Por Francisco Longa y Edgar Juncker. La irrupción de Máximo ante 40 mil personas en el estadio de Argentinos Juniors disparó varias hipótesis políticas, aunque no profundamente analizadas. ¿Qué se empieza a jugar para la agrupación juvenil que pretende el monopolio del kirchnerismo militante?
Argentino Junior
Las principales hipótesis que sustentan la decisión de La Cámpora de exponer (en amplias acepciones del término) al hijo del matrimonio presidencial ante el acto político más grande que una agrupación política juvenil haya sostenido en el último tiempo, van desde la necesidad de marcarle la cancha a Scioli hasta la posibilidad de azuzar una re-reelección de Cristina Fernández a la presidencia; en medio de ese abanico se aloja, desde ya, la posibilidad de Máximo como candidato.
Pero como suele ocurrir, la verosimilitud de las hipótesis es inversamente proporcional al lugar que le otorgan los medios masivos de comunicación, que en este caso priorizaron instalar el fantasma de un kirchnerismo que recupera la idea del “vamos por todo”, donde el ‘todo’, en este caso, incluye ir por la reforma constitucional que le permita el tercer mandato a Cristina.
El ‘tiro por elevación’ hacia Scioli fue recuperado como hipótesis, pero en segundo orden y, finalmente, la noticia de una posible candidatura del hijo de los Kirchner fue la que menos especulación generó y la que tal vez podría pensarse como la jugada a más largo plazo y más audaz de la agrupación juvenil. Recién Horacio Verbitsky, una semana a una semana del acto, eligió el resaltador para la frase “la Ciudad de La Plata, ciudad en la que yo nací” que pronunció Máximo, en posible alusión a la gobernación bonaerense.
Lo evidente es que más allá de los planes ulteriores de Larroque y compañía, el acto tuvo un efecto político ineludible: posicionar a La Cámpora como el principal exponente cuantitativo del kirchnerismo militante. A este exponente se le podría sumar, eventualmente la mística del heredero político. Aunque se trata de una mística en ciernes, nadie podrá negar que el discurso de Máximo fue de hondo contenido emotivo, a juzgar por el llanto ‘in situ’ de parte de la conducción, al ver y oír a Máximo.
Esta visibilización y consolidación le permite a La Cámpora al menos dos grandes cosas, compatibles con cualquiera de las tres hipótesis lanzadas más arriba. En primer lugar, marcar un trecho de distancia respecto del Movimiento Evita, su único ‘competidor’ real en el marco del campo popular kirchnerista. Aliados respetuosos, ante la casi desaparición orgánica de Unidos y Organizados, la diputa hegemónica interna entre la agrupación conducida por Pérsico y la de Larroque es la que define la conducción de la militancia kirchnerista más orgánica. En términos de posicionamiento, si bien el acto en Ferro del Evita fue importante, el de Argentinos lo sobrepasó en convocatoria y en repercusión.
En segundo lugar, el acto establece una presión natural sobre cualquier candidato a presidente que busque ir por la vía kirchnerista, sea éste Scioli, Uribarri, Randazzo o cualquier otro. Así, el mensaje de Argentinos es claro: “Nosotros somos la banca natural de este proceso, ustedes nos necesitan”. Aquello que los candidateables ‘necesitan’ de La Cámpora va desde la necesidad de movilizar parte del aparato, que ya no es monopolio exclusivo de los barones del conurbano, hasta la capacidad de asociar la mística de la juventud militante kirchnerista a una determinada candidatura.
¿Gloriosa JP o arribistas de blackberry?
Ahora que las cartas sobre qué puede ofrecer La Cámpora están más claras, tal vez sea momento de recuperar algunas lecturas sobre la militancia kirchnerista en general y sobre la de ésta agrupación juvenil en particular. Sabemos que desde los medios hegemónicos y desde gran parte de la oposición, por derecha y por izquierda, las lecturas acerca de La Cámpora no han podido superar la tendencia meramente despreciativa: “son jóvenes que militan por el Black Berry y por el cargo en el Estado”.
Del lado de enfrente, la defensa acérrima supo oponer que, en cambio, se trata de la reencarnación de la juventud maravillosa de los 70, forzando una herencia generacional que haría de los militantes camporistas un re-versión de la JP de la Tendencia Revolucionaria del peronismo; ante estas perspectivas contrapuestas, se hace necesario sumar algunos datos.
El hecho que el origen de La Cámpora sea indisociable de las altas esferas del aparato del Estado lo diferencian tanto del Movimiento Evita (que se origina en las barriadas populares y en contra de los gobiernos de turno) como de la JP setentista. Esta ‘marca de origen’, sumada a su falta de perspectiva crítica respecto de cualquier paso dado por los gobiernos kirchneristas en estos años, han alejado a La Cámpora de la posibilidad de elaborar estrategias de poder propias, al margen de cumplir el mero rol de obedecer al liderazgo. No obstante, ante el recambio presidencial y la decisión de instalar a Máximo, el acto de Argentinos podría indicar un cambio en esa falta de perspectiva propia.
Por otro lado, la afluencia de 40 mil personas a un acto con las características del que se vivió en La Paternal, de ninguna manera puede ser explicada solamente por medio de la ‘movilización del aparato’; un fuerte aparato es necesario, pero insuficiente para lograr con tanta eficacia semejante apuesta. Lo que termina de explicar la capacidad de realización del acto es la indudable composición de militancia convencida y orgánica en el mismo. Con ello, reconocer que la agrupación creció principalmente bajo el ala de los recursos estatales no obtura la posibilidad, cierta de hecho, de que durante estos años miles de jóvenes (y no tan jóvenes) se hayan acercado al espacio con una vocación militante genuina y que excede la instrumentalidad.
Hacia delante, tal vez se presente para La Cámpora un período especial donde estará en juego su capacidad de transcender los años de Néstor y Cristina y demostrar que el proyecto militante tenía vida propia. En este desafío seguramente 2016 sea un año bisagra. El ‘tamiz’ que no ser parte del gobierno naturalmente operaría en muchos militantes que se habían acercado a La Cámpora en actitud oportunista, tal vez logre a la vez visibilizar a los militantes de pura cepa. Así, Máximo y compañía tal vez puedan empezar a separa la paja del trigo y demostrar en la cancha una capacidad política aún en debate.