Por Mario Hernández
Cada vez estamos más cerca del histórico balotaje y el debate sobre si hay dos modelos en pugna y el rol del voto en blanco, toman cada vez más relevancia. A continuación, entrevistamos a Claudio Katz, Economista de Izquierda (EDI) quien aporta algunos puntos de vista sobre estos temas.
-¿Qué análisis hacés de los votos hacia el kirchnerismo en la primera vuelta?
-En la primera vuelta de la elección presidencial hubo un terremoto político. Hubo un voto castigo, una reacción muy profunda del electorado, que de tan profunda no la pudieron registrar las encuestas y que desbordó todo el armado para favorecer al oficialismo a través de las PASO.
Me parece que hubo tres procesos, por un lado, hubo un generalizado hastío hacia Aníbal Fernández que se verificó en el corte de boleta. Por otro lado, hubo un fuerte hastío con Daniel Scioli, una gran disconformidad por abajo, por la desastrosa situación de la provincia en hospitales, escuelas, durante las inundaciones; y volvió a salir a flote, como hace dos años atrás, el cansancio hacia el gobierno por la inflación, el estancamiento, las cadenas nacionales y sobre todo la corrupción, la protección a Amado Boudou, el injustificado enriquecimiento de Cristina Fernández, que Armando Jaime recién ahora llegue a un juicio. Es la misma reacción de votantes contra el aparato justicialista que irrumpe cada tanto, por eso hay tantas comparaciones con lo ocurrido con Herminio Iglesias en 1983.
Pero esta vez el descontento no ha sido captado por un Alfonsín o un De La Rúa, sino por la derecha reinventada del macrismo, que ha creado una fuerza política muy reaccionaria pero enmascarada en globitos, en evasión, en moralismo hipócrita.
Lo que tenemos que ver es que el macrismo es la cara más visible del giro conservador que propician todos los partidos del sistema, por esa razón todos están preparando acuerdos parlamentarios para gobernar con ajuste, devaluaciones y tarifazos.
Igualmente, establecería una distinción: me parece que hay una clara derechización de la dirigencia pero no necesariamente de la sociedad, porque es cierto que hubo muchos votantes de Massa que apuntalaron el discurso de la mano dura, pero el PRO ganó endulzando el mensaje, mucho “paz, amor y tolerancia”, terminar con la confrontación, María Eugenia Vidal con cara de monja. No hay un clima de voto odio que prevalecía durante los cacerolazos o en los momentos de conflicto con los agrosojeros, hay que evitar los análisis despechados que culpabilizan a la sociedad y no al gobierno por el avance del macrismo.
El trasfondo es que hay un agotamiento del ciclo K
-Respecto del balotaje, ¿qué ves en cada candidato?
-Scioli afronta un dilema sin solución: si sigue repitiendo el mensaje del kirchnerismo puro, se aleja de los votantes medios y si adopta el perfil conservador, que le cuadra a la perfección, puede afianzar la ola de sufragios hacia el PRO. El trasfondo es que hay un agotamiento del ciclo K, cualquiera sea el maquillaje electoral y estas dos semanas vamos a ver eso, puro maquillaje.
Pero el gran problema lo tiene Scioli, que está intentando diferenciarse de Macri y le resulta muy difícil porque tiene un parentesco estructural… Hay tantas fotos de los dos con Menem, hay tantos episodios comunes de participación en las privatizaciones de los noventa, que ninguno de los dos aguanta el archivo.
Todas las advertencias de lo que prepara Macri son ciertas, sin embargo, ojo, porque si gobierna lo va a hacer con parte del aparato del justicialismo -ya lo está tentando a De la Sota- y también con la burocracia de Moyano; y esto es importante para gente tipo el progresismo de Stolbizer, que se dispone a votar a Macri y no ve quién lo rodea.
Lo importante es ver también que Scioli prepara un gobierno de derecha, eso lo tenemos que decir ahora, yo no creo en el “ya veremos”, “ya habrá tiempo para las críticas”, “lo importante es llegar al balotaje y después hablamos”, no, miremos lo que está haciendo Scioli, fijate el gabinete que elige, está lleno de represores, Casal, Berni, Granados, lleno de financistas como Blejer, para negociar con los fondos buitres.
Entonces hay que hablar de los dos peligros: del peligro Macri, que salta a la vista, y del peligro Scioli, que prepara la repetición de Brasil. Hace muy pocos meses Dilma fue a las elecciones asustando con el ajuste que preparaba su rival, asumió, nombró a una especie de Melconian como Ministro de Economía y está aplicando un recorte tras otro.
Pero el problema mayor no es esto, no es solamente el decir una cosa y hacer otra, el problema es la desmoralización popular que generan las políticas de este estilo. Nosotros tenemos que pensar en el día después de la elección y no solo en términos de ministros, de políticas y modelos, sino en función de la acción y el estado de ánimo popular. Cuando los progresismos entran en picada, en regresión, en repliegue como resultado de su impotencia y su giro conservador y sus ilusiones en el capitalismo productivo, suelen arrastrar al pueblo creando desánimo, apatía, desmovilización y contra esa perspectiva, que es muy problemática, tenemos que hablar claro.
-¿Y qué implica el desánimo, la apatía en el pueblo?
-Pienso que después de una década de cooptación estatal tan fuerte, de movimientos sociales, de militantes, de intelectuales, me parece que mucha gente ha terminado razonando en términos de modelos de gobiernos y no de luchas. Entonces supone que los logros reales que se obtuvieron en los últimos tiempos son simplemente obra del kirchnerismo y no un resultado de la rebelión popular del 2001.
Lo que tenemos que hacer ahora, en el escenario complejo en el que estamos, es recuperar el sentido de la resistencia, si lo que se logró en los últimos años se logró en las calles, solo será mantenido de la misma forma, en las calles, frente a Macri o frente a Scioli y para eso es indispensable recuperar una forma de razonamiento distinto al de “este gobierno es mejor que el anterior”.
El mal menor es el camino de una capitulación progresiva, se va bajando una bandera tras otra, primero había que sostener a Randazzo, después “el candidato es el proyecto”, ahora a Scioli, ¿y mañana qué? Contrastaría esta actitud con la de la Resistencia Peronista o con la de la Juventud Peronista en los setenta, que en un momento dijeron: “Señores, hasta acá llegamos”. Hay que cambiar, hay que producir un giro, y todos tenemos que contribuir a eso.
-Entiendo que de tus palabras se desprende una posición similar a la que han adoptado una serie de fuerzas políticas que llaman a votar en blanco…
-Tengo decidido mi voto, pero no lo quiero comentar hasta tanto haya concluido la discusión en los colectivos en los que estoy participando. Te adelantaría que hay que tener en cuenta que el voto en blanco es un recurso válido, incluso hay que recordar que fue utilizado hace muy poco por el kirchnerismo en la Ciudad de Buenos Aires; recordemos que cuando fue la elección del balotaje entre Lousteau y Larreta, ellos dijeron que eran lo mismo y que, por lo tanto, votaban en blanco.
-Es lo que les recrimina Atilio Borón como un error…
-Los que ahora opinan que no se puede votar en blanco son los mismos que llamaron a hacerlo en la Ciudad de Buenos Aires. Entonces, si el voto en blanco tiene coherencia con lo que sostuvieron en ese momento, tienen que aceptar que otros mantengan una fidelidad hacia su electorado y si dijeron que el trío Massa, Macri y Scioli representaban lo mismo antes, es lógico que sean fieles al mensaje que plantearon. Igualmente vamos a hablar después del balotaje y ahí veremos si fue o no importante el voto en blanco.
-Como ejemplo, en 1973, en la Ciudad de Buenos Aires, hubo un balotaje por senador entre Fernando de la Rúa y Sánchez Sorondo, que era el candidato del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI). En aquel momento el FREJULI, programáticamente, representaba muchísimo más de lo que representa hoy el kirchnerismo, sin embargo, fuimos varios los que llamamos a votar en blanco.
-Yo no creo que el voto en blanco sea una receta válida en cualquier circunstancia, creo que es un recurso excepcional. Además, cuando está en juego un choque real entre proyectos, me parece que es desacertado. Por ejemplo, no creo que hubiera sido válido el voto en blanco cuando el primer peronismo se enfrentó a la Unión Democrática, no creo que hubiera sido válido en las 14 elecciones que tuvo el chavismo contra la derecha, para tomar dos ejemplos que se me vienen a la mente.
Cada circunstancia es distinta y hay que ver qué significa en cada momento. El gran voto en blanco que hubo antes de 2001, en las elecciones previas, se trataba de un voto en blanco de malestar, fastidio, cansancio y apoliticismo. Me parece que ahora si el voto en blanco es importante no va a ser un voto testimonial, apolítico o indiferente;si alguien vota en blanco en el balotaje no va a manifestarse indiferente a la política, sino que va a enviar un mensaje de límite al ajuste, a cualquiera que venga, que se sepa que estas voluntades nuestras son advertencias de rechazo a cualquier intento de vulnerar conquistas.