Por Laura Cabrera. / Foto por La Pajarera
Hoy, desde las 21, La Pajarera y Colectivo Contraluz realizarán el onceavo encuentro abierto de fotografía, un espacio para romper con el molde académico, debatir y compartir miradas sobre este arte en constante cambio.
El universo de las imágenes está hoy en pleno debate. Son publicadas en redes sociales, son la principal herramienta en publicidades a la hora de comunicar sobre un producto, son además una forma de expresar la realidad desde un costado artístico, por nombrar solo algunos usos. Pero los usos y las definiciones de la fotografía podrían ser tan variadas como fotógrafos existan. Y en ese debate se centran hace ya once encuentros La Pajarera y el Colectivo Contraluz, quienes realizan reuniones en donde fotógrafos y fotógrafas pueden compartir trabajos y debatir sobre ellos, pensando en la fotografía como un arte en constante cambio, como una disciplina sobre la que es necesario discutir fuera del ámbito académico, desde el aprendizaje conjunto y las experiencias compartidas.
En el onceavo encuentro que se realizará hoy en La Pajarera (Boedo 636, CABA), también se abrirá el juego a otras ramas artísticas vinculadas a las imágenes, como el dibujo, la pintura y la proyección de cortometrajes. Antes de un nuevo debate, los integrantes del Colectivo Contraluz explicaron a Marcha de qué se trata la iniciativa.
-El encuentro ya lleva once fechas. De cara al primero y las discusiones que pudieron darse, ¿qué le faltaba en ese entonces a la fotografía y cómo influyeron esas carencias en el desarrollo de los siguientes encuentros?
Esta pregunta nos lleva directamente al motivo que nos llevó a pensar y a armar la propuesta de los Encuentros Abiertos, que tiene que ver principalmente con la necesidad de generar espacios de encuentro entre fotógrafos y fotógrafas que no estén mediados necesariamente por la presencia de docentes -en la modalidad de taller más clásico- o por la relación expositor/receptor – que se plantea generalmente en las muestras fotográficas- donde la posibilidad de intervención y participación está limitada y estructurada de antemano. Tanto desde el colectivo Contraluz como desde La Pajarera nos parecía imprescindible desafiar la individualidad en la que muchas veces decanta este oficio. Los Encuentros son parte de ese desafío, son la posibilidad de juntarnos entre colegas, con diferentes proyecciones y miradas, con diferentes recorridos transitados, para mostrarnos trabajos finalizados o en proceso, para poder editarlos colectivamente o para que simplemente despierten opiniones y sensaciones, y que estas puedan ser compartidas con los autores y autoras de las imágenes. Este desafío de des-enajenamiento es por supuesto un proceso que se transita, un aprendizaje que se va incorporando en nuestras prácticas fotográficas de a poco, y creemos que este espacio de intercambio que se da en los Encuentros nutre muchísimo ese camino.
-¿Qué experiencias les dejó hasta ahora esta serie de reuniones?
Desde el primero y hasta el último, cada uno de los Encuentros fue distinto, y esto tiene que ver justamente con esa característica de “abierto” que proponemos. Se acercaron muchos fotógrafos y fotógrafas, así como también artistas visuales, aficionados de la fotografía, o simplemente curiosos a los que les interesó la propuesta, algunos enviando trabajos para mostrar, otros participando desde el debate, cada uno desde diferentes lugares. Es en el punto donde confluye esa diversidad con el componente de sorpresa y espontaneidad de cada viernes (al no requerir inscripción, ni invitación personalizada, nunca se puede preveer del todo quiénes y cuántos participarán, aportando qué experiencias, y desde qué lugares lo harán) donde se resuelve el color de cada Encuentro, que va a ser único, particular, de alguna forma irrepetible. Algunas veces nos encontramos con una energía más convulsionada, con más ganas de debatir los trabajos, otras veces con más necesidad de observar, pero siempre con el intercambio como conductor. Los Encuentros en ese sentido no solo nos permitieron compartir trabajos fotográficos, sino crear lazos humanos, pensar nuevos proyectos, nuevas ideas, nuevas formas de trabajar, poner en cuestionamiento y pensar la fotografía.
-Vivimos en una sociedad que cada vez marca más que “la imagen es todo”, que lo que no se retrata parecería no existir, ¿cómo explican este fenómeno en donde cada vez más personas se inclinan a fotografiar todo, en donde hay cada vez un mayor número de aficionados?
Pensándolo como fenómeno comunicacional, es cierto que hay una superproducción de imágenes y que lo visual atraviesa transversalmente desde la vida cotidiana hasta los fenómenos de comunicación más complejos. De todas formas sabemos que esto está en constante cambio, la tendencia general en este momento, por ejemplo, es más hacia lo multimedia (la producción mixta con diversos recursos: textos, sonidos, imágenes, testimonios) que hacia lo fotográfico. Sin embargo esto probablemente cambie, como todo fenómeno masivo, y es difícil prever qué lugares ocupará la fotografía en un futuro. Es en ese sentido que los que vemos a la fotografía como un oficio, como un trabajo, nos encontramos con el desafío urgente de repensar nuestras prácticas y nuestra forma de comunicar. No esperamos que la fotografía vuelva a ocupar un lugar para los pocos que pueden pagar una formación y los equipos, la fotografía se masificó y pasó a ocupar otro sentido social. Somos los trabajadores y trabajadoras de la imagen quienes tenemos que darle otro(s) sentido(s) a esta práctica.
-Se plantean además romper con la estructura más académica de la fotografía y poder compartir imágenes desde otro lugar. Sin hablar de teorías, ¿cómo entienden entonces a la fotografía?
Teníamos la sospecha, y creo que a partir de los Encuentros cada vez más la certeza, de que la fotografía no se puede encasillar ni en una definición ni en un modo de ser. Cada una de las personas que toma una cámara para hacer una foto está motivada por diferentes inquietudes, busca transmitir determinadas cosas, y se relaciona con la cámara y también con lo fotografiado de una forma particular.
Es también objetivo de los Encuentros aportar a esa discusión, cuestionar y poner en discusión las barreras que se nos imponen desde el género, desde la academia, desde esos “modos de ser” que nos atraviesan al momento de hacer una foto
La fotografía, creemos, es lo que cada uno hace con ella, puede ser desde el registro de lo que pasa en la calle cuando llueve, la forma de contar un secreto familiar, hasta la búsqueda del poder encerrar la belleza en una imagen. Puede ser todo y a la vez nada de eso.
-Vinculado a lo anterior y a la necesidad de romper con la estructura, ¿cómo consideran que debería ser el proceso de aprendizaje?
Los Encuentros Abiertos se hacen, son parte, del proyecto de La Pajarera, una escuela que se creó hace ya algunos años con la motivación y el esfuerzo de varios fotógrafos que trabajaron y trabajan para pensar propuestas pedagógicas nuevas, que nos aporten a los fotógrafos y fotógrafas nuevas inquietudes, nuevos caminos para desarrollar este oficio. Los encuentros se dan en este contexto, y si bien rompen con la modalidad de taller clásica donde están más marcados los roles de docente-estudiante, se hacen también motivados por el aprendizaje. Un aprendizaje que es para todos, y hacia todos, que es colectivo y circular. Al decir de Paulo Freire “Ninguno ignora todo, ninguno sabe todo, todos sabemos algo, todos ignoramos algo, por eso aprendemos siempre”. Ese es el espíritu que nos guía.