Por Redacción Marcha
En la mañana del pasado 9 de marzo Ninfa Salas de tan solo 16 años salió de su casa y nadie la volvió a ver. Hace casi una semana que no se sabe nada de ella. Quién es Ninfa y porqué nos siguen faltando “nuestras pibas”.
Cuando se la vio por última vez, saliendo de su casa del barrio Bafico, Monte Grande, Ninfa vestía remera gris, calza de colores y zapatillas “animal print”. No tenía su SUBE, pero llevaba consigo su celular y el de su hermana que horas más tarde dejó de sonar. Inmediatamente, y al no saber nada de ella, su familia realizó la denuncia en la Comisaria primera de Monte Grande, en Esteban Echeverría, en el conurbano sur. La denuncia fue caratulada como caso de “averiguación de paradero”, por lo cual, ella está siendo buscada, pero no intensamente.
Las organizaciones que intervienen en la búsqueda de niñas y niños, aseguran que es imprescindible que se haga una búsqueda intensiva, por cielo, tierra y agua, durante las primeras y cruciales 24 horas, interviniendo todos los medios posibles para encontrar a quien está desaparecida/o. Sin embargo, esto no sucede. Porque no buscan a “nuestras pibas” como lo hicieron cuando tenían que buscar a “los hermanos Lanatta”, con todo ese circo montado que ni se acerca a la realidad de todos los días; cuando tienen que buscar a una piba corriente de un barrio humilde. ¿No sirven acaso las desapariciones de mujeres, adolescentes o niñas de los barrios a los grandes medios?
Quién es Ninfa
Ninfa es una adolescente “con onda pero tranqui”. Así la describen sus amigas. Vive en los barrios más populares y humildes del conurbano sur, y como muchas pibas de estos barrios, cuida a sus hermanos menores. “Siempre anda con los niños a cargo, cuidando de sus hermanitos”, comentan. Por su compleja estructura económica, Ninfa es una adolescente que va madurando a tiempos acelerados.
Así todo, con lo amargo que es vivir en esta situación, es una niña alegre, activa, una murguera sensible a la que le gusta dibujar y hacer actividades para su barrio con sus amigos y amigas. Participa de un merendero todas las tardes en el barrio. Como Ninfa, hay muchos jóvenes, que se comprometen a construir colectivamente sus barrios apostando a la alegría, a la cultura, al hacer con otros y otras.
Señalar al Estado
La situación en el distrito de Esteban Echeverría, es similar a la de muchos barrios humildes que sufren el abandono de los gobiernos nacionales, municipales y la carencia de trabajo. Ante esta situación, la falta de perspectiva que tiene la juventud, sumada al accionar de los agentes del narcotráfico y las redes de trata, acciones delictivas del capitalismo y el patriarcado en los territorios, hacen del día a día una situación compleja y casi de supervivencia.
Es el Estado nacional el responsable de la situación que viven nuestras jóvenes. Quien debe garantizar especial protección de sus derechos constitucionales de acuerdo a las Convenciones y Tratados Internacionales. El Estado debería generar instrumentos que agilicen las búsquedas porque cada vez que desaparece una niña, niño o una mujer son las familias, amigas y amigos o las organizaciones populares y feministas quienes salen no solo en su búsqueda, poniendo el cuerpo día y noche usando las pocas herramientas con las que cuentan, sino que también son quienes denuncian la ausencia del Estado, la convivencia de las instituciones y las fuerzas represivas en las desapariciones.
Alertar a los ejecutivos
Ni el ejecutivo municipal, provincial ni nacional garantiza la búsqueda y aparición con vida de nuestras jóvenes. Desde la Campaña Nacional contra Las Violencias hacia las Mujeres se sostiene “la importancia y agilidad que aporta cuando el vecino/a y amigxs se acercan a difundir, volantear y compartir por las redes las imágenes de las niñas/mujeres que desaparecen. Y es muchas veces por nuestra presión y organización que las niñas aparecen”. “Es por nuestros gritos en la calle, por la redes que generamos por nuestra compromiso que las pibas aparecen”, sostienen, “hoy somos muchos y muchas que estamos en las calles buscando a Ninfa”.
A Ninfa la seguirán buscando hasta que aparezca. Para que se acerque a bailar la murga, a tocar el zurdo. En su barrio necesitan que vaya a su escuela a dibujar, a compartir el merendero con sus vecinitxs. Y así lo dicen quienes más cerca están de ella, que no bajarán los brazos, que no dejarán de buscarla a pesar de la desesperación de lo que significa que esté desaparecida.
Día y noche están buscando a Ninfa quienes forman parte de su familia, organizaciones sociales, populares y feministas. Miran cada rincón de la cuidad, a ver si está ahí, con su pelo largo y sonrisa brillante. “Son días largos y cortos a las vez, pasa el día y nada sucede”, dice una gran amiga de ella. Es desesperante hablar de desaparecidas en 2016, en plena democracia. A casi una semana de los 40 años del Golpe de Estado cívico militar más cruento. Pero ante todo es injusto. Y por eso siguen organizándose para su búsqueda. Para encontrarla. Donde quiera que esté.