Por Pablo Gandolfo
La baja internacional del precio del petróleo disparó un conflicto sindical en la provincia de Chubut. Los intereses en juego fueron intencionalmente confundidos por los actores involucrados. Lo que sigue es un intento por clarificarlos.
Las empresas que extraen petróleo en la Argentina no cobran el barril según el precio internacional que, redondeando, bajó de 100 a 30 dólares el barril, sino que reciben un precio más elevado, que en el caso de la cuenca neuquina es de 67,50 dólares. Chubut produce un petróleo pesado (escalante) del que solo el 40 % se destina al mercado interno. Por este, las empresas reciben 54,90 dólares por barril.
¿Quién paga esa diferencia? Todos los argentinos, de manera directa cuando llenamos el tanque o, de manera indirecta, a través de los costos de la totalidad de lo que consumimos, ya que todas las cadenas de valor contemplan derivados del petróleo.
Todos aportamos para que las empresas reciban por su producción de 56 a 67 dólares, cuando el libre mercado, que esas mismas empresas pregonan cuando les conviene, dicta que deben recibir entre 20 y 30 dólares. Ahora bien, ¿acaso estas empresas no ganan con el precio de mercado? El costo de extracción del barril se calcula que ronda los 12 dólares de promedio en la Argentina. Según ese valor, estas empresas recibirían una tasa de ganancia del 100% –una ganancia extraordinariamente alta, mucho más de la que tiene la mayoría de las empresas del país–. Con subsidios, esta tasa de ganancia se eleva a un disparatado 500%. Todos donamos caritativamente una parte de nuestros ingresos, no para que estas empresas puedan operar o para que no despidan trabajadores, sino para que empresarios multimillonarios ganen cifras siderales. Extraño altruismo.
¿Por qué el conflicto se disparó en Chubut?
El conflicto surgió por el 60 % del petróleo que se extrae en Chubut y que se destina a la exportación. Por esa fracción, las empresas no recibían subsidios y cobraban según la cotización internacional del crudo. Descontados impuestos y regalías, se quedaban con 20 dólares por barril. 8 más que su costo de extracción, pero una ganancia muy pequeña para empresarios parasitarios, acostumbrados a operar en nichos donde pueden abusar de su posición dominante.
¿Cómo respondieron a esto las empresas? Recortaron gastos y echaron trabajadores. Para reincorporarlos exigieron que el precio del petróleo que produce Chubut para exportación tuviera un piso similar al petróleo para consumo interno. Traducido, lo que pidieron es que todos los argentinos subsidiemos a estas empresas para que en lugar de recibir de 20 a 30 dólares por barril exportado reciban 56 dólares.
¿Cómo terminó el conflicto?
El gobierno nacional aportó 250 millones de dólares y el provincial 40, para otorgar un subsidio de 10 dólares por barril, durante 6 meses [1].
¿A quién estamos subsidiando y qué es lo que estamos pagando? Los argentinos, todos, pagamos 290 millones de dólares –4060 millones de pesos– para sacar de la tierra un petróleo que no consumiremos y que mejor sería dejarlo momentáneamente allí abajo. La empresa se embolsará 40 dólares y nosotros habremos pagado10 dólares para, al cabo de los 6 meses que dura el acuerdo, perder 17,4 millones de barriles de petróleo, la materia prima superestratégica del mundo por la cual Estados Unidos hace guerras, devasta países y trasporta por medio mundo a un Ejército completo.
Entonces, ese petróleo será luego vendido al extranjero, probablemente a países industrializados y ricos, que son los principales importadores de petróleo, a 20-30 dólares el barril.
Aunque la Argentina no mueve el amperímetro a escala global en la producción de petróleo, el caudal que aportamos incrementa la oferta mundial de crudo y colabora para que se mantenga bajo el precio internacional. Por esta vía, además de a las empresas, nuestro subsidio colabora con las economías más ricas, industrializadas e importadoras de petróleo: Estados Unidos, China, Alemania, Japón, Francia, etcétera. En paralelo, los argentinos, que aún conservamos el autoabastecimiento en petróleo, pagamos 1 dólar el litro de nafta mientras que el usuario estadounidense (país que importa petróleo) paga 55 centavos.
Con este desaguisado, que lleva desde la privatización en los años noventa dos décadas de políticas depredadoras, administradas por políticos ultra corruptos y dirigentes sindicales que no merecen ese nombre, el petróleo que tenemos se convirtió en una desgracia que empuja a las provincias a pelearse entre sí, que nos da pérdidas cuando sube de precio y más perdidas cuando baja; que incrementa el precio de la nafta cuando sube el internacional, y lo incrementa aún más cuando baja, para sostener así un precio subsidiado. Todo recubierto con la excusa de que necesitan ese precio para explorar y aumentar reservas aunque estas empresas nunca exploraron.
Mientras tanto, en la Argentina suben las tarifas de la luz, para bajar los subsidios. De eso se trata el imperialismo: girar recursos a los países del centro. Para hacerlo dejamos de subsidiarnos a nosotros mismos y subsidiamos la energía que consumen las economías desarrolladas. Esa es la tarea de un gobierno proimperialista que cumple bien su función.
[1] 161.000 barriles diarios, 4.833.333 barriles mensuales, 29 millones de barriles al cabo de los 6 meses que dura el acuerdo. Si bien no aparece aclarado en las versiones que se difundieron sobre el acuerdo, por las cifras deducimos, que el subsidio abarcará, no solo los barriles de exportación sino a la totalidad de la producción de la provincia. Así los barriles de consumo interno, que ya recibían subsidio, recibirán 10 dólares adicionales.