Por Vivian Palmbaum*
Ayer, vecinos y organizaciones de La Boca se movilizaron bajo las consignas “Por los negocios inmobiliarios son capaces de matar la democracia” y “Basta de violencia institucional”. Esta convocatoria se realiza a dos semanas de los hechos de violencia provocados en la reunión del Consejo Consultivo de la Comuna 4, donde se trataba el destino de las tierras públicas y su paso a manos privadas por unos pocos pesos.
Frente a la subsede de la Comuna 4, en Suarez 2032, se encontraron los vecinos del barrio, los más y los menos organizados, como forma de rechazo a la violencia, provocada y avalada desde el Gobierno de la Ciudad. La convocatoria se inició en la sede comunal con una conferencia de prensa que puso de relieve los hechos de violencia que ya son públicos, donde atentaron contra la vida de dos militantes hace dos semanas. Se denunció a la patota con filiación en la coalición de gobierno PRO-Cambiemos, la falta de acciones por parte de la justicia y se responsabilizó por los hechos al jefe comunal Jorge Apreda. Además, estuvieron presentes legisladores de la Ciudad, enrolados en oposición al macrismo.
A continuación, un recorrido por las calles del barrio hasta los terrenos arrebatados: Casa Amarilla. La convocatoria apuntó a recuperar la participación de los habitantes barriales, que vienen siendo atemorizados por la presencia y la impunidad de los que pueden ser reconocidos como responsables, los amigos del poder, los matones a sueldo. Se calcula que se juntaron más de 1.500 participantes mientras caía la tarde: mujeres con niños de todas las edades, hombres, personas mayores, muchas banderas y al mismo tiempo una gran cantidad de vecinos “sueltos”, sin más filiación que su pertenencia al barrio. El mate y la oportunidad para participar fueron de la ocasión.
El barrio de La Boca fue declarado en emergencia habitacional. En el barrio donde antaño se alojaban los inmigrantes, en su mayoría italianos, para ejercer sus oficios ligados a la pesca, hoy también se alojan migrantes exiliados, en su mayoría por causas económicas. En la ciudad más rica del país, viven en condiciones precarias, en conventillos que cada tanto se encienden por falta de mantenimiento o porque “casualmente” esos terrenos necesitan ser limpiados para transformarse en algún emprendimiento inmobiliario.
La zona ha sido capturada por las iniciativas corporativas que especulan con la vivienda: adquieren terrenos en la ciudad a bajo precio con buenas vías de acceso. Negocios favorecidos desde las políticas de gobierno que han puesto la zona en valor con obras de maquillaje sobre fachadas y veredas y con una legislación que lo ha establecido como Distrito de las Artes. Un proyecto que le daría continuidad a Puerto Madero y lo enlazaría a los desarrollos urbanos de la zona sur, todos gestionados por las mismas corporaciones. Podemos agregar el emprendimiento del Metrobus que viene siendo frenado por las iniciativas vecinales, lo que le daría una mayor accesibilidad a la zona.
Negocios y violencia
No es casual que la violencia responda a este contexto de disputa de tierras públicas para negocios privados, que cuentan con el aval del gobierno de la Ciudad y hoy también con las políticas públicas a nivel nacional. A los cuchillazos y con total impunidad se intentó defender algo más que una simple iniciativa de privatizar las tierras públicas: detrás se esconde un negocio millonario. El mega estadio-shopping y el empuje a la transformación del Club en una empresa que cotiza en bolsa, mientras se desarrollan los emprendimientos de la construcción en la zona.
Tampoco parece ser casual que una de las víctimas tuviera filiación en la organización Boca es Pueblo, quienes vienen denunciando públicamente estos negociados e intentando oponer acciones para recuperar el Club para los sectores populares. Menos casual aún es el padre de la criatura: Mauricio Macri y sus seguidores que desde el inicio de la gestión de Boca Juniors impulsaron las políticas que el pueblo hoy está sufriendo en carne propia. La Boca puede ser considerada un lugar emblemático pero tambien constituye un símbolo de las políticas que se han venido ensayando primero en Boca Juniors, luego en la Ciudad y que se han hecho extensivas como políticas públicas a nivel nacional.
Una disputa que además recae sobre los destinos de un club que quiere ser la punta de lanza para convertir a los clubes de futbol en sociedades anónimas y que pretende desdoblar el manejo del futbol entre distintas manos que siempre dejan vacías las arcas del club, mientras se hacen negociados millonarios que benefician, a escondidas, a otros bolsillos.
Ya es sabido que la política es la privatización del espacio público y lo expresan de manera directa los funcionarios que no están acostumbrados a pensar en personas. Demolición, rejas, bares en plazas y la multiplicación del cemento donde debiera haber un poco de verde. Los paladines de las palabritas “espacio público” seducen con simpatía para esconder ventas de terrenos de la Ciudad a precios viles y en negocios espurios, defendidos con cuchillos si es necesario.
La presencia masiva superó todas las expectativas y mostró por las calles de La Boca un pueblo que no se deja amedrentar y con sed de participación.
*Integrante O.S.y P. Los Pibes
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