Por Hernán Apaza, desde Santa Fe. La ex estación de ferrocarril Mitre de la ciudad de Santa Fe, fue escenario de un nuevo round entre el Centro Cultural y Social El Birri, que desarrolla sus actividades en el edificio, y la gestión municipal del radical José Corral. Un combate de fondo, abierto y sin definición a la vista.
El pasado viernes 15 de febrero, en las primeras horas de la mañana, trabajadores de El Birri -tal como se denomina popularmente al Centro Cultural-, se vieron sorprendidos cuando personal de la Municipalidad de Santa Fe, oficiando de fuerzas de choque al mando del Subsecretario de Prevención y Seguridad Ciudadana Sebastián Montenotte, irrumpió violentamente en la ex estación de ferrocarril Mitre, sede del Centro Cultural, con el fin de efectuar su desalojo. Este procedimiento, tal y como debieron reconocerlo los propios funcionarios, no contó con la orden judicial correspondiente y se realizó contrariando el acuerdo que la propia Municipalidad había firmado con el Centro Cultural y cuyo plazo vencía en octubre del corriente año. Se supo luego que esta acción se amparaba en una decisión del Ejecutivo Municipal de dar por finalizado el permiso para el desarrollo de las actividades promovidas en la ex Mitre por parte de la asociación civil (figura legal a la que recurrieron los trabajadores para poder suscribir este acuerdo y gestionar fondos para la consecución de sus objetivos). Si bien el desalojo no prosperó, lo cierto es que esta decisión modifica radicalmente el marco dentro del cual las actividades sociales y culturales eran desarrolladas en el Centro Cultural y, ciertamente, amenaza su continuidad.
¿Qué es “El Birri”?
Se trata de un espacio que promueve la creación y difusión cultural a través de muy diferentes y variadas manifestaciones artísticas, cuyo sello distintivo es el modo en el que esta labor se realiza: es un espacio cultural autónomo, autogestivo y que aglutina en su asamblea -órgano soberano que define todas las cuestiones colectivas de quienes se encuentran en él- a diferentes organizaciones y expresiones de organización comunitaria y popular. Su rica historia se remonta a los años en los que Fernando Birri produjo en esta mítica estación su Tire Dié, dando inicio a una vasta tradición fílmica documental en Argentina y Nuestramérica. Pero sus perfiles actuales encuentran su espíritu en las experiencias autonómicas del 19 y 20 de diciembre de 2001 -cuando hacía 6 años que a raíz de las gestiones del propio Birri y su Fundación, el espacio abandonado había recuperado vitalidad- y una marca indeleble producto de la criminal inundación del año 2003 (y también de las de 2007), que hermanaron para siempre al Centro Cultural con sus vecinos; pero no sólo en la tragedia, sino en la alegría de los sucesivos carnavales organizados y festejados en torno a la estación.
Actualmente, no sólo quienes constituyen la asociación civil -que firmó el acuerdo con la Municipalidad-, intervienen en este centro cultural autónomo: habitan y constituyen la asamblea de El Birri decenas de organizaciones y vecinos que le dan vida cotidianamente al espacio.
Alrededor de las 9 de la mañana, un grupo de personas integrado por agentes de seguridad del municipio, de civil y sin identificación, irrumpió en la sede del Centro, emplazado a las puertas del Barrio San Lorenzo, en la zona sudoeste de la ciudad. Fue secundado por personal de la Policía provincial que, sin mediar motivo, no dudó en detener a dos de los trabajadores presentes en el lugar. Al mencionado Montenotte (que recientemente fue denunciado penalmente por vecinos de la zona norte de la ciudad por presunto abuso de autoridad, amenazas agravadas y violación de los deberes de funcionario público), lo acompañaron Sergio Trevisani y Fernando Sosa, coordinador municipal del distrito suroeste y coordinador de Seguridad Municipal, respectivamente, como responsables del operativo. Todo esto quedó registrado en las filmaciones realizadas por los propios trabajadores.
Durante las pocas horas que duró la intrusión, que implicó no sólo violencia contra trabajadoras y trabajadores presentes, sino destrozos del patrimonio edilicio y bienes del propio Centro Cultural, los empleados municipales tomaron el control del hall central y de la planta alta del edificio.
El desalojo se frustró como consecuencia de la resistencia de los propios trabajadores y de la solidaridad de decenas de personas que se movilizaron rápidamente al lugar. A las 15 del mismo viernes, el hall central de la ex estación desbordaba de quienes habitualmente concurren al Centro Cultural a disfrutar de sus diversas propuestas culturales: estaba nuevamente bajo el cuidado de sus legítimos ocupantes.
Desde que la asociación civil firmó el convenio con la Municipalidad, en el año 2008, se sucedieron distintos conflictos por preservar la autonomía de las propuestas culturales y de los propios trabajadores nucleados en El Birri y para frenar la presión del Municipio para intervenir en definiciones estratégicas sobre el lugar.
Como explicó Brian Murphy -uno de los detenidos por la fuerza policial- en conferencia de prensa y tras su liberación, realizada el mismo viernes, el conflicto abierto manifiesta un choque de concepciones político-culturales. Por un lado, el modelo de administración y gestión de espacios “recuperados” por el Municipio (antes bajo el gobierno de Mario Barletta, hoy de José Corral) que conjuntamente con el Gobierno Provincial a cargo del Frente Cívico y Social, implementaron la privatización de espacios públicos a través de concesiones a particulares y cuyo paradigma es la ex estación Belgrano. Y también, de otros espacios devenidos culturales en la ciudad capital, cuyo modo de gestión es definido verticalmente desde el Ministerio de Cultura sin participación de vecinos ni de los propios trabajadores que allí desempeñan sus tareas ( “La Redonda” y el “Molino Marconetti”, por ejemplo). Por otro lado, la propuesta político cultural del Centro Cultural El Birri que, en palabras de los propios trabajadores/militantes en conferencia de prensa, está fundada en “relaciones autogestivas, autónomas y comunitarias, horizontales y democráticas que pretenden construir un nuevo paradigma social” en un edificio del que se han apropiado creativamente y no dudan en definir como un espacio “común”. En este camino, cabe destacar, se han encargado de enfatizar que no se sienten solos: resulta vital para esta experiencia la confluencia en el Encuentro Nacional de Espacios Culturales autónomos (ENECA), con decenas de espacios que transitan los mismos caminos de construcción colectiva y resistencia ante la avanzada estatal.
Consultado acerca de este nuevo panorama, otro de los integrantes de El Birri, Manuel Venturini, no dudó al decir que al Centro Cultural “lo defiende Santa Fe, lo defiende la gente o no lo defiende nadie”. A las puertas de los festejos del Carnaval, organizado conjuntamente con distintas vecinales y colectivos barriales de la ciudad, el primer paso estratégico definido en asamblea fue “llenar al Birri de vida” organizando festivales y diversas actividades allí.
Mientras desde el estado municipal no se han producido nuevas declaraciones, más allá de la reiteración de la voluntad de desalojo, las organizaciones que conforman el Centro Cultural resolvieron realizar una marcha hacia el Municipio, el próximo jueves 21, para exigir la renuncia de los funcionarios responsables del intento de desalojo. El Birri ya ha definido su objetivo, entusiasmados por tanto afecto solidario cosechado durante las últimas horas, proveniente desde distintas latitudes: van “por cien años más de cultura popular”. Y no hay por qué dudarlo.