Por Mariana Brito Olvera
Una reflexión en primera persona, donde Mariana, parte de la Asamblea de Mexicanxs en Argentina, nos lleva a la masiva movilización a partir del asesinato de la activista Marielle Franco en Brasil y la toma de universidades en México para protestar por la violencia de género. Nos dice, en las líneas que siguen, “así nos queremos: vivas, juntas, luchando, cuidándonos desde cualquier espacio en el que estemos”.
La noche del miércoles 14 de marzo, a través de distintos medios y redes sociales, me enteré de dos noticias que me dejaron totalmente con el ánimo contrariado. Por una parte, en Brasil acababan de asesinar a tiros a la luchadora social Marielle Franco, concejala del Partido Socialismo y Libertad (PSOL); por otro, veía notas de las universitarias de México, estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM, que acababan de tomar las instalaciones para realizar un paro de 24 horas, en repudio a la violencia de género que se vive dentro de la universidad y a las negativas por parte de las autoridades universitarias para hacer algo al respecto. Por un lado, sentía rabia, indignación; por otro, alegría y empoderamiento.
Marielle, mujer nacida en las favelas, mujer negra, feminista, lesbiana, militante. Quisieron aniquilar a las múltiples identidades sociales disidentes que convergían en la figura de la concejala del PSOL. Su asesinato es un mensaje para todxs aquellxs que entran en alguna de esas categorías y se enmarca dentro del recrudecimiento de la represión por parte del gobierno de Temer. Días anteriores a su asesinato, Marielle Franco había denunciado la intervención militar en Río de Janeiro, así como la actuación de la policía en la favela de Acari, donde dos jóvenes habían sido asesinados por las fuerzas de seguridad. Cuando se cometió el atentado ella regresaba del evento “Jóvenes negras moviendo la estructura”. Marielle fue una militante que nos mostró una forma de ser anticapitalista, antipatriarcal y anticolonialista, todo lo que los gobiernos de derecha quieren exterminar.
Sin embargo, la noticia de su muerte no quedó en el silencio y pronto las calles de Brasil comenzaron a llenarse de personas que protestaban ante este hecho. La protesta transcendió fronteras, la solidaridad internacional empezó a expresarse en distintos territorios. En Buenos Aires, las Feministas del Abya Yala marcharon en la Ronda de las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora) exigiendo justicia, y a la tarde se llevó a cabo una vigilia en el Obelisco, convocada por la comunidad brasilera residente en la ciudad.
En medio de este clima represivo para las mujeres, y más aún para las mujeres luchadoras sociales, el mismo día que leía indignada las notas sobre el asesinato de Marielle, también me llegaban mensajes y noticias sobre las estudiantes de la FFyL/UNAM en México, que habían declarado un paro de la Facultad para el 15 de marzo. “Acabamos de tomar la facultad”, me dijo una amiga en breve mensaje por what’s app. Si bien las feministas de la facultad ya venían desde hace tiempo señalando los abusos y violencias machistas dentro de la institución, el límite fue la inacción de las autoridades de la facultad ante una denuncia de violación sexual hacia una compañera por parte de Héctor Ignacio Martínez Álvarez, estudiante del doctorado y profesor del Colegio de Geografía. El profesor no sólo no ha sido destituido de su cargo y expulsado definitivamente de la Universidad, sino que se veía la posibilidad de que se le otorgara un apoyo económico para realizar una estancia de investigación en la Argentina, ante lo que las mujeres de la FFyL convocaron a una asamblea en la cual se discutieron diversos casos de violencia de género y se concluyó con la resolución de la toma.
Esta noticia me llenó de alegría y empoderamiento al provenir de un espacio que fue tan cercano para mí en otro tiempo. Ver mi antigua facultad llena de rebeldía antipatriarcal me hizo constatar que la gran arma que nos ha dado el feminismo es la de no callarnos. No es que ahora haya más casos de violencia de género que antes: siempre los hubo, pero ahora ya no vamos a cerrar la boca y vamos a acompañarnos entre nosotras (“yo sí te creo, hermana”, se oye decir a las compas). Mientras veía las fotografías de la toma pensaba que me hubiera encantado estar allí, pero también me encanta que sean otras las que lo hagan, porque significa que cada vez somos más las que estamos luchando desde diversos territorios, disputando espacios y sentidos.
Desde el jueves 15 de marzo la FFyL se llenó de mujeres: mujeres discutiendo, bordando, creando. Hermanándose. Ese mismo día se convocó a una nueva asamblea donde se decidió continuar el paro por 24 horas más, siendo la toma en total de 48 horas. El día viernes se sumó al paro la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS). La Facultad de Psicología y de Economía, así como las Feministas de la UAM Xoxhimilco emitieron comunicados de apoyo y solidaridad. Ya las estudiantes de la Escuela Nacional Preparatoria 5 habían realizado una toma el pasado 12 de marzo, denunciando el acoso sexual de un profesor de Historia, Ricardo Colín Hernández.
Esta ola de organización feminista no parece frenarse, al contrario, ahora las Mujeres Organizadas de la FFyL han lanzado la convocatoria para la Primer Asamblea Interuniversitaria de Mujeres, que se llevará a cabo en la Facultad de Economía de la UNAM este jueves 22 de marzo. Se espera recibir mujeres de distintos planteles, facultades, instituciones de educación media superior y superior. Después del Primer Encuentro Internacional de Mujeres que luchan, convocado por las zapatistas y realizado del 8 al 10 de marzo pasado, podemos decir que las mujeres están moviendo algo potente en México. El lema de las universitarias es: “juntas nos quitamos el miedo”. En un país donde ocurren siete feminicidios por día, ser feminista no es una cosa menor. Ser feminista en un país como México es una cuestión de vida, porque así nos queremos: vivas, juntas, luchando, cuidándonos desde cualquier espacio en el que estemos.
El jueves de la semana pasada asistí a la vigilia por Marielle, realizada en el Obelisco. Recuerdo que entre toda la gente, vi, a lo lejos, a una querida amiga brasilera; estaba llorando. Me acerqué a hacer lo primero que podía hacer: extenderle un abrazo grande y fuerte. Y en ese abrazo comprendí esto: nos tenemos entre nosotras, tenemos que cuidarnos y querernos, tenemos que cuidar a nuestras luchadoras sociales, las de todas las geografías, mapear nuestras luchas para estar al tanto, construir un feminismo sin fronteras, para que sepan que no se puede matar a una Diana Sacayán, a una Berta Cáceres, a una Marielle Franco sin consecuencias. Porque que juntas nos quitamos el miedo. Porque si nos tocan a una, respondemos todas.