Por Gabriel Montali (*), desde España. En esta segunda parte de la entrevista, Luis de Azcárate, de extensa trayectoria de lucha contra el franquismo, recuerda las consecuencias de la Guerra Civil española (de cuyo final se cumplieron 75 años) y sus encuentros con Stalin y Fidel Castro.
-¿Pensó en romper con el PC como hicieron muchos militantes en todo el mundo?
-A mí eso no se me pasó por la cabeza. Sí hubo una reflexión clara. A mí lo que se me pasó por la cabeza es que todo era una cosa disparatada. Vivía en Praga cuando hubo los juicios que destituyeron a (Rudolf) Slánský, que era el Primer Secretario del PC checoslovaco. Lo que pasa es que nosotros nos lo creíamos porque teníamos plena confianza en lo que hacían los jefes soviéticos. Pero era una cosa que, si la mirabas fríamente decías: “¿Cómo es posible que el Secretario General del PC sea un agente de los americanos? ¿Cómo es posible que hayan llegado los americanos a corromper a este hombre?”, que tenía que ser, digamos, un tío a prueba de todo. Era un ambiente absurdo, un sistema de lo más absurdo que no podía progresar como tal. Por eso siempre digo que de aquello me queda la convicción de que sin libertad, ni respeto a los derechos humanos, no se puede construir el socialismo. Un amigo mío me dijo una vez: “Lo que Stalin hizo es hundir al movimiento comunista internacional”. Y es verdad, tenía toda la razón.
-¿Usted lo conoció a Stalin?
-Sí, en 1937. Estábamos Pío, mi primo, y yo con la delegación española que había sido invitada a la fiesta del primero de mayo. Cuando acabó el desfile, Stalin, como para hacer un gesto de honor, quiso saludar a los integrantes de la delegación, y como nosotros estábamos con ellos pasamos y le dimos la mano a toda la jerarquía que estaba allí, a Molotov, a todos. Resulta que al final había que darle un abrazo a Stalin. Bueno pues, a mí me dio un beso aquí (señalando la mejilla). Era un hombre bajo y tenía un brazo atrofiado, además de una enorme capacidad para liquidar gente.
-Hacia mediados de los años 50 se producen unas discusiones en el PC español en relación a las actividades guerrilleras en contra de Franco. ¿Usted estuvo a favor de seguir sosteniendo la lucha armada contra el régimen?
-No, la lucha armada no. En un momento determinado puede ser necesario recurrir a ella, pero en general a lo que hay que recurrir es a métodos de lucha que hagan que las masas se movilicen. Nosotros no tenemos nuestra fuerza en tirar tiros, porque tirando tiros los de enfrente nos ganan. El objetivo debe ser el apoyo masivo de la gente, igual que ahora, que hay una serie de posiciones extremistas en España. Creo que lo que hay que hacer es reclamar las reivindicaciones absolutamente necesarias para que haya el máximo de apoyo. El mérito del movimiento de izquierda tiene que ser lograr que todo el descontento se una en una plataforma común, ésa es la posición revolucionaria.
-El mensaje sería no ser sectario.
-¡Claro que no hay que serlo! Eso nunca, eso es antirrevolucionario.
-Para la fecha de los discursos de Kruschev y los debates dentro del PC español, estalla la Revolución Cubana, otro de sus destinos de exiliado.
-Te puedo hablar mucho de Cuba porque he estado diez años allí colaborando con el desarrollo de la industria. Cuba es el lugar donde he sentido que mi trabajo era útil para la gente, eso fue un gran estímulo. Además, había que ver la enorme voluntad de los cubanos. Podrían haber tenido un futuro brillante, pero no fue así. Siempre digo que creo que faltó dar continuidad y profundizar las tareas de desarrollo económico. No es que no se hayan dado pasos en ese sentido, sino que no se produjeron los resultados que se debieran haber producido.
-¿Conoció al Che?
-Sí, no personalmente, pero estuve en algunas reuniones en las que él estuvo.
-¿Qué consideración tenía de él?
-Creo que era un tipo muy riguroso y muy inteligente. Pero creo que él y Fidel no acertaron al considerar la realidad social y política del mundo. Lo del Che de decir que hay que hacer varios Vietnam fue un error, estaba equivocado. Te puedo decir que para mí Cuba es un ejemplo de socialismo como no hay que hacerlo. Yo respeto mucho la figura de Fidel. Como líder político fue una bendición de Dios; para movilizar a las masas, en eso ha sido un tipo extraordinario. Pero creo que ha sido un desastre para el desarrollo económico de Cuba, porque lo que fuera Plan Fidel se hacía, pero lo que no fuera Plan Fidel se dejaba de lado. El gobierno era él, y a todos los que tenía alrededor se les caía la cabeza hacia adelante diciendo a todo que sí.
-¿Pudo conocerlo a Fidel?
-Sí, claro. Nomás al llegar a Cuba fuimos a la playa con mi amigo Barral, que era muy amigo del Che, y yo tenía a Mari Cruz, mi hija pequeña, en brazos, cuando de repente llegan unos tipos altos y barbudos y resulta que uno de ellos era Fidel. Entonces nos ponemos a charlar con ellos, a comentarles que veníamos de distintos países a colaborar en lo que pudiéramos con la revolución, y en un momento Fidel me dice: “Oye, ¿y este varoncito tan lindo cómo se llama?”, y le daba con el dedo a Mari Cruz en la barriga. “Fidel, que no es varoncito, es mi hija”, le contesto. “¿Y ese corte de pelo?”, me dice, porque le habíamos cortado el pelo muy corto a la nena, así como a los chicos. Me pareció un tipo muy familiar. Luego se fue a nadar con las patas esas (de rana), y ya que el tío es alto y fuerte, imaginas, se perdió por allá con sus escoltas. Esa es una vez que le he visto.
-¿Qué hay de las otras?
-Por ejemplo, un domingo me llevó el director de la empresa de construcción de maquinarias en la que trabajaba, a un sitio en el que iba a estar Fidel. Ten en cuenta que yo venía muy imbuido de que en Cuba no había culto a la personalidad. Entonces, cuando llegamos al sitio éste, que era un campo de caña, el director se presentó, nos agradecieron por acudir un día domingo y tal. Y decían: “Vean el campo, que está saliendo la caña, pues ya está actuando el fertilizante”. A lo que nosotros preguntamos: “¿Y qué cantidad de fertilizante están echando?”. “Pues el puño del comandante”, respondieron. Entonces Fidel cogía fertilizante y lo arrojaba donde habían plantado la caña. O sea que la medida de fertilizante que había que echar era su puño, y yo pensaba: “Coño, ¿así se maneja esto?”.
-Quiero volver un momento a la primera etapa del exilio, porque todavía no hemos hablado de Miggie, su antigua novia.
-Claro, Miggie Robles, fue un primer gran amor. Ella además tiene una historia muy interesante. Nos conocimos en París, en ese momento yo estaba trabajando en una organización que ayudaba a los estudiantes españoles, sobre todo a los que estaban en campos de concentración, y resulta que la responsable de toda la actividad era Miggie. Pues, Cupido actuó; estábamos muy enamorados. Pero, como te decía, Miggie tiene una historia muy interesante. Ella era hija de José Robles, un profesor de la Universidad John Hopkins, muy conocido por su actividad como traductor y su amistad con el escritor John Dos Passos. Robles se incorporó al Ejército Republicano cuando comenzaba la guerra y por saber ruso trabajó como traductor para los militares soviéticos y acabó siendo asesinado por la KGB. Por el asesinato de Robles rompieron su amistad Dos Passos y Hemingway, porque Hemingway no demostró interés en el caso y porque decía que si se lo había detenido seguramente debía ser un traidor y tal. En fin, de Hemingway tengo muy mala opinión; creo que fue un tipo de una ética muy cuestionable.
-¿Y la historia de usted con Miggie cómo siguió?
-Después de Francia ella fue a México con su madre, un tiempo antes de que yo viajara para allá. En México continuamos un tiempo más, pero después nos separamos y cada uno hizo su vida. Ella se casó y yo también, con María, con quien tuve dos hijas, Mari Cruz y Carmen, y un hijo, que se llama Luis. Y a Miggie la volví a ver en 1980, en México. Hacía más o menos cuarenta años que no nos veíamos. Charlamos de nuestras vidas, de lo que habíamos hecho. Luego la acompañé al estacionamiento donde tenía su auto, y antes de despedirnos nos tomamos de la mano en un ascensor repleto de gente. Eso fue todo. Miggie murió en Madrid el 8 de noviembre de 2006.
-Imagino que eso forma parte de la etapa dura del exilio: las amistades rotas, los familiares que no volvió a ver, los cambios permanentes de país y residencia. ¿Cómo hizo para sobrellevar la distancia y la lejanía de su tierra y su gente tanto tiempo?
-¿Qué quieres que te diga? En realidad, tú tenías cierta satisfacción, porque políticamente el exilio fue pesando cada vez más en la lucha contra el régimen. Eso ayudaba mucho y daba satisfacciones.
-¿Recuerda el último día de la dictadura?
-¡Hombre!, claro, estaba pendiente de la radio, que el dichoso Franco éste no acababa de morirse. En ese momento estaba viviendo en Argelia.
-¿Con otros españoles?
-No, con unos técnicos extranjeros.
-¿Festejó un poco?
-Traté de conseguir cuanto antes el pasaporte español, pero no me lo daban. Es que yo estaba apuntado como jefe del KONSOMOL en España, que era la organización de juventudes soviéticas. Hombre, que yo estaba metido en líos y en historias, pero tampoco tenía una actividad política tan notable.
-¿A España cuándo pudo volver?
-A fines de los setenta, pero como no conseguía trabajo volví a México. Luego estuve en Marruecos, y a España recién regresé definitivamente en los años 90.
-Si tuviera la posibilidad de volver a vivir esa vida de nómade por obligación y convicción, ¿lo haría?
-Sí, y trataría de mejorar mi actividad y hacerla más eficaz. Pero no renuncio a ninguna decisión. Yo no digo: “Coño, si no me hubiera metido en esto”. En México tenía un buen puesto cuando me fui, aunque empezaba como ingeniero tenía perspectivas en la Comisión Federal de Electricidad. De ninguna manera aspiraría a renunciar a todo lo que hice.
-Pese a la historia y a todo, España tiene una tradición católica fuerte, ¿cree usted en la vida después de la muerte? Es decir, ¿espera reencontrarse con toda la gente querida que perdió?
-Qué va, hombre, cuando se acaba la vida se acaba. No creo en el más allá, aunque fantasmas los hay. Yo veo muchísimos, de repente en casa no encuentro las cosas y digo: “El fantasma me las ha cambiao de lugar”.
(*) Periodista, autor del blog gabrielmontali.blogspot.com