensa, si economía popular, economía social, solidaria, etc. Nosotros decimos “Economía de las trabajadoras y los trabajadores” como una forma de ampliar eso. El tema es que acá no hay una economía para los pobres y después está el resto: la economía es una sola. Nosotros peleamos por formar otra economía y, al mismo tiempo, ganar espacio dentro de esa economía, o de no perderlo. De alguna manera, eso son las recuperadas: un intento del colectivo de trabajadores de no perder su lugar en el mercado de trabajo; lo termina haciendo recuperando la empresa que cierra, a través de la autogestión, y se va transformando en otra cosa.
Y Ese proceso por el que pasan las recuperadas se puede ver a nivel mundial. La globalización económica lo que va haciendo es fragmentar el trabajo expulsando trabajadores y trabajadoras del sistema formal pero no es que hay una exclusión de la economía; están integrados como consumidores de mínimo, son el famoso ejército de reserva permanente, son los que permiten además ir a la baja en los salarios establecidos y formales; la relación es entre el sector autogestionado, popular, informal, y el formal no se puede perder de vista porque están íntimamente ligados. Por eso tratamos de tocar todos esos temas [Entre los más destacados se encuentran: análisis político y económico de la crisis capitalista global; la autogestión como práctica y como proyecto alternativo; los desafíos de los sindicatos; la precarización e informalidad del trabajo; cuestiones relacionadas con el género; Estado y políticas públicas; Educación popular] y tener un panorama más general de la cuestión y esto de que sea internacional permite ver las diferencias pero también las semejanzas.
En la Argentina este es un momento particularmente difícil porque hay un Gobierno totalmente dedicado a destruir muchas cosas pero también a destruir esto y en el mundo es un momento donde cada vez se le está prestando más atención a todo este sector porque el neoliberalismo lo termina generando (no sé si a propósito o a su pesar en otras) y se empieza a ver como una alternativa que cambia la perspectiva tradicional de la lucha obrera; por eso hay que repensar la economía un poco a partir de eso, porque es la experiencia de miles de millones de trabajadores y trabajadoras.
-Uno de los ejes está relacionado con la perspectiva de género. ¿Cuál es hoy la realidad de las trabajadoras dentro de la autogestión? Sabemos que se siguen generando maneras de relación bastante similares a las de un trabajo con patrón…
Es así, ser una empresa recuperada no significa que uno se saque de encima todos los males del capitalismo, patriarcado y todo lo que podamos encontrar en la relación económica y social de una fábrica. Cuando los trabajadores recuperan una fábrica, en general siguen la misma metodología y el mismo proceso de trabajo y también reproducen ahí las condiciones desiguales entre los géneros. Eso es lógico y hay que hacer algo con eso. Y al mismo tiempo, me parece que se le ha prestado poca atención a qué pasa con este tema en las empresas recuperadas… pero todos los problemas sociales siguen existiendo porque la gente no es que vive en una burbuja en la unidad económica autogestionada, está siempre incluido, lo que hay son algunas rupturas.
Todos los temas feministas siguen estando, por eso se ha incluido cada vez con más fuerza dentro de los encuentros. Siempre estuvo pero en este último con más fuerza y eso es consecuencia de la lucha de los últimos años, entre a militancia y entre las trabajadoras. Por ejemplo, en Uruguay, en el encuentro del año pasado se hizo un taller muy fuerte, muy grande, donde se reclamó en el plenario final que esto sea un eje específico.
-A veces pareciera que se habla de género sólo cuando hay empresas recuperadas por mujeres, como es el caso de la textil de Neuquén…
Sí, pero en todas las demás hay un colectivo de trabajadores (hombres) donde hay una o dos mujeres que siguen haciendo lo que hacían antes. Generalmente están en administración, o son las cocineras, o son las que limpian, y ha habido cambios, hay muchos más espacios donde las compañeras pueden desarrollar y cambiar funciones; pero también hay resistencia. Los trabajadores hombres no la ven diferente de lo que la veían antes.
–¿Y esta perspectiva se sigue trabajando? ¿Sabés de experiencias que lo hagan?
Acá está tomando fuerza y se empieza a trabajar. En la empresa recuperada por más que siga ese núcleo duro de relaciones sociales y económicas hay de por sí aperturas: primero porque ya la modalidad de asambleas permite que las compañeras se expresen mucho más y después en algunos casos hay una política específica, por ejemplo la formación de una comisión de mujeres. Muchas veces quienes la conforman no son trabajadoras sino que son esposas, familiares, que empiezan a reclamar un espacio. O el mismo hecho de la apertura que tiene una empresa recuperada, que empieza a recibir visitas y militantes, empieza a generar cambios, se ponen en discusión otros temas.
-Las experiencias de recuperadas y cooperativas se dan hoy dentro del sistema capitalista, ¿existe la discusión permanente del sistema político o es algo que sólo está enfocado a la economía en el marco actual?
Yo hablaría de una perspectiva más amplia, más allá de solamente la economía, pero al ser experiencias dentro del capitalismo, y ser experiencias aisladas, se conectan pero no dejan de estar atadas ante el mercado; entonces en su cotidianeidad no tienen mucho espacio de adquirir la perspectiva de ir más allá. Primero porque no es el propósito: se recupera la fábrica para seguir trabajando no para cambiar el sistema económico político mundial. Pero sin esa perspectiva es casi inevitable que las experiencias terminen, que haya que volver a la lógica capitalista, ser absorbida, destruida por el sistema.
Esa perspectiva, de alguna manera, hay que ponerla en discusión. Si bien se trata de hacerlo, a la vez es un discurso que no tiene forma de conectarse con lo que pasa en la cotidianeidad de la economía. Para poder dar ese discurso con esa realidad práctica que se da todos los días creo que hay que vincular mucho del campo de lo teórico a la experiencia práctica. Por eso un poco la perspectiva de esto: la autogestión no tiene una teoría económica. La Economía Social generalmente es una descripción de una utopía de solidaridad, que a veces se da en término s casi religiosos. Los siete principios, cuando uno va a ver las prácticas de las cooperativas hasy que buscarlos con una lupa porque son muy lejanos y palabras. Y a veces la tendencia para hacerlo es o la asamblea permanente, donde para organizar una sociedad económica no funciona porque hay que trabajar, o transformar todo puramente en una discusión política y se termina abandonando e campo de la economía. Partamos de lo que los trabajadores construyen, analicémoslo y analizando con los que hacen esto en la práctica veamos cómo interactúan con algunos sectores.
Para ir hacia la construcción de una nueva teoría económica me parece que falta mucho comprender esta situación, hacerse cargo de que las teorías de los movimientos revolucionarios del siglo XIX y XX no funcionaron, desde lo político; por eso hay que ver cuáles son las prácticas hoy, cuáles son las síntesis y construir ese proyecto.
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