Por Emiliano Azubel. República Checa eliminó en semifinales al equipo capitaneado por Martín Jaite, por 3 a 2, gracias a la enorme tarea de Tomas Berdych, que ganó dos singles y el dobles junto a Stepanek. Silbidos y apoyos para Del Potro, quien no jugó ayer producto de una lesión.
No se pudo lograr la hazaña. No se llegó al esperado quinto punto con chances y se escapó otra vez la posibilidad de alcanzar la Ensaladera de Plata para Argentina. Sin embargo, la actitud y el corazón que demostró Carlos Berlocq le valió una merecida ovación de todo el estadio Mary Terán de Weiss. El tenista de Chascomús dejó todo lo que tenía para dar, pero no pudo ante la superioridad de su rival y perdió ante Berdych por 6-3, 6-3 y 6-4 en dos horas y 45 minutos de juego. Con el triunfo de Juan Mónaco sobre Ivo Minar, República Checa cerró la serie 3-2 en el predio de Villa Soldati y se clasificó a la final de la Copa Davis. En diciembre, buscará el título ante el campeón defensor, España.
El equipo argentino deberá esperar el sorteo para el 2013, que se hará este miércoles, para volver a soñar con pelear por la Copa que se le niega. Por primera vez perdió como local en el estadio Mary Terán de Weiss, ex Parque Roca, donde juega desde 2006.
En un fin de semana complicado y lleno de rumores sobre la relación de los integrantes del equipo argentino con Juan Martín Del Potro, la baja del tandilense para el cuarto punto hizo que el capitán Martín Jaite debiera recurrir a Berlocq para afrontar el partido clave. Delpo le había ganado el viernes a Stepanek en tres sets, pero terminó con mucho dolor en su muñeca izquierda y le comunicó al cuerpo técnico que no iba a estar el domingo. La información se filtró el sábado al mediodía, en medio del dobles y dejó en evidencia una falta en la comunicación del equipo argentino en general y del tandilense, en particular.
Berlocq, número 45 del ranking ATP, había debutado en Copa Davis el sábado, en la derrota en el dobles junto a Eduardo Schwank. Con poco tiempo para preparar el match, pero con la garra que lo caracteriza en el circuito, el tenista de 29 años salió a buscar el match de su vida ante el número seis del mundo. Pese a la evidente diferencia de nivel, Charly logró entablar largos peloteos en el comienzo y con su derecha, buscó siempre el revés de Berdych. El checo, con el servicio como aliado, gracias a un 61% de primeros saques y seis aces, se mantuvo siempre firme y se llevó los dos primeros sets por idéntico resultado: 6-3.
En el último parcial, y en gran parte por el aliento permanente de los hinchas argentinos, Berlocq se repuso de una desventaja de 4-1 y hasta tuvo dos oportunidades para quebrar el saque de Berdych en el 4-4. En ese momento, el checo sacó a relucir su chapa de Top Ten y se hizo fuerte con sus tiros ganadores (17 en el último set, 46 en todo el encuentro). De esa manera mantuvo su servicio y le dio la victoria a su país. Quizás lo único que se le pueda reprochar a Charly es la poca efectividad en las chances de quiebre, 1 de 13 a lo largo del encuentro. Igualmente estos son solo números fríos, que no quedaron en la mente de las 14 mil personas que lo aplaudieron tras la derrota. Al despedirse del estadio, Berlocq tomó el micrófono y agradeció: “Gracias por el aliento constante. Para mí, lo que viví estos tres días no me lo voy a olvidar en toda mi vida. Es increíble lo que se siente acá, la fuerza que transmiten. Corría para todos lados, pero nunca sentí el cansancio gracias a su apoyo”, describió y finalmente se alejó de la cancha bajo una ovación.
Entre los silbidos y la ovación
La incertidumbre sobre si Juan Martín Del Potro, sin poder jugar debido a los dolores que sufre en la muñeca izquierda, iba a estar ayer en el Mary Terán de Weiss, se disipó rápidamente. El tandilense ingresó junto al resto de sus compañeros al estadio para observar el partido entre Berlocq y Berdych. Se ubicó al lado del correntino Leonardo Mayer, tenista que ofició de sparring durante toda la semana. En un principio, el público no reaccionó ante la baja de Delpo y se dedicó a alentar a Berlocq. Sin embargo, a medida que transcurrían los games y el partido se iba escapando, algunos gritos aislados le reprocharon su ausencia en el último día del fin de semana.
Pero lo más llamativo llegó sobre el final, cuando ya Martín Jaite se había retirado del estadio y solo quedaban los checos festejando el pase a la final. Del Potro, junto al resto del equipo argentino, se fue en fila hacia el vestuario y desde las tribunas empezaron a escucharse fuertes silbidos. El tandilense aceleró el paso y dejó atrás la cancha. En el mismo momento que su alta figura se perdió de vista, los silbidos se transformaron en ovación y en el clásico grito: “olé, olé, olé, Delpo, Delpo”. Así, el estadio quedó dividido entre los que le reprocharon al número ocho del mundo su baja del sábado y los que salieron a apoyarlo.