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    Sin categoría

    La conciencia que regula el mundo (del fútbol)

    23 marzo, 20124 Mins Read
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    La conciencia que regula el mundo (del fútbol)

    Por Sebastián Tafuro. Al igual que ocurriera hace un par de años con la organización del Mundial en Sudáfrica, la FIFA ha empezado a desarrollar un intenso ejercicio de presión que amenaza, como punto máximo, con quitarle la realización de la próxima Copa del Mundo al país anfitrión que fuera elegido allá por 2007: Brasil.

    Donde la alegría no tiene fin, una de las instituciones más poderosas del planeta instala un manto de duda en base a sus propios y polémicos intereses.

    La última semana fue bien movida en ese sentido. Desde la renuncia de Ricardo Teixeira, el histórico presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), a dicho cargo y a la presidencia del comité organizador local del Mundial, jaqueado por denuncias de corrupción de diversa índole, hasta las declaraciones del ex jugador Romario – hoy diputado nacional –, quien señaló que su país iba a “pasar vergüenza” durante la realización de la Copa. A esto se sumo el cónclave entre la presidenta Dilma Roussef y el líder de la FIFA, el suizo Joseph Blatter. En definitiva, el centro de la escena deportiva brasileña estuvo planteado en torno al evento que atraerá la atención planetaria en poco más de 2 años.

    ¿Qué hay detrás de tanto revuelo? Ya por 2006, antes de que fuera elegida en representación de Sudamérica, Blatter había declarado que “aún cuando sea el único candidato, Brasil tendrá que responder a los criterios (de selección de la FIFA), que son de elevado nivel. Sólo si los cumplen, el Mundial se realizará en Brasil. (La candidatura) es hoy sólo una idea que, con el apoyo del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y de otros políticos, empieza a convertirse en una especie de proyecto (…) pero el camino para llegar a ello y lograr la aprobación del congreso de la FIFA en 2008 es largo. No soy un profeta. Pero, si no están dadas las condiciones, el Mundial se trasladará probablemente a América del Norte”. En ese “si no están dadas las condiciones” se explica el accionar previo y actual del mandamás de la FIFA y sus voceros.

    En una nota publicada en este mismo medio a fines del año pasado, se mencionaban los dichos de un escritor sudafricano, extraídos del dossier de la Articulación Nacional de los Comités Populares del Mundial y de las Olimpíadas, en las cuales relativizaba las presiones aunque descubría la verdadera cara de las mismas: “Es un absurdo decir que los estadios no podrán ser concluidos a tiempo. En Sudáfrica algunas de las canchas fueron concluidas cuatro meses antes del previsto. Todo el lío que hace la FIFA sobre la conclusión de las obras es, en verdad, una forma de presionar a las constructoras. De esa manera, la FIFA consigue garantizar los cambios que quieren y cuando quieren”.

    En el mismo sentido, se expresó otra vez Romario, quien manifestó que “lo peor está por venir porque el Gobierno dejará que ocurran las obras de emergencia, las que no necesitan licitaciones. Ahí va a ocurrir el mayor robo de la historia de Brasil”.

    Es decir, detrás de las presiones, un inmenso negocio que favorece a unos pocos privilegiados. En el medio, un gobierno que quiso cambiar algunas reglas del juego – como el precio de las entradas a la baja – y se topó con el rechazo de la FIFA (mediado por el secretario general que ha confrontado discursivamente con los organizadores durante el último tiempo), aunque también la doble apuesta mundialista y olímpica ha estado marcada por problemas ambientales, desalojos de habitantes en zonas de construcción de estadios e infraestructura así como sobreexplotación laboral, según datos de ese mismo dossier.

    El Mundial seguramente se lleve a cabo en tierras brasileñas. No es una política habitual el cambio de sede luego de su elección y el gigante sudamericano es capaz – con las dificultades y complejidades del caso – de albergar el evento. Pero esa conciencia que regula el mundo del fútbol hará todo lo posible para que sus intereses se impongan sin ningún tipo de fisuras, como viene sucediendo de un buen tiempo a esta parte. 

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