Después de 11 años de lucha por justicia para Luna y su madre protectora, Yamila Corin, el proceso judicial que llegó a juicio oral hace tres meses llega a sus últimas instancias. Diferentes organizaciones feministas las acompañaron el martes en las puertas del Tribunal Oral Nº15 en la Ciudad de Buenos Aires.
Por: Maru Waldhüter | Fotos: Julianite Calcagno
Una vez más, la lluvia no fue un impedimento para la lucha feminista. Durante la mañana del martes, diferentes organizaciones feministas, sindicalistas, legisladoras y funcionarias se reunieron para acompañar a Yamila Corin (Yama) y su hija Luna en las puertas del Tribunal. En la sala, los jueces Adrián Martín y Gustavo Pablo Valle, y la jueza Virginia Sansone escuchaban el alegato de la defensa de Hernán González Rizzi, progenitor de Luna acusado de haber abusado sexualmente de su hija. A lo largo de estos meses en las diferentes audiencias declararon Luna, su madre, profesionales de la salud, peritos, psicólogas y tuvieron lugar los alegatos de la querella y la fiscalía que pidió 15 años de prisión inmediata para el abusador.
Desde la mañana y hasta pasado el mediodía a medida que se incrementaba la lluvia, también lo hacían las compañeras para abrazar a Yama. “Lo primero es agradecerles de parte de Luna que hoy tiene 21 años. Ella es consciente de que llegamos hasta acá por el esfuerzo colectivo, traigo su saludo y agradecimiento personal y desde su concepción feminista y militante”, dijo emocionada la mamá de Luna. Para Yama, está lucha no podría haber sido posible sin el acompañamiento feminista: “estamos acá militantes feministas, trans, travestis, sindicatos, organizaciones sociales y políticas, organizaciones de derechos humanos, organizaciones políticas de diferentes arcos y procedencias y eso es un primer triunfo y una primera conquista, porque si están acá no es solamente por pedir justicia para Luna, sino porque entendimos que es asumir un compromiso contra el abuso sexual en las infancias que se inscribe en la tortura”.
Yama destacó la importancia de asumir de forma transversal este compromiso, “es una lucha militante y popular y que lo estemos mostrando en este juicio es un verdadero orgullo y un puntapié para continuar porque este es uno más de los miles de casos en todo el país. Porque hace muchos años también era feminista y sin embargo, no teníamos en la agenda que las infancias sufrían también la violencia patriarcal”, aseguró. En el transcurso de estos años el desafío no fue solo en el marco de una justicia patriarcal, sino también en ámbitos sociales porque “los violadores son parte de nuestra clase, organizaciones y familias y habían lugares y personas queridas capaces también de creerles; entonces el problema fue mucho más profundo”. Entonces, “la pelea fue no sólo reconocerlos, sino también construir herramientas para poder enfrentarlos y eso fue un aprendizaje”. Por eso, en el camino de estos años de aprendizaje para el proceso propio de Luna, Yama y las compañeras que se fueron sumando, también construyeron herramientas a medida que fueron detectando necesidades, “nosotras acompañamos, hicimos protocolos, construimos herramientas para poder correrlos de nuestros espacios de lucha y eso fue un proceso”.
Desde 2011 la lucha de Yama y Luna caminó en la calle al ritmo de la lucha feminista. Se sintieron parte del grito “Ni una menos” en el 2015, abrazadas por la marea verde que especialmente entre 2018 y 2020 puso en lo alto los pañuelos verdes para que el derecho al aborto, legal, seguro y gratuito sea ley. “Si así conquistamos el aborto vamos a conquistar también una condena”, decía Yama y encendía el aliento de todes. “Cuando el feminismo se hizo fuerte en las calles, nos pudimos encontrar con otro espacio de poder y reconocer otras formas de violencias desde otro lugar porque empezamos a construir sentido. El miedo empezó a estar del otro lado y empezamos a dar cuenta de la cantidad de violencias que estábamos sufriendo, pero a la vez la fuerza que teníamos”. De esta forma se fueron reconociendo las madres protectoras, aquellas que como Yama debían proteger a sus hijes de abusos sexuales en la infancia por parte de sus progenitores. Por eso, Yama también recordó la historia de la actríz Thelma Fardín, “que rompió la barrera de los medios; pero la barrera de los sentidos la rompimos nosotras en la calle. Gracias a Thelma porque a partir de su denuncia, miles pudieron denunciar y a partir de este proceso tuvimos conquistas”.
“lo que estamos haciendo hoy no sólo conquista la justicia para Luna, estamos abriendo camino a tantas otras”
Yama Corin, mamá protectora de Luna
Estos alcances en materia de política pública y derechos como las “Convenciones de los Derechos del Niño no existirían sin sus procesos sociales, sin el feminismo en la calle y de tantas otras que se movilizaron antes y esas conquistas que se expresaron acá y en otros tantos juicios de compañeras que no sabían que hoy están salvando a Luna. Porque lo que estamos haciendo hoy no sólo conquista la justicia para Luna, estamos abriendo camino a tantas otras”. Esa lucha por justicia y reparación en el plano judicial no sólo va en busca de una sentencia condenatoria al abusador, también es una disputa de sentido, por eso la mamá de Luna sostuvo que “hoy es clave la consigna de la reforma judicial feminista. Para romper la impunidad con la que actuaron siempre y esta estructura patriarcal y capitalista con la que contó el sistema para garantizar el sostenimiento de una justicia excluyente para pobres, migrantes, travas, mujeres y también para niñes”.
Cada paso alcanzado era motivo de agradecimiento para cada compañera, las que se hicieron presentes y las que estuvieron durante todos estos años. Desde la organización Mundanas, pasando por la diputada Mónica Macha que se hizo presente y acompañó todo este tiempo y además impulsó la Mesa Nacional contra el Abuso Sexual a Infancias. También estuvieron presentes, María Elena Naddeo, Liliana Hendel, la Ministra de de Mujeres, Diversidades y Géneros, Ayelén Mazzina, y la ex candidata a jefa de gobierno por el Frente de Izquierda, Vanina Biassi, entre otras. “Fueron 12 años y a lo mejor muchas sufrieron abuso. Pero otras no y lo que tienen es empatía. Y esa empatía es la humanidad que necesitan romper, por la que vienen, la que necesita romper ese fascismo que plantea un observatorio de las falsas denuncias que dicen que somos las madres protectoras las que mentimos”, advirtió Yama y señaló que “quienes presentaron ese proyecto van de la mano de Villarruel en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, son esa misma gente. Justo el 19 de noviembre, Día Internacional de Lucha contra el abuso sexual de la infancia, por favor, que no vuelva que no vuelva ese fascismo”.
Aunque la tormenta no cesó, de la lluvia se hizo más mística feminista, los abrazos se multiplicaron y Yama finalizó diciendo que “la reparación es posible y solo se logra si pensamos que el abuso sexual se destruye pensando en que es posible cuando no nos creemos víctimas y contamos con espacios de placer con amigas, maternando colectivamente”. “Que consigamos justicia y que sea un principio de compromiso por seguir la lucha contra el abuso sexual en la infancia. Nuestra revolución no defiende abusadores”.
En cuanto al proceso judicial queda esperar que finalice el alegato de la defensa y el Tribunal de a conocer el veredicto.