Por Aluminé Cabrera* desde Colombia. En la última década se registraron en Colombia 926 ataques con ácido de los cuáles 565 tienen como víctimas a mujeres. Las coberturas, cargadas de sensacionalismo, justificación de los agresores y sin perspectiva de género.
La nota ocupa tres páginas, a todo color y con fotos, en la revista Jet Set de Colombia. ¿El divorcio de la estrella de Hollywood Gwyneth Paltrow? ¿El nuevo novio de la actriz Valerie Domínguez? No, nada de eso. El artículo habla del caso de Natalia Ponce, la joven que el pasado 28 de marzo fue atacada en Bogotá por Johnatan Vega, un vecino que le arrojo ácido provocándole quemaduras de tercer grado en el 24 por ciento del cuerpo, inclusive en su rostro.
La revista farandulera no sólo no menciona la violencia de género sino que aborda la noticia y la relata -y retrata- con carácter amarillo y espectacular. Da nombre y apellido de la víctima, se centra en ella y no en su agresor, acompaña la nota con imágenes desgarradoras de su familia llorando aportándole más sensacionalismo -como si fuera posible- y no sitúa en ningún momento el caso de esta joven en un contexto en el que ha habido más ataques de este tipo. El caso de Natalia se presenta como aislado, un exabrupto de un hombre de quién, además de que es un “vecino”, no se sabe mucho más. O sí. Los diarios colombianos de mayor circulación, El Tiempo y El Espectador, han cubierto esta noticia a la par de Jet Set. Se han encargado, por ejemplo, de difundir que Vega, el agresor, padece de esquizofrenia y que quizás es adicto a las drogas. Sensacionalismo y justificación.
Sin perspectiva de género
Al contrario de la revista Jet Set, El Tiempo y El Espectador, así como las señales de radio y televisión RCN y Caracol, han dado cuenta de la cantidad de ataques con ácido que, de acuerdo al Instituto Nacional de Medicina Legal, han sido 926 en la última década, los cuales tuvieron como víctimas a 565 mujeres y 361 varones. Aun así la cobertura es desacertada: centra su discurso en la necesidad de agravar las penas a los agresores y de restringir la comercialización de este tipo de agentes químicos, difunde fotos cargadas de morbo y habla más de las víctimas que de los agresores.
El hecho de que también los varones hayan sido atacados parece haber eliminado la posibilidad de analizar la cuestión con visión de género, situando a las víctimas en igualdad de condiciones. Sin embargo, y con términos errados como el clásico “crimen pasional”, varios de estos medios difunden que en el caso de las mujeres son por motivos que tienen que ver, justamente, con su condición de mujer.
Fabiola Calvo Ocampo es Doctora en Ciencias Políticas y Sociología y se desempeña como periodista y escritora. En la actualidad dirige el programa de televisión Ni reinas Ni cenicientas, que se emite en Canal Capital, señal que depende de la alcaldía de Bogotá y que hasta ahora ha sido la que cubre los casos de violencia hacia las mujeres con una visión de género atinada. O, mejor dicho, ha recurrido a especialistas en el tema, como Calvo Ocampo, para evitar el sensacionalismo en el que caen el resto de los medios. “El androcentrismo que plantea el sistema patriarcal le ha dado al hombre el derecho de propiedad sobre las mujeres y eso se ha naturalizado. Y los medios no están exentos de ello. Ni en las facultades de periodismo ni en el Ministerio de Educación se piensa en una transversalidad del género, en elementos y herramientas que sirvan para incidir en las personas con respecto a las mujeres, a los derechos de las mujeres”, explica Calvo Ocampo, quien además es coordinadora de la Red Colombiana de Periodistas con Visión de Género.
Incluir en la agenda mediática la violencia sufrida cotidianamente por las mujeres es necesario para visibilizar el tema pero con coberturas periodísticas irresponsables, ingenuas o malintencionadas puede volverse contraproducente. “En los relatos actuales de los medios, al describir los casos y dar el nombre del agente químico y dónde se adquieren, pareciera más que dan pistas a quienes tienen esas intenciones. A ellos les parece que es solo contar el hecho, pero el tema es cómo cuento el hecho”, plantea Calvo Ocampo.
En este sentido, Ni reinas ni cenicientas es una propuesta innovadora y necesaria en un país atravesado hace más de seis décadas por la violencia que afecta a varones y mujeres pero de forma distinta a cada colectivo. El programa, que se emite todos los sábados, habla de los derechos de las mujeres tantas veces vulnerados pero aporta además información sobre políticas públicas y marco normativo.
La clase media se identifica
En la autopista NQS de Bogotá, a la altura de la estación Simón Bolívar del Transmilenio -el transporte que une la ciudad de norte a sur y de oriente a occidente- el cartel, igual a los de publicidad que se erigen a lo largo de la avenida, se impone, enorme e iluminado en la oscuridad de la noche: Todos con Natalia Ponce. Ese mismo título lleva el grupo que se creó en la red social Facebook que tiene más de 37700 seguidores/as y se ha convertido en una suerte de lema.
“No se puede negar que el caso de Natalia Ponce ha cobrado mayor relevancia por el estrato social al que la víctima pertenece. Aquí parece que estamos en la India pero es así, los estratos sociales están muy marcados. Sin negar el hecho doloroso que supone para ella y su familia, por supuesto, todos los casos deberían tener relevancia”, aporta Calvo Ocampo. Se pone en marcha así un proceso a través del cual la población colombiana se identifica, le podría pasar a cualquiera, ya no pasa en estratos sociales bajos ni en los barrios pobres.
Sin embargo, desde que Natalia fue atacada el 28 de marzo, se registraron al menos tres ataques con ácido a mujeres. Ninguno trascendió de la misma manera.
De gatear a caminar
De acuerdo a la revista Semana, que forma parte del grupo editorial El Tiempo, después de India y Pakistán, Colombia es el tercer país en el mundo en el que se registran mayor cantidad de ataques con ácido. Existe una ley que agravaría las penas y que restringiría la comercialización de agentes químicos que fue sancionada pero aún no se reglamenta.
Por otra parte, la ley 1257 sobre no violencias contra las mujeres fue sancionada y reglamentada en 2008. No obstante, ningún medio a la hora de cubrir las noticias alude a esta norma. “Hay desconocimiento de la ley y si la conocen no saben cómo utilizarla al momento de incluirla en sus notas, en sus programas de televisión. Es como un niño cuando está aprendiendo a caminar, que gatea, se quiere parar pero no sabe de dónde agarrarse”, reflexiona Calvo Ocampo
Habrá nomás que fijar soportes que sirvan para que ese niño se agarre y fuerte. La Red Colombiana de periodistas con visión de género trabaja hace años en ese sentido tal como relata Calvo Ocampo: “Hemos logrado sacar tips para la cobertura de este tipo de noticias, dictar formaciones a periodistas en materia de género, llevamos adelante un trabajo en alianza con Naciones Unidas y con el distrito pero, pues, eso no deja de ser un gota de agua en medio del océano. Falta, esto no nos muestra resultados inmediatos”. Y concluye: “de parte de los y las periodistas diría que veo no compromiso, sino inquietud”.
*Periodista. Miembra de la Red PAR (Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista).