Por Lucas Abbruzzese
Lo esencial parece no importar en esta campaña electoral de cara a las elecciones del 25 de octubre. Lo más importante no se impone en la agenda. Así, la urbanización de las villas, cómo acabar con la desigualdad, para qué fomentar la cultura, los pueblos originarios y las luchas sociales ccotidianas no se discuten.
Horas de televisión, decenas de minutos en radio, publicidad en los diarios y millones de pesos gastados. Así transcurre la campaña electoral por la puja presidencial, la cual nada le envidia a los que tratan de venderle un producto a la gente con fantasía y futuro pero sin profundidad ni lo esencial que deberían reclamarle a aquellos que llevarán las riendas del país por los próximos cuatro años.
Lo abstracto le gana a lo concreto. “Hay que cambiar”, “vamos a profundizar el modelo”, “votanos para tener un mejor futuro”, “la gente quiere otra cosa”… ¿Qué se va a hacer? ¿Cómo? ¿Con quién? ¿A quién se quiere favorecer? ¿Qué actores fundamentales hay detrás de cada candidato y sobre todo de Daniel Scioli, Sergio Massa y Mauricio Macri; uno de los tres, próximo presidente de la nación?
Lo esencial parece no importar. No, perdón, no importa. El tema de la urbanización de las villas no se toca en cada spot; como tampoco qué se piensa hacer para ir acabando con una desigualdad que acrecienta en el mundo, con lugares en la Argentina exclusivo para la clase alta mientras detrás de los muros con los que se esconden hay barriadas; menos del lugar que le pertenece a los pueblos originarios, esos despojados de su hogar hace más de cinco siglos. La tierra y el saqueo de las multinacionales de los recursos no se pronuncian en estos días de querer convencer a los que sufragarán el 25 de octubre.
¿Habrá segunda vuelta? ¿Cuántos puntos le saca el primero al segundo? ¿Qué dicen las encuestas? Lo intrascendente consume el mayor espacio. Los medios masivos de comunicación son un factor clave en todo esto. Juegan para uno u otro. Quienes lo componen preguntan más por el dólar, el cepo y la inseguridad que por el rumbo de una educación pública destrozada o una salud que beneficie a todos y no a unos pocos. Desde los micrófonos o las líneas de diarios predomina el mensaje, también, de lo abstracto. De cómo frenar los robos pero no de cómo darle de comer a todos, de la moneda extranjera pero no de los pueblos del interior que son olvidados, de las grandes ganancias pero de cómo repartirla equitativamente.
Ni Macri ni Scioli ni Massa, de los cuales saldrá al próximo máximo mandatario, hablan de los negocios de lo privado. De cómo finalizar con una educación privada para darle paso, por fin, a una gratuita y de calidad a la que tengan acceso todos y no solo los que pueden pagarla. Porque allí está la base de todo problema. La pública está devastada, por no decir a la deriva. Los maestros, mientras los políticos son multimillonarios, pelean en las paritarias por un mísero aumento. La solución no pasa, como prometen los tres, en poner más seguridad y más policías y más gendarmería en cada esquina para garantizar el “bienestar” de cada persona. ¿O acaso las cámaras de seguridad de Massa o más agentes naranjas de Scioli o la represión de Macri llevará como consecuencia que haya menos delitos? La estigmatización es permanente. Se trata a los pobres como números y cifras, no como seres humanos. Cada pibe captado por esos lentes es un pibe al que en su infancia le robaron muchas cosas; entre ellas la esperanza, el progreso y la libertad de formación.
Plantear qué lugar ocupa la cultura en la sociedad es obviado. Imposible pensar un futuro mejor si el tema cultural, el arte, el deporte, la inclusión y la música no son prioritarios. Cuando la policía se nombra más que los libros es porque alguna falla hay. Cuando se fomenta alquilar por sobre una vivienda digna y sin negocios inmobiliarios es porque se piensa en un país para pocos. ¿Scioli va a extender por todo el país la policía mata pibes de la provincia de Buenos Aires? ¿Macri va a expandir el privilegio de los ricos y la represión a los que luchan? ¿Massa ampliará la mano dura contra los que no tuvieron oportunidades para meterlos en cárceles que deforman y no forman?
No se avecina que luego del 10 de diciembre comience un cambio estructural en las formas. Menos aún en el contenido cuando el vacío predomina.