Por Gabriel Casas
La dictadura también manchó a la pelota. Dossier a 40 años del Golpe de Estado cívico-militar-eclesiástico, realizado en conjunto por Marcha y Contrahegemonía.
¿Era necesario que Chile-Argentina por las eliminatorias sudamericanas tenga como fecha el 24 de marzo? ¿No se podría haber gestionado desde la AFA hacia la FIFA la modificación para que se juegue el 23 o el 25? ¿En qué cambiaría tanto un día más o menos en las fechas FIFA? Es bueno recordar que en la última doble fecha de las eliminatorias, Argentina-Brasil se jugó un día después por las malas condiciones climáticas en Buenos Aires y nada raro pasó por eso.
Ahora ya sería inútil presionar a la AFA para cambiar la fecha, pero el problema es que nadie en el máximo organismo del fútbol argentino haya saltado en el momento en que se conoció dicha fecha. Obvio que quizás los viejos carcamanes y Daniel Angelici no tengan muy en cuenta al 24 de marzo como un día muy especial para los argentinos. Resulta extraño en Hugo Moyano, ante tantos sindicalistas desaparecidos por la última siniestra dictadura cívico-militar. O en Matías Lammens, que es un joven dirigente que creció bajo la lucha por la memoria, verdad y justicia.
Ya que la FIFA no permite manifestaciones políticas en los partidos que organiza, estaría bueno que los futbolistas y el cuerpo técnico se manifiesten de diferentes maneras ante el 40 aniversario de un día de luto para los argentinos. No podrán salir a la cancha y portar una bandera que recuerde a los 30.000 compañeros desaparecidos. Entonces, al menos sería una buena señal que salgan con los brazaletes negros que usan en condición de luto.
También, que en esta semana previa, en el predio de la AFA en Ezeiza, Messi y compañía reciban a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. También a los integrantes de H.I.J.O.S. Sería una manera de que el fútbol se involucre a su manera. Y que ahí le cuenten, por si no lo saben, la historia del estadio Nacional de Santiago de Chile, donde irán a jugar. Allí, la dictadura asesina de Augusto Pinochet, lo utilizó en los setenta como campo de concentración y de exterminio de los desaparecidos chilenos.
También contarles, por si no lo saben, que las dictaduras de Jorge Videla y Pinochet casi llevan a una guerra entre Argentina y Chile en 1980 por las islas del Atlántico sur. Que sólo se frenó en ese momento por la intervención del papa Juan Pablo II. Y recordarles que como los militares argentinos se quedaron con las ganas, y para tratar de mantener a la dictadura, dos años después iniciaron una guerra por las Islas Malvinas bajo el mando de Leopoldo Galtieri, en la que murieron cientos de soldados argentinos sin preparación adecuada para la batalla.
Recordarles que la Junta Militar de Videla, Massera y Agosti estuvo en los estadios durante el Mundial 1978 y celebraron el título en el estadio de River, mientras que muy cerca de ahí, en la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) funcionaba un centro clandestino de detención donde se torturaba y mataba a compatriotas. Que la dictadura militar utilizó al Mundial para intentar limpiar su imagen en el exterior. Y que también en su momento, Galtieri fue a visitar a la Selección Argentina antes del Mundial de España 1982 (que nuestro equipo lo jugó mientras el país estaba en la guerra de Malvinas) y abrazó al entrenador César Luis Menotti.
O sea, hacerles sentir con la verdad de sus testimonios, que la dictadura también manchó a la pelota. Generarle la conciencia de lo que significa este 24 de marzo, como todos los años desde 1976. No hay que pedirles a los futbolistas o entrenadores que hablen u opinen sobre el tema si no se sienten capacitados. Pero sí que sepan que son parte de la historia del país. Y un mensaje de ellos, con un fútbol tan globalizado mundialmente, puede generar mucho en los que admiran a los jugadores acá y en cualquier parte del planeta. Y demostrar que los argentinos seguimos luchando después de 40 años por la memoria, la verdad y la justicia.