Por Francisco Longa y Edgar Juncker. Las hipótesis e interpretaciones de acuerdos políticos han signado la política local en los últimos días. Los rumores van desde una supuesta alianza de Macri con Cristina, hasta un posible pacto entre Massa y Scioli, para finalizar en un inédito “contubernio sindical” que uniría al PTS con La Cámpora.
Tener un registro actualizado del mapa de alianzas y reacomodamientos políticos en Argentina parece una tarea titánica e imposible de seguir. La sucesión presidencial de 2015 se vive con un nivel de intensidad tal, que a cada acto, foto, mensaje o aparición pública de los “presidenciables”, le corresponde una avalancha de lecturas políticas y de hipótesis de alianzas y denuncias de acuerdos mediante.
El sillón de Rivadavia mueve montañas
Hasta no hace mucho, pensar en fotos amistosas entre la presidenta y el jefe de gobierno porteño parecía propio de un cuento de ciencia ficción. Sin embargo, la apertura de las oficinas de Facebook en Argentina, ocurrida el martes pasado, presenta una nueva instantánea de la renovada relación que atraviesan la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el alcalde de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri.
Tal vez este acontecimiento no alcance para denunciar el grado de “acuerdo” entre las partes, como lo sugirió desde el Frente Renovador, Darío Giustozzi, pero lo que sí es cierto es que semanas atrás Cristina había rescatado de Macri su honestidad intelectual, diferenciándolo del resto de los opositores, algo que repitió el martes, a la vez que dejaba en claro que los proyectos políticos que ambos representan están en las antípodas.
Tanto desde el PRO como desde el FPV confirmaron que la comunicación entre las partes viene siendo más fluida, cuestión que reafirmó la misma presidenta cuando hizo público un encuentro que habían mantenido en Olivos con el jefe de gobierno porteño para discutir temas vinculados a la carne y el trigo. Estos antecedentes promovieron la especulación mediática de algún tipo de arreglo político de cara al 2015.
Es evidente que estos “gestos políticos” no son menores y resultan novedosos en la relación entre ambos mandatarios. Las loas de la presidenta podrían leerse como una inteligente jugada que ubique al jefe de gobierno como un político con ideas claras, que dice lo que piensa, con un programa de gobierno definido. Esto facilitaría para presentar un escenario de dos vertientes en las cuales quedaría el kirchnerismo como el proyecto político progresista, social y humanizado, y del otro lado, el neoliberalismo de derecha más nítido, diferenciado de la propuesta de Sergio Massa, que algunos siguen emparentando al kirchnerismo.
Esta polarización probablemente le daría una mayor ventaja al proyecto oficialista de cara a unas elecciones que se vislumbran muy complicadas para el núcleo duro del kirchnerismo, que todavía no encuentra un candidato que concentre votos y que a la vez sea funcional. En ese marco, un escenario de segunda vuelta que reúna a un candidato oficial y al ingeniero del PRO, tal vez sea vista como favorable desde el gobierno nacional, en detrimento de otros contendientes que complicarían mucho más la posibilidad de una victoria.
Tratar de restarle fuerzas a Sergio Massa parece ser la principal tarea en estos días, tarea compartida con parte de la oposición. Mientras que el kirchnerismo lo aleja del ideal peronista resaltando sus orígenes en la UCEDÉ, parte de la oposición no massista actúa en sentido contrario, englobando en al arco peronista al líder del Frente Renovador, y denunciando que Massa implicaría una continuidad de las políticas actuales.
Fuerza (in)propia
En esta ensalada rusa de candidatos, quién continúa jugando fuerte en la interna kirchnerista es el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, postulándose como el “único que garantizaría la continuidad del proyecto kirchnerista”. De esta forma, el entrerriano se despega de otros precandidatos como Daniel Scioli, pero también de Florencio Randazzo, quienes han manifestado algunos contrapuntos con el discurso oficial, como por ejemplo en el tema inseguridad.
Sin negar la existencia de los delitos, Urribarri dijo que “el tema está sobredimencionado” y que “no se puede endilgar el problema al gobierno nacional, los principales responsables son los gobernadores”, sumándole otro dardo a Scioli en una temática que preocupa sobremanera al gobernador bonaerense y que es candente en la agenda mediática. En otra intervención más que picante, Uribarri descartó la posibilidad de ser el vicepresidente de Scioli y se animó a una chicana al expresar que “él puede ser vice mío”.
Mientras tanto, Scioli, fiel a su estilo de conciliador permanente, remarcó que la presidenta es “justa y equitativa con todo los precandidatos” que están disputando la pelea por la sucesión, y que deja “desplegar nuestras gestiones”, concepto repetido frecuentemente en el discurso del gobernador. También resaltó como positivo el encuentro entre Cristina y Macri, sin dejar de mencionar su propio encuentro con el jefe del PRO. De esta forma, Scioli sigue atendiendo su juego, sin sobresaltos y siempre con un pie adentro y otro afuera, por las dudas.
La provincia más mentada
Pero la carrera por ocupar el vacío en la Rosada no es la única preocupación de la dirigencia política local. La lucha por la sucesión de Daniel Scioli en la provincia también fue objeto de interpretaciones y análisis.
Si desde el oficialismo “con vuelo propio” el preferido del actual gobernador sería el ahora diputado y ex intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, desde la alianza de centro FAUNEN acaban de sugerir a la chaqueña Elisa Carrió como posible candidata a la gobernación. Aunque Carrió también fue propuesta como “presidenciable” por el FAUNEN, la incapacidad de hacer pie en el distrito más poblado del país parece estar haciendo recalcular a los miembros de esa alianza. Carrió aparece como una posible solución para la “vacancia bonaerense” del FAUNEN, siendo que su perfil mediático asegura un piso de conocimiento en la provincia.
Mientras que desde el PRO, las recorridas de Macri y Vidal por la provincia continúan ocupando una parte estructural de la agenda semanal. La aparición que llamó la atención en los últimos días fue la de Francisco De Narváez, quien luego de haber hecho declaraciones laudatorias hacia Scioli unos meses atrás, acaba de asegurar que volverá al PJ para ser candidato a gobernador. A pesar del magro resultado en la elección anterior, el empresario colombiano deslizó que podría acompañar una fórmula presidencial de Scioli, a quien había criticado duramente en las campañas anteriores. Al referirse a Massa, solo señaló que continuamente le hace “el juego al kirchnerismo”.
¿El dúo menos pensado?
Como venimos revisando el contexto electoral diluye en gran medida viejas antinomias, ideologías y diferencias orgánicas, para presentar un escenario donde con gran facilidad viejos rivales se convierten en actuales aliados. Pero no solo los comicios de las “grandes ligas” presentan alianzas que se creían imposibles. Las recientes elecciones sindicales en el Astillero Río Santiago, en la provincia de Buenos Aires, se han colado en plataformas y portales de noticias digitales a partir de una curiosa noticia: el troskista Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) habría hecho una alianza electoral conformando la lista Negra y Gris junto a militantes de La Cámpora. Ante algunas denuncias, desde el PTS salieron a desmentir tamaño acuerdo, aludiendo a que los militantes nos son orgánicos a La Cámpora, aunque sí son simpatizantes del kirchnerismo.
Por arriba y por abajo, las coyunturas electorales se están adelantando, marcando los pasos de acercamientos y distanciamiento. Lo que a esta altura parece saldado es que los encuadramientos orgánicos y las “identidades políticas” parecen estar dispuestas a licuarse en función del pragmatismo electoral.