Foto: Leandro Monachesi
Por Ariel Hendler. En la noche del jueves 25 de octubre, Jack Bruce & Big Blues Band brindó un excelso recital en el teatro Gran Rex. Marcha te cuenta aquí la primera vez en Buenos Aires de este viejo blusero de ley.
Lo mejor, como decía Kafka, es empezar por el medio. Pues bien, ahí al borde del escenario el setentón Jack Bruce machaca el eterno “spoonful, spoonful, spoonful” con voz algo cascada. Como lo hacía 45 años atrás en el primer long play de Cream, el power trío que compartió con Eric Clapton y el baterista Ginger Baker, y al que le debe el 99 por ciento de su fama y su leyenda. Fue su bajista, compositor, motor creativo, hombre orquesta y cantante en los dos o tres años que duró (´66/´68), tiempos vertiginosos y frenéticos. “Spoonful, spoonful, spoonful”, nos martilla ahora directo a los oídos y al corazón, en su primera visita a la Argentina.
La Big Blues Band que lo secunda tiene poco de las dos primeras “B”. Más bien, es un típico cuarteto de rock elaborado con una modesta sección de tres bronces. Recuerda sobre todo a un fugaz grupo que formó a mediados de los 70, que incluía también a Mick Taylor (dejó a los Stones para sumarse), sin nombre y que ni siquiera llegó a grabar, aunque se puede encontrar algo en youtube.
Un rock maduro, bien macerado, casi progresivo. Tal vez, un poco menos crudo que este, el que suena ahora en el Gran Rex, 35 años más tarde, apenas tamizado por el sonido envolvente de un órgano. Y con los bronces en clave asordinada, disonante, para poner unos acentos dark en el momento justo.
En el medio del escenario, con su bajo fretless a alto volumen y bien saturado como protagonista excluyente de la masa sonora, JB lleva la melodía, hace yeite, ordena y distribuye como un director de orquesta, ataca y contrapuntea. Y aparece en toda su dimensión cuando se bate con el guitarrista Tony Remy en unos duelos de cuerdas sin vencedores ni vencidos. Vestido como para ir a hacer las compras, canta, improvisa una especie de scat, bromea y hace gestos de Joe Pesci en Buenos Muchachos. Pega una vueltita canchera por el escenario “como si fuera Bryan Ferry” y se ríe solo de su poca gracia. Sale mucho mejor parado cuando posa de perfil haciendo pata ancha: casi un logotipo de sí mismo.
Antes de JB, el bajo solía recaer en seres oscuros como Bill Wyman (RS) y John Entwistle (Who), o poco dotados como Stu Stucliffe en los proto Beatles. Más tarde, a fines de los 70, lo puso de moda el jazz-rockero Jaco Pastorius. Nadie recordaba entonces que Jack Bruce había inventado todo mucho antes, en Cream cuando se animó a meter su bajo a la misma altura que la viola de Clapton. Porque él es el hombre del bajo por excelencia en la historia del rock, el “Bajo-Man”, aunque su baja estatura de antihéroe, su falta de vocación para el estrellato y su nulo instinto marketinero hayan conspirado contra su beatificación.
Hasta se abstuvo, y se lo agradecemos, de haberse subido al tren del boom tardío del blues entre fines de los 80 y principios de los 90, años vacíos en los que endiosó a los Blues Brothers, Buddy Guy, Stevie Ray Vaughan: una moda retro. Esos años en que un B.B. King reinventado por U2 venía a Buenos Aires a tirarle púas al público en shows que daban vergüenza ajena. Puro circo, puro curro. Pero la historia de Jack Bruce pasa por otro lado, como se va notando a medida que transcurre el concierto, porque acá no hay nada de show.
En esta Big Blues Band, no están las letanías y nostalgias casi for export del blues ortodoxo, más allá de un sentido homenaje al género con “La primera vez que conocí el blues” (First time I Met the Blues), tema que viene de sus inicios en el under londinense con el grupo de Graham Bond. Tampoco nos somete a esa “solomanía” rutinaria que muchas veces se agota ya al segundo tema. Hasta la versión de Spoonful es “oscurísima”, con todo el protagonismo para el trombón. Sin demagogia. Como si no le interesara contarnos el mismo cuento que ya sabemos.
Porque lo de Jack Bruce es otra cosa, como se va notando a medida que transcurre el concierto. Una muralla maciza y compacta de sonido en la que el bajo, siempre en el registro más grave, funciona como al mismo tiempo como la columna vertebral y la amalgama que llena todos los huecos. Una perfomance demoledora, por citar un lugar común –aunque adecuado en este caso. Pero también hay un descanso cuando el multi instrumentista JB se sienta al piano (y el interés decae), y un gran final a puro Cream, con hits White Room y Sunshine of Your Love atendidos por su propio dueño.
La respuesta es un cantito futbolero, de los más jóvenes, para pedir los bises: “Olé, olé, olé, olé/Jack Bruce, Jack Bruce”. Los cincuentones, amplia mayoría, satisfechos por haberse cobrado una vieja deuda pendiente.
Jack Bruce & Big Blues Band está compuesto por Jack Bruce – Voz, bajo, piano-, Tony Remy – Guitarrra-, Frank Tontoh – Batería-, Paddy Milner – Piano, órgano-, Nick Cohen – Bajo (suplente)-, Winston Rollins -Trombón-, Derek Nash – Saxo Tenor- y Paul Newton – Trompeta-.
Para sugerencias, consultas o comentarios escribinos a música@marcha.org.ar