Por Laura Cabrera @LauCab
Entre los documentales sobre los orígenes de esa conjunción de sonidos que son mucho más que música, Cumbia la Reina es un recomendado que habla de la identidad, de la mutación de un género que se adaptó a las épocas y que supo ser siempre del pueblo, aunque a veces ignorado. Y aquí está, de pie, porque durante años fue símbolo de resistencia.
“La cumbia es el pulso de Latinoamérica y la reina de la calle”. Con esa frase, uno de los entrevistados define al género musical que sin lugar a dudas da identidad a América Latina. Y parecería ser ella la columna vertebral de este recomendado: Cumbia la Reina (2015), documental del director Pablo Coronel, quien abarcó el género desde su surgimiento en Argentina, allá por los ’50, hasta nuestros días, con todas sus variaciones.
La evolución de ese conjunto de sonidos al que queremos/llamamos cumbia está relatado por los y las protagonistas, que más allá del paso del tiempo y las muertes, siguen siendo hoy referentes, como es el caso de Koli Arce o Gilda. Un sociólogo habla del contexto histórico de la cumbia, que para cada momento también supo tener un formato. Figuras que se presentan en la diégesis del relato como “presentes/ausentes”, hablando de los orígenes de la cumbia y recibiendo un nombre en pantalla recién cuando el tiempo del relato los toca como “actuales”, permaneciendo entonces anónimos en esa génesis que les dio vida en la movida tropical. Imágenes y sonidos de archivo. Estos son algunos de los recursos que contiene la propuesta de Coronel.
Fresco, interesante y para nada clásico, el film establece dos líneas cronológicas que, aunque paralelas, se chocan en la narración de aquellos que como protagonistas del pasado hablan sobre el pasado y aquellos que como protagonistas del presente también tocan aquellos tiempos. Esta línea resulta interesante por no quedarse en lo musical y por entender el producto desde la historia, desde el contexto: ¿qué pasaba en los ’50 cuando grupos como Los Wawancó llevaban la fiesta a clases bajas y altas?, ¿qué sucedía en los ’90, cuando Ricky Maravilla se sentaba en la mesa de Mirtha Legrand?, ¿y en 2001?, ¿por qué la cumbia villera es catalogada como aquello que no debe ser llamado música o como eso que genera violencia?, ¿por qué a pesar de todo esto persistió a tal punto de ser tomada como base de nuevos sonidos y hasta interpretada por rockeros?
La respuesta: la cumbia es la identidad de los pueblos latinoamericanos. De esto viene el documental. De esto y de la diversión que genera en el público que muchas veces no supo entender de qué venia la cosa, sobre todo en Argentina.
De historias y tiempos
Ella, la cumbia, tan presente en sonido, tan protagonista, es admirada por grandes como Los Wawancó, El Quinteto Imperial y Koli Arce, los pioneros. Y son ellos mismos quienes cuentan historias de cómo la cumbia se fue metiendo en las diferentes clases sociales y de qué forma fue haciéndolo, siempre desde las clases bajas, en las radios de empleadas domésticas o en las estaciones de trenes. Pero siempre ahí, en el ambiente, para que todos escuchen y el que quiera se anime a bailar.
La línea histórica avanza. Gilda es protagonista de algunos minutos de documental, no sólo como la mujer que revolucionó la movida tropical por ser tan distinta a los estereotipos sino también por haberse convertido en una santa del pueblo, aquella que nunca muere. Y ahí está otro de los méritos de la movida tropical: el de sobrepasar la barrera musical y transformar culturas y creencias, tal como sucedió con esta jóven mujer que cambió su profesión para ponerle el cuerpo a la labor en este género hasta el momento gobernado por grupos masculinos.
El documental se completa en esa época con los grupos “armados” como Volcán, Commanche (algo así como los Back Street Boys nacionales, los que llenaban estadios y salían del escenario con custodia) y se va acercando a la actualidad mediante la exposición de un viaje de gira del reconocido Amar Azul, gira al parecer bastante agitada y cargada de trabajo.
Y es esta última banda la excusa para hablar de la última gran movida de la cumbia, protagonizada por un ex Amar Azul: Pablo Lescano. Aquí comienza una nueva etapa, la de la “cumbia villera” tantas veces estigmatizada y castigada por quienes no entendieron que sus letras no hablan de deseos sino de realidades, de protesta, de la resistencia musical en una época en donde la crisis, el hambre y la pobreza atravesaron a un país.
Con toda esa historia encima, el documental se completa con los nuevos sonidos, con las nuevas bandas que son la prueba de que la resistencia cumbiera triunfó porque allí está, generando otros aires que salen desde ella y vuelven a ella, como si fuese un círculo. La identidad otra vez se hace carne en cada acorde.
Cumbia la Reina es sin lugar a dudas un registro audiovisual llamativo en su relato, que da cuenta de cómo un género muchas veces ninguneado fue sin embargo en toda época un hilo conductor, un germen en expansión aún en aquellas clases que se resistían a las melodías de ella, la que supo jugar y caminar como hormiga para llegar a ser hoy la que atraviesa fronteras.
El documental puede verse en: http://www.cinemargentino.com/films/914988721-cumbia-la-reina