La pandemia del Covid-19 fuerza a un nuevo conservadurismo económico. En este contexto el Mercosur negocia un nuevo Tratado de Libre Comercio (TLC) con Corea del Sur y Argentina anunció su separación de las negociaciones. ¿Qué implicaciones tendría este nuevo TLC? ¿Qué pasa con el resto de las negociaciones abiertas por el macrismo?
Por Ivan Martin Barrera / Foto Fernando Gens
La crisis del Covid-19 pone en jaque las recetas liberales y neoliberales y la economía mundo vuelve a ver con buenos ojos la intervención estatal en la economía para que el sistema productivo y financiero no colapse a la par de la salud de la población. El conservadurismo se vuelve regla: los países se cierran al mundo, se renegocian contratos y comienza un sálvese quien pueda.
En este contexto, Paraguay, Uruguay y Brasil, los últimos sobrevivientes del Mercosur junto con Argentina, avanzan en un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Corea del Sur. Este TLC es uno de los tantos que comenzó a negociarse en los últimos años, sumados a los de Canadá, India, El Líbano, Singapur y la Unión Europea. La noticia la dieron los representantes argentinos informando que el país no va a continuar con las negociaciones con Corea del Sur.
¿Qué es un TLC?
Un Tratado de Libre Comercio, o TLC, es un acuerdo bilateral entre dos o más países o bloques en los que se acuerdan políticas de comercialización. Principalmente se acuerdan tratamientos especiales y anulación de aranceles e impuestos. Yendo a lo práctico: en el caso de Corea del Sur y el Mercosur, los países integrantes del bloque exportarían materias primas agrícolas sin impuestos ni retenciones y dejarían entrar productos manufacturados de origen surcoreano sin imponerles impuestos ni cargos a estos tampoco.
Estos TLC son un constante motor del subdesarrollo en nuestra región, así como también en cualquier región extractivista. Se comercializan productos agropecuarios, mineros, petroleros y demás, con menores ingresos al Estado, como en Argentina son las retenciones a la soja y demás granos y productos, y se dejan entrar productos manufacturados sin ninguna protección, que compiten con la industria local en desarrollo, poniendola en jaque.
Los resultados de los TLC en América Latina no son más que la profundización de un sistema productivo extractivista, donde cualquier indicio de industrialización y de producir bienes con valor agregado quedan aplastados ante la competencia desregulada. Mientras tanto, los países desarrollados se hacen de granos y alimentos para su población a costo bajo mientras que venden productos terminados de alto valor agregado y tecnológico, generando una balanza comercial favorable. De este modo, la región queda condenada a la producción de materias primas y a la importación sistemática de productos terminados, generando un ciclo de reproducción de la pobreza al vender constantemente más barato de lo que se compra.
El caso del acuerdo Mercosur – Corea del Sur no sería la excepción. Argentina competiría con los demás países restantes en el Mercosur para vender más barato a Corea mientras que ingresarián de forma desregulada productos tecnólogicos y electrodomésticos.
La noticia de la no participación de Argentina en las negociación golpeó fuerte. Se llegó a hablar de que el gobierno de Alberto Fernández buscaba romper con el bloque regional, pero hoy lejos se está de eso, por ahora. La determinacion del gobierno viene de la mano con la decisión política de centrar las fuerzas en la subsistencia del sistema productivo local y de concentrar los recursos económicos en superar la crisis que dejará la pandemia. Ya había dado signos claros de esto en la renegociación con los bonistas y con el FMI y este fin de semana dejó en claro que mantendrá esta postura al menos con este acuerdo.
La postura argentina coincide con las denuncias públicas que la Unión Industrial Argentina (UIA) y Confederación Nacional de la Industria (CNI) de Brasil vienen haciendo frente a este acuerdo. Ambas cámaras señalan el peligro de la entrada de estos productos surcoreanos al país y muestran evidencia de que acuerdos similares firmados por Colombia y Chile con este pais habían puesto en jaque la industria local.
¿Qué onda con los TLC en épocas de pandemia?
Mientras las negociaciones se frenan con Corea del Sur, el acuerdo con la Unión Europea (UE) avanza. A los tumbos pero avanza. El acuerdo firmado durante el gobierno cambiemita aún sigue girando por los parlamentos Europeos con promotores y detractores. La postura del flamante gobierno argentino por ahora no se devela y al parecer el gobierno busca ganar tiempo hasta el momento en que se tengan que tomar decisiones y acciones en el asunto. Todavía restan acordar muchas partes y observar las reformas que proponen los países detractores del acuerdo hasta llegar a una versión final a aprobarse en los parlamentos.
En estos contextos de Coronavirus es importante atender a algunas particularidades de estos acuerdos, como el firmado con la UE. Los TLC cuentan con cláusulas leoninas en el desarrollo de patentes y de propiedad intelectual que, entre otras imposiciones, prohíbe la generación de medicamentos genéricos que compitan con las patentes del país de origen y pone a competir a laboratorios locales con mega corporaciones farmacéuticas. Luciana Ghiotto, especialista del tema, define a los TLC como “camisas de fuerza” para los Estados y para su posibilidad de generar políticas que beneficien a la economía local y a la población y su salud.
En América Latina 2020 un TLC con cláusulas de desarrollo de patentes y de propiedad intelectual sobre medicamentos significaría un encarecimiento abruptos de los insumos sanitarios, generando un flujo de dinero que llenaría las arcas de mega corporaciones farmacéuticas a costa de cubrir los gastos de salud producidos por las pandemias de Covid-19, dengue y demás enfermedades que afectan a la región.
Los TLC en América Latina tienen una historia larga y trágica, con muchas evidencias a lo ancho y largo del continente, con Chile como mayor exponente. El vecino del oeste ostenta el récord mundial de cantidad de TLC firmados, fue nombrado como el caso éxito de libre comercio en la región hasta que el estallido del año pasado resonó en cada rincón del mundo diciendole basta a un modelo vetusto y esclavizante. Es necesario aprender de la historia, aprender de los errores, de los desaciertos, de los negociados y pensar en tratados comerciales que pongan el foco en el desarrollo de la región, desde la región o desde acuerdos que partan de la igualdad y de la simbiosis.
Notas relacionadas: Acuerdo Mercosur – Unión Europea: el futuro llegó hace rato