Por Fermín Méndez y Juan Aldecoa*
Además de publicar un libro sobre el ascenso que logró con el Liverpool, el uruguayo Agustín Lucas publicó tres libros de poemas, tiene un blog, Tapones de fierro y se fue a jugar al Miramar Misiones para intentar, otra vez un ascenso. Entrevista con un jugador de los que no abundan.
Agustín Lucas supo escribir: “Hoy mi equipo volvió a ganar. En Uruguay, Miramar [Misiones] pierde y me duele. Sud América gana y me emociona. Nacional pierde y aunque también me duele, me gusta, porque los chicos también juegan y ganan, aunque para los diarios siempre pierda el grande y nunca gane el chico. En la tapa del diario está el llanto del poderoso, y no la boca tenor de gol de la camiseta histórica del barrio. Villa Española en la C es sensación, porque es sensación el barrio, los colores, la vuelta al fútbol, la parrilla del Colorado en Goyena y Varela, la cinta de capitán en el brazo cordial del Bigote López”. Un zaguero que se come la cancha como el papel en el que escribe.
El jugador
-¿Cómo se sitúa un jugador en el comienzo del campeonato de la B?
-Los debuts son bravos. Pasan los años y seguís teniendo los mismos nervios. Creo que Rubén Sosa decía: “Si no tengo nervios, no juego más”. Y es eso. Hasta que no hacés el primer gol, o el segundo, y sentís que estás más cerca de ganar el partido, no se te pasa.
-¿Cómo se maneja el entusiasmo en un equipo que recién descendió?
-Conozco al hincha de Liverpool por una familia amiga. Son muy pasionales; todo tiene que ver con los colores y los sábados son para ir a ver el partido. Los que nacen serán hinchas de Liverpool. Como muchos otros –Rampla, Cerro–, no son un equipo cualquiera.
-¿Se siente dentro de la cancha que representan la rebeldía contra el sistema?
-Creo que sí, y le da personalidad. El club no es lo mismo que antes. Es un equipo grande, en realidad. Sin temor a exagerar, el descenso de Liverpool fue una cosa fuera de lo común. Me parece que los planteos del presidente y las formas de hacer las cosas le dan identidad a la institución.
-¿Qué hace grande a Liverpool?
-Las formas. En muchos equipos siempre te están faltando 100 gramos para el kilo. En Liverpool no llegás a pedirlo porque ya te lo están trayendo. Después te exigen en proporción a eso. Así se hace un equipo grande. Debería ser una escuela para otros equipos; es la única forma de que crezca el fútbol uruguayo.
-¿Cómo es la Primera B argentina, en la que también jugaste?
-Muy loco. Salir al exterior es muy loco, al menos para un jugador como yo, que no voy a ir a jugar al mejor nivel, y si voy a un equipo prolijo es de países muy remotos. La B argentina tiene de todo. Más allá de eso, la experiencia de jugar afuera siempre es positiva, quizá porque yo me hago la cabeza para sacar lo negativo y termino aprendiendo.
-¿Ésa es una forma de pararse para jugar el ascenso?
-A mí no me desentona la B. Tampoco tengo mucha experiencia: tres años. Pero me sienta bien. Hay mucha gente a la que le cuesta jugarla, pero a mí me motiva mucho más pelear un ascenso.
-¿No es contradictorio que se gane más en un país sin tradición que en un país campeón de América, cuando las condiciones de cada país parecen sugerir otra cosa?
-Es totalmente contradictorio. Lo que pasa es que hay pocos equipos que se preocupen por los jugadores. No ven jugadores de fútbol, ven dólares atrás de una pelota; y si el dólar le pega, mejor: van a ser más dólares. Y te tratan así: cuando no tienen visión económica contigo, no servís más. Acá juegan los pibes de 18 a 20 y los que pasan los 30 y pico. Los de mi generación o están en el exterior o están acá [en la B], o no están más.
-“Belvedere es un mundo aparte”, le dijiste a Aguanten che.
-Es un barrio. Está la sede como patrona de todo, con esa presencia marcándote los días que faltan para los 100 años. La gente del barrio te hace todo un marco: hay folclore, pasión en las paredes, te habla el parroquiano en el bar. Esas cosas también hacen importante a un equipo.
-Además, dijiste que “la B uruguaya es única, es el “anti show”.
-En la B los zapatos de colores no existen, no te sirve para nada el estilo. La B es el amor de verdad, es el amor propio; es el amor por el fútbol o no es nada. El show de la B es más palpable y menos fantástico. El fútbol de la B es el fútbol de verdad: equipos con una camiseta con el mismo talle para todos.
-Somos más parecidos a esa imperfección.
-Claro. Y está bueno crecer, europeizarse tal vez, en determinados aspectos, mejorar en infraestructura, en trabajo, en formas de laburar. Pero esas cosas banales no sirven. Lamentablemente, hay quienes se encargan de resaltarlo. ¿Y qué tiene que ver eso con el fútbol? Después ves que un jugador hace una buena jugada táctica y no se dan ni cuenta, pero de repente tira un caño y después da mal el pase y se quedan repitiendo: “el caño, el caño”. No existe ese caño, no sirve para nada. El caño está buenísimo si sirve para algo.
El poeta
-¿Cómo hiciste para meterte en el mundo de la lectura y la escritura?
-No sé si hice mucho, en realidad. Fue muy natural. Desde siempre me pregunté qué querían decir las canciones de rock. Desde chico escuchaba rock and roll y me preguntaba: “¿Qué quiere decir este loco? ¿Está diciendo algo?”. Cuando era más chico fue el auge de Viejas Locas, Jóvenes Pordioseros, esas bandas re barriales que cantan más o menos siempre lo mismo pero tienen un trasfondo. Es algo parecido a la cumbia. Los vagos, la esquina, el vino; hay un punto de contacto entre el rolinga y el cumbiero, que es la cuestión barrial. Es una forma de expresión. La escritura también nace de haber leído libros de gurí. Mi viejo se encargaba de ir a una biblioteca, nos preguntaba qué queríamos leer en verano, y teníamos con mi hermano ese hábito.
-¿Cómo surgió el blog Tapones de fierro?
-Empecé a escribir cosas de fútbol y no quería hacer el mismo proceso de reunirlas y sacar un libro. Tengo que buscarle otra vuelta. Pero ni idea de cómo hacer un blog; me metí ahí, empecé a toquetear y quedó. Lo único que sé es poner entradas y después lo difundo.
-¿Es importante dar desde el fútbol un mensaje como el no a la baja?
-Es importante porque el fútbol está sobrevalorado. De repente, si a un jugador le roban la casa se entera todo el mundo. Y está bueno aprovechar esa sobrevaloración para dar vuelta el tablero. Sé del caso de jugadores que no se comprometieron y me decían: “Dejame ver si el abogado me lo permite” o “yo con la política no me meto”. Está bien, sí, es política. Pero decir que no también es política. Esto va más allá de una cuestión política, esto es decir: “¿En qué país quiero vivir?”. El Bigote se colgó y nos sacamos unas fotos, y es capaz de hacer cualquier cosa por el no a la baja.
-Escribiste una nota después de leer al ex futbolista argentino Claudio Morresi, hablaste de la dictadura. ¿Pensás que el deportista, y en particular el futbolista, tiene idea de lo que pasó?
-Creo que lo que pasa en el fútbol es un reflejo de lo que pasa afuera. Al futbolista muchas veces se lo acusa de que está para la joda, le gustan los autos, tiene plata. Pero, en realidad, el terraja y el ignorante están en todos los ámbitos. Hay que tener la conciencia necesaria para hacer un poco de cabeza y destacar que este tema es importante. Nosotros estamos yendo a la cárcel y les preguntamos a los presos y las presas: “¿Qué pasa con un gurí de 16 años que te cae acá?”. Todos te dicen que salen peor de lo que llegaron. Sin embargo, hay un montón de cosas que se están haciendo dentro de las cárceles para que haya una rehabilitación de verdad. Pero venimos de 30 años en los que no se hizo nada, entonces la estamos corriendo de atrás. Es un poco más del fascismo que lamentablemente ha estado instaurado en gobiernos de Uruguay durante la dictadura y después de ella.
* Periodistas de La Diaria, Uruguay. http://ladiaria.com.uy/articulo/2014/10/la-letra-del-futbol/