Por Gustavo Bruzos. Mientras la selección Argentina de voley se mide de igual a igual con las potencias en la Copa del Mundo de Japón y busca la clasificación a los juegos de Londres 2012, se hace imprescindible analizar el desarrollo de este deporte en el país hasta llegar a un presente que despierta esperanzas para el futuro.
Los últimos años han permitido observar un desarrollo interesante del voley argentino, sobre todo en su rama masculina. Varias veces Argentina se codeó con la gloria en este deporte (bronce en el Mundial de 1982 jugado en nuestro país y en los Juegos Olímpícos de Seúl en 1988, Oro en el Panamericano de 1995 en Mar del Plata, por citar los tres más importantes), para luego volver a segundos planos.
La pirámide del voley tiene una estructura totalmente amateur, con una punta altamente profesional. Esa punta, la que asoma, la que vemos, es producto de múltiples factores. Veamos…
El desarrollo de base
Tras el Mundial 2002 disputado en el Luna Park, se produjo el enésimo estallido institucional del voley argentino. Según la campana que se escuche se trató de un golpe de estado o del agotamiento de las anteriores estructuras. O, en algunas versiones, una cama política al más alto nivel que terminó con el “reinado” de Mario Goijman, llegado 6 años antes, para dar lugar justamente a otro reinado. En fin…
El arquitecto Bolgeri (tras una intervención de, como mínimo, muy mal gusto por parte de la Federación Internacionl -FIVB-) tomó las riendas del voley argentino.
Sin entrar en consideraciones personales, que no merecen relevancia, claramente Bolgeri apoyó su gestión en el desarrollo de la Liga y en lo que IDS (Ideas del Sur Sports, la empresa que desarrolla emprendimientos deportivos del clan Tinelli) pudiera aportarle.
Eso sí, se apostó fuerte a la continuidad de la Liga Argentina de Clubes y al desarrollo de las categorías de base. Y quizás allí radique una de las bases del éxito de hoy. Juan Manuel Cichello (ex jugador de Boca, hoy ayudante de Julio Velasco en la selección de Irán, también potencia en categorías formativas) realizó un trabajo impresionante con los más jóvenes, incluyendo tareas de captación de talento, miniconcentraciones y hasta la participación de la selección juvenil en el TNA (el Torneo de Ascenso, que se juega para acceder a la Liga Argentina).
Llega el elegido
El ingreso de Tinelli al mundo voley fue a través de Bolívar (compró una plaza de Liga y la llevó a jugar de local a su pueblo natal). Y después de un tiempo de participar en la Liga de forma exitosa, con la conducción técnica de Daniel Castellani, llegó hasta allí uno de lo tipos más talentosos y ganadores de nuestro voley: Javier Weber.
Quien fuera armador y capitán del equipo campeón en Mar del Plata 1995 se hizo cargo de la conducción técnica de Bolivar desde dónde relanzó el proyecto deportivo y elevó los índices de calidad en su trabajo. Lo llevó primero a ganar un campeonato invicto y luego al bicampeonato. Pero además motorizó la salida al exterior del equipo de la provincia de Buenos Aires (Challenge Cup y Mundial de Clubes). Y lo que fue aún más importante: convenció al dueño de Ideas del Sur de que lo mismo podía pasar con la selección Argentina, que atravesaba un profundo proceso de renovación de jugadores y navegaba en la indefinición de juego. Esto le había costado, entre otras cosas, el fracaso de perder la clasificación a los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 en un torneo disputado en la Argentina.
Entonces el arribo de Javier Weber a la selección se hizo acompañado de una mejoría sustancial del presupuesto. La gestión compartida entre IDS Soport y la Federación -FeVA- destina el 50% de lo generado para la selección mayor masculina; mientras tanto, la FeVA, con su presupuesto, invierte en femenino, juveniles, menores (masculino y femenino), Copas Argentinas, Campeonatos Nacionales y el resto de sus actividades.
Además hay que sumarle a esto el subsidio del ENARD, con lo que se apoya delegaciones, torneos olímpicos y sus clasificatorios, Panamericanos y ODESUR, que engrosan las partidas en determinados momentos.
No hay dudas de que, por más plata que le inyecten a un proyecto, lo que logra los triunfos es una combinación de talento y sacrificio. Y ese es el principal aporte que le inyectó Weber a este equipo argentino que hoy lucha en la Copa del Mundo de Japón de igual a igual ante las potencias, buscando clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Weber logró trasladarle su obsesividad por mejorar los estándares de juego, su permanente hambre de mejoría y de gloria. El resto tiene que ver con juntar en una misma etapa a talentos de la talla de Luciano De Cecco (armador), Facundo Conte (hijo de Hugo, llamado a ser una estrella mundial) y Sebastián Solé (un central muy joven, de apenas 20 años, de quien se va a escuchar hablar mucho en el mundo del voley). Este equipo argentino es joven de edad y con mucho por desarrollar aún. Pero lo más importante es que su rendimiento se basa en el enorme trabajo de sus protagonistas y es el reflejo del crecimiento de la actividad.