Por Marina Pandolfi. Pese a que mediaban pedidos de exclusión del hogar y denuncias por violencia, Fernando Oriolo asesinó a la joven de Almirante Brown. La Justicia le ordenó ir a prisión mientras dure el proceso judicial.
La Justicia dictaminó la prisión preventiva para Fernando Luis Oriolo, acusado de violar y matar a golpes a su ex pareja, Estefanía Díaz, el 12 de marzo último, a pesar de que tenía una orden judicial de exclusión de hogar, restricción perimetral y reiteradas denuncias por violencia. Su abogada defensora de oficio apeló a esta medida, pero fue revocada por el Juzgado de Garantías 2 de Lomas de Zamora. El de ella es otro nombre para la lista de femicidios que crece en el país.
Luego de un mes y medio de lucha por parte de la familia Díaz, de Almirante Brown, el femicida Oriolo pasa sus días en la Unidad 28 del penal de Magdalena a la espera del juicio oral en su contra, por decisión del juez Javier Maffucci Moore. Está acusado de “homicidio agravado por el vínculo”, figura penal para la que se prevé una pena de reclusión o prisión perpetua aunque no observa el contexto de violencia de género en el que se dio.
Tras 12 años de relación y convivencia, Oriolo y Estefanía decidieron casarse en noviembre pasado. Tenían cuatro hijos de 9, 7 y 5 años, junto con una beba de uno y medio. Según Lidia, madre de la joven, hacía tiempo que “(Estefanía) tenía ganas de separarse”. De hecho, fue la misma Lidia quien la acompañó, durante los últimos tres meses, a hacer las denuncias a la Comisaría de la Mujer en Temperley. La medida perimetral y la exclusión del hogar las consiguieron el 11 de marzo, un día después de que ella cumpliera 30 años.
“Ni siquiera su cumpleaños pudo disfrutar. El tipo la llamaba todo el tiempo. La volvió loca ese día”, contó Ariel, padrastro de Estefanía. La madrugada del 12 de marzo, mientras Estefanía dormía con sus hijos, Oriolo entró por la ventana, la violó y la golpeó hasta dejarla inconsciente. Antes de llamarlo a Ariel, que vive en la casa contigua, tuvo tiempo de trasladar el cuerpo de Estefanía hasta el baño para alegar que “se cayó de la bañera mientras se bañaba”.
Cuando Ariel llegó, el escenario era otro: “Yo sabía que ella le daba de comer a los chicos y luego se acostaban a dormir ¿Quién se va a bañar a las 4 de la mañana?”. Decidió llevarla al hospital y obligó a Oriolo a que fuera con él porque “sabía, indirectamente, que él había tenido algo que ver”. Tras una semana de agonía, falleció en el hospital el 19 de marzo.
Comenzado proceso judicial, en cuyo derrotero prometieron acompañar organizaciones sociales y políticas como Las Rojas y Plenario de Trabajadoras del Partido Obrero, Lidia pelea por la patria potestad de sus cuatro nietos. Además, desde la muerte de su madre, los niños se encuentran bajo tratamiento psicológico. Ariel contó que el mayor “no para de hablar y empezó a contar muchas cosas de la vida cotidiana, de los maltratos que presenciaba hacia su mamá o hacia él y a sus hermanos”. Es por ello que la familia Díaz, junto con la fiscal de la causa, Andrea Nicoletti, pidieron a la Comisaría de la Mujer que buscaran si había “denuncias previas”, de años anteriores.
Resultó ser que sí, que existieron, y datan del 2009 y 2011. En ambas ocasiones el denominador común fue la violencia, que en una se ejerció hacia Estefanía y en otra contra sus hijos. “Él la amenazaba constantemente, por eso nunca dijo nada”, se lamentó el hombre. Y también lo lamenta por los chicos que, desde que nacieron, convivieron con un violento y padecieron de cerca los maltratos físicos y psicológicos.
Antes de acercarse a la Cámara Gesell, una habitación especialmente diseñada para la declaración testimonial de niños y niñas, los hijos de Estefanía debían someterse a una evaluación psicológica. El terapeuta que los acompañó todas las semanas dio el visto bueno y el testimonio del hijo mayor ya fue incorporado a la causa. En las semanas que siguen, expondrá el del medio y el más chico de los tres varones.
El femicidio es la máxima expresión de la violencia machista. Los hombres también mueren, es cierto, pero puertas adentro -en el ámbito del hogar- cada año se suman a la lista más y más nombres de mujeres.
Según el último informe de estadísticas sobre violencia de género de la ONG La Casa del Encuentro, en 2013 se registraron 295 femicidios, lo que quiere decir que cada 35 horas aproximadamente una mujer resulta víctima fatal de una situación de agresión. Y en situaciones de las más diversas y brutales: muchas mueren golpeadas, ahorcadas, asfixiadas, apuñaladas o quemadas, como Wanda Taddei, Fátima Catán o Adriana Maricel Zambrano. Otras simplemente “desaparecen”, como Érica Soriano. Todas estas “hogueras” modernas no hacen más que denotar el odio y el resentimiento hacia ellas por parte de quienes, simplemente, las consideran un objeto de su propiedad.