Por Alejandro Cassandra, desde Rosario. El jefe de policía de la provincia de Santa Fé, designado para limpiar la policía de corrupción, fue procesado por vínculos con el narcotráfico. Trata, drogas, barra bravas, política y asesinatos en una provincia “socialista”.
Al momento de escribir esta nota, el ahora ex jefe de policía dela Provincia de Santa Fe, Hugo Tognoli, está siendo trasladado desde la ciudad capital de la provincia, donde se entregó en las últimas horas de ayer, hacia la ciudad de Rosario, donde se le tomará declaración indagatoria en el Juzgado Federal a cargo de Dr. Carlos Vera Barros. Este juzgado tramita la causa en la que se lo imputa por incumplimiento de deberes de funcionario público y vínculo con el narcotráfico, imputación que se conociera días pasados a partir de una publicación del diario Página/12 en la que se dieron a conocer escuchas telefónicas entre el dueño de un prostíbulo y un alto jefe policial. Al ser consultado este último sobre con quién arreglar el tema de la droga en Villa Cañás (Provincia de Santa Fe), responde clara y contundentemente: “$30.000 por mes, directo con Tognoli”.
Otros trascendidos agregan datos que involucran al ahora ex jefe de Policía. Tognoli habría informado a Carlos Andrés Ascaíni, un conocido narco de la región, que estaba siendo vigilado por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) utilizando una clave a la que sólo accede personal autorizado. A través de esa clave que permite ingresar al sistema del registro del automotor se verificó que los automóviles que estaban merodeando al narcotraficante estaban en uso de la PSA. La clave personal que se utilizó fue la de Tognoli.
El imputado estuvo prófugo durante unas 48 horas, tiempo que evidentemente se dio para asesorarse legalmente con quien tomó su representación, el abogado Hugo Jauchen. Este abogado es conocido por haber representado a Mario Fendrich, acusado de estafa al Banco de la Nación Argentina en el año 1994, y más recientemente al arzobispo de la iglesia católica Edgardo Storni, acusado y condenado por abuso sexual a seminaristas de esa institución en 2009.
Sorprenden las declaraciones del gobernador Bonfatti, quien manifestó que “no estábamos enterados de nada y Tognoli no tenía antecedentes de narcotráfico”. Sobre todo teniendo en cuenta que es de público conocimiento que el hijo del ex jefe de Policía de la provincia que jugaba en las inferiores de Newell’s Old Boys tenía como representante ni más ni menos que a Roberto “Pimpi” Caminos, quien fuera jefe de la barra brava de ese club en tiempos de la presidencia de Eduardo López, un oscuro personaje en la historia del club.
Tognoli llevaba 11 meses en el cargo. Fue asignado por el actual gobernador en el marco de una supuesta lucha por el cambio y contra la corrupción policial en la provincia, proceso en el que también se nombrara por ejemplo a Walter Miranda como jefe de la policía de Rosario. Miranda había sido pasado a disponibilidad cuando estaba a cargo de Moralidad Pública tras verse imputado en las denuncias de la dirigente de trabajadoras sexuales Sandra Cabrera, asesinada impunemente en 2004, en la que se ratificaba que tanto la Policía provincial como la federal extorsionaban -y no tenemos ninguna información que indique que no lo siguen haciendo- a las prostitutas en la zona de la terminal de ómnibus para vender cocaína que ellos mismos les proveían.
En este mismo proceso, el gobierno provincial planteó la necesidad de mejorar la formación de los agentes, con lo que se modificaron los planes de estudio en el Instituto de Seguridad Pública, donde se forman los y las agentes policiales, nombrando como nuevo director al comisario general Raúl Aniceto Moran, conocido en el mundillo policial como “el nazi”, quien a principios de julio del año en curso, tuvo que salir a dar explicaciones sobre denuncias de ex alumnas por abuso sexual por parte de superiores. Estas denuncias quedaron en la nada, como tantas otras cuando se trata de denunciar a la institución policial.
Si seguimos profundizando, seguimos encontrando más y más historias que dan cuenta de la nefasta composición de esta institución. El caso de Tognoli, que hoy ocupa buena parte de los medios locales, y aún los nacionales, no es más que un capítulo en una larga historia que por sus vueltas y revueltas podría compararse con las telenovelas mexicanas que las abuelas miraban a la hora de la siesta en otras épocas, con una diferencia importante. Esta historia es real y en el medio entre los negociados que enriquecen a funcionarios públicos -civiles y uniformados-, narcos, abogados, contadores, jueces y otros personajes necesarios para que estas redes funcionen, van cayendo pibes que en los barrios se encuentran sin futuro, accediendo al negocio que les lleva la vida, porque no hay alternativas. En el camino siguen siendo secuestradas mujeres, niñas y niños para las redes de trata que son las mismas que las de la droga.
En Rosario en lo que va del año van más de 20 pibes asesinados en los barrios pero solamente tres fueron noticia: Jere, Mono y Patóm, militantes del Frente Popular Darío Santillán, cuyos compañeros se ocuparon y se ocupan de seguir denunciando y exigiendo justicia. De los otros nada se sabe, nada se dice; no son noticia, porque no importan, son el eslabón más débil de la cadena que es por donde siempre se corta.
Es importante tener en cuenta que el hecho de que Tognoli quedara tan alevosamente al descubierto en este momento seguramente tiene que ver con manejos políticos que van más allá de su persona y más allá de Santa Fe. Lo cierto es que con los personajes que nombró en los inicios de su gestión el gobernador Bonfatti, anunciándolos con bombos y platillos como promotores de cambio, generadores de credibilidad y confianza en la policía santafecina, no es muy difícil dejarlos al descubierto. Como diría el periodista rosarino Carlos Del Frade, con googlearlos nomás se hubieran enterado de la gente que estaban poniendo al mando de la policía; eso, si es que decidimos seguir creyendo en la inocencia del poder político.
Para cerrar este capítulo que, como dijimos, es uno de tantos, queda por interpelar a aquellos que reclaman como solución para combatir la inseguridad “más policías”. Si para muestra sobra un botón, la provincia de Santa Fe es una clara y abundante muestra de que la solución va por otro lado.