Por Darío Farcy. ¿Modelo alternativo o auxiliar de lujo del capitalismo? Cuáles son las particularidades de la relación entre el Estado, la ESyS y la apuesta política.
Cooperativas de Trabajo Asociado en Argentina
Las experiencias demuestran que en la mayoría de los casos en que los trabajadores toman el control de un empresa (Empresas Recuperadas por sus Trabajadores) o se organizan en forma cooperativa desde la fundación de la misma, los recursos destinados a la inversión en maquinarias, tecnología, infraestructura, seguridad o cuidado del medio ambiente son elevados (e incluso mayores que las empresas de capital) en relación a los niveles de facturación (ejemplos como: Cristal Avellaneda, B.A.U.E.N., Fa.Sin.Pat., Chilavert, Campichuelo, etc.). Por su puesto que esto sucede en la medida de que esta inversión no perjudique la existencia misma del colectivo de trabajo. Para poder invertir en los rubros estratégicos para aumentar la productividad, las empresas cooperativas deben poseer el suficiente excedente como para afrontar las cargas sociales de sus miembros, los retiros de los mismos, la compra de insumos y los costos fijos. Cualquier reducción de estos gastos implicaría un serio riesgo para la continuidad del emprendimiento.
El proceso de inversión en tecnología o en capital fijo se ve fuertemente condicionado, en las cooperativas de trabajo, por la precariedad económica de las empresas. Pero también por no poseer el control sobre el sector del mercado en el cual estan inmersos lo que genera la imposibilidad de aumentar o disminuir los precios de sus productos. Y si tenemos en cuenta que el mercado argentino se caracteriza por la precarización laboral (lo que redunda en bajos costos de producción) y la baja incidencia de los trabajadores en la producción total. La situación de las cooperativas de trabajo, en su búsqueda de defender los intereses de sus asociados trabajadores, se caracteriza por ser sumamente desventajosa.
En la Argentina contemporánea las empresas de capital, en su afán de mantener los niveles de ganancia sin realizar grandes inversiones de capital, recurren sistemáticamente al descenso de los costos salariales y al aumento de los precios de los productos finales. En otras palabras, las empresas de capital pueden subir los precios de sus productos, pero también aumentan los niveles de explotación del trabajo, lo cual ofrece tasas extraordinarias de ganancia que podrían habilitar a los empresarios a invertir. Pero esto no sucede así. Los niveles de inversión en tecnología y en capital continúa siendo comparativamente e históricamente bajos en relación a las ganancias. Esta espiral de crecimiento de las ganancias, baja inversión, elevados precios y descenso de los salarios reales, lleva, entre otras cosas, indefectiblemente a una pérdida de competitividad en los mercados internacionales de los productos del país.
La opción de rebajar la incidencia que tiene la fuerza de trabajo en el precio final de los productos elaborados por las cooperativas genera una tensión al interior de la misma entre la racionalidad del capital y la del trabajo. Sin embargo, los actores que funcionan bajo las lógicas del capital se ven beneficiados ya que esa es la lógica predominante, ergo las cooperativas en su intento de no quedar rezagadas en la competencia no tienen muchas más opciones que comenzar a sacrificar los niveles de retiros para poder obtener inversiones en capital que le permitan estar a la altura del mercado nacional. Es así como actualmente en la mayoría de las CTA los niveles de ingreso por trabajador son menores que los percibidos por el sector a través de los acuerdos colectivos.
Pero entonces ¿cómo hacen este tipo de emprendimientos para continuar produciendo con estas dificultades y a su vez invertir en capital los excedentes obtenidos? La forma que poseen las cooperativas de trabajo de salir de esta encrucijada son dos. Por un lado haciendo uso de la solidaridad y del sentimiento de identidad colectiva para poder sacrificar remuneración a corto plazo en busca de obtener mejores resultados a futuro. Esta identidad fue forjada o en los procesos de lucha que se dieron durante la recuperación de las fábricas, o en el proceso de conformación de la cooperativa en su función transformadora de las relaciones sociales. Y, en segundo término, la obtención de recursos para poder invertirlos en bienes de capital.
Los montos significativos de inversión de capital llevan a mantenerse como una apuesta posible de producciones con alto grado de tecnificación y valor agregado. Las implicancias prácticas de no disponer en nuestro país de las herramientas indispensables para consolidar una economía social y solidaria de esta índole son muy profundas. En muchos casos las empresas de la ESyS funcionan como una forma de abaratar costos laborales a gobiernos y empresarios; lo que impacta directamente en el desarrollo de las vidas de los trabajadores cooperativos.
Decir que debemos cambiar estructuralmente la forma en que está pensado el desarrollo o de cómo funcionan las fueras productivas no es suficiente, ya que no es solo una cuestión del orden sino también de los factores implicados. Es así como una economía basada en los actores hegemónicos no tiene posibilidades de encontrar respuestas a la situación actual. Como ha sucedido históricamente, las empresas transnacionales demuestran su incapacidad para generar empleo o para cumplir con su tan mentada inversión en tecnología. Por su parte, los empresarios nacionales demuestran año tras año su desidia hacia la inversión y dedican sus ganancias a la importación de tecnologías extranjeras y al consumo suntuoso antes que a la inversión mínima para mantener las instalaciones de las industrias. Claramente estos dos actores no pueden ser aliados en la búsqueda de un modelos alternativo al imperante.
De existir la determinación política para construir alternativas, Argentina cuenta con un movimiento cooperativo de trabajo alimentado al calor de las luchas populares del país y capacitado para dar respuestas. Lo cual nos habilita a decir que no se trata de “inventar” el sujeto histórico y productivo que pueda dar ese paso hacia un cambio estructural sino más bien el de profundizar y expandir las lógicas ya existentes en él. Muchos de los Estados mencionados hicieron esfuerzos específicos de la mano de políticas públicas para poder lograr un desarrollo de este movimiento con el objetivo de poseer economías autónomas y solidarias, pero en el caso argentino la situación es inversa: las políticas públicas vinieron luego del desarrollo del sector como movimiento organizado.
La paradoja que viven las empresas de la economía social y solidaria, al ser intensivos en trabajo y tener menor remuneración que las empresas capitalistas pero invertir en capital, puede ser resuelta fácilmente con un cambio estructural de la forma en que se manejan los fondos: el punto central es el capital necesario para invertir en capital fijo y en tecnología, sumado a la característica intrínseca de las cooperativas. Este capital, a nuestro entender, deberá provenir de fondos públicos destinados a tal fin. Por otra parte una pieza importante en el cambio está marcada por la capacidad de las propias organizaciones de la ESyS para consolidar fondos solidarios desde donde poder llevar adelante estas inversiones.
El Estado sigue y seguirá siendo un actor fundamental en las decisiones de todos los actores sociales ya que la relación fundamental que moviliza al capitalismo (acumulación a través de la obtención de plusvalor) sigue tan vigente como siempre.
Desde fines de los años 90, pero principalmente luego del año 2001, el Estado Argentino viene dirigiendo importantes cantidades de dinero hacia los sectores marginales y de desocupados. Por esto no es raro ver en las estadísticas un gran nivel de concentración, explotación y acumulación en nuestro país junto a grandes fondos para los sectores marginados y también para el desarrollo de programas en la ESyS.
Los fondos destinados a la ESyS han servido para solucionar diferentes problemas de este sector, como la ayuda a las cooperativas que se inician, los convenios de fortalecimiento institucional, los fondos como Fuerza Solidaria, el Plan Argentina Trabajo, etc.
Esta situación ha llevado a la consolidación del sector, pero ¿sirve para poder dar ese paso en la forma en que se piensa y ejecuta el desarrollo?. Sin lugar a duda la ESyS aumenta su participación en la producción anual de la Argentina con la especificidad de poseer otras reglas y objetivos, lo que debería llevar a que el Estado tome a este sector no como “otro” más dentro de las posibilidades sino como uno que abre las puertas a un crecimiento no solo económico sino también social y ambiental. Al tener un movimiento de Economía Social y Solidaria tan fuerte, que es capaz de organizarse políticamente y estructurar las decisiones, lo único externo que necesita este para avanzar a la siguiente etapa es conseguir un entendimiento de su especificidad por parte del Estado. Pero no sólo es una cuestión teórica o institucional, sino también el que eso lleve, indefectiblemente, a la consolidación de un fondo de capital que permita desarrollar el sector (como es el caso del “FONDES” de Uruguay).
La respuesta entonces no sólo se trata de ver si el sistema capitalista va a encontrar nuevas formas de extraer beneficios gracias a alguna nueva forma tecnológica, sino más bien apunta a saber cuáles van a ser las acciones de los sujetos, instituciones y Estados que intentan encontrar un camino alternativo al actual mientras el capitalismo transita por esta etapa.
De esta forma, las fronteras del capitalismo hoy se encuentran en una forma difusa pero activa y presente, ya no pueden ser encontradas en el avance de las fuerzas productivas como proponían los partidos comunistas del siglo XX.
Lo que nos lleva a pensar que parte de la solución será encontrar estos caminos alternativos y obtener espacios de autonomía. Claro está que esto no podrá darse por “fuera” del sistema, sino en su interior. Sin temor a equivocarnos consideramos que no es posible avanzar en estos caminos sin una profunda democratización de la forma en que se construyen y relacionan las fuerzas productivas de una sociedad. La ESyS, que como hemos visto solo puede ser vista como un proyecto, como una de las herramientas útiles que poseemos. Un solo país no podrá sobrevivir con un modelo alternativo de economía. Por ende debe por todos los medios posibles encontrar aliados a nivel regional y global. Lo que hemos demostrado es que esos aliados no pueden provenir de los sectores de capital, sean concentrados o no. Esta es la potencialidad que tiene hoy en día nuestra región como ninguna otra en el mundo.