En la última semana funcionarios iraníes y estadounidenses realizaron declaraciones que tendieron a mejorar, al menos discursivamente, las relaciones entre ambos países. Sin embargo, Israel presiona para evitar este acercamiento.
El viernes 27 de septiembre, en el marco de la 68° asamblea general de la Organización para las Naciones Unidas (ONU), el presidente iraní, Hasan Rohani, dialogó telefónicamente con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Esta conversación que fue ampliamente difundida por los medios de comunicación de todo el mundo fue el punto más alto en el marco de una serie de diálogos que vienen llevando adelante ambos países para distender las relaciones diplomáticas, formalmente suspendidas desde 1980.
Previamente a la conversación telefónica, que giró en torno al programa nuclear iraní, ambos mandatarios habían dado sus respectivos discursos en la ONU. Allí se notó una reducción del tono beligerante que históricamente tuvieron uno y otro país. Obama anunció que apostaría a la “vía diplomática” para lograr un acuerdo sobre el programa nuclear de Irán (principal eje de conflicto para EE.UU.).
El presidente estadounidense destacó las declaraciones positivas emitidas por Irán en la última semana acerca de que no construirá armas nucleares. “Estas declaraciones deben ofrecer la base para un acuerdo significativo”, con una resolución que establezca el derecho iraní a la energía nuclear con fines pacíficos pero sin la posibilidad de que obtenga armas atómicas, señaló el mandatario estadounidense.
Para el acuerdo, Obama consideró clave que Irán se adhiera el Tratado de No Proliferación nuclear (que no ha sido ratificado por los EE.UU. e Israel) y que “emprenda acciones transparentes y verificables”.
Por su parte el presidente de Irán afirmó en la Asamblea General de la ONU que las armas nucleares y de destrucción masiva “no tienen lugar en la doctrina de seguridad y defensa” de su país y ofreció un “diálogo constructivo” con Estados Unidos. Irán “no busca aumentar la tensión con Estados Unidos”, afirmó Rohani.
También en el marco de la Asamblea General de la ONU, los cancilleres de ambos países se reunieron con el grupo 5+1 (Unión Europea, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania) para avanzar en este sentido. Las negociaciones buscan despejar las contradicciones entre Teherán y algunos gobiernos occidentales que cuestionan el carácter pacífico de las actividades nucleares del país islámico.
John Kerry, secretario de Estado de los Estados Unidos afirmó al respecto: “Si se trata de un programa pacífico y todos lo podemos ver, la relación con Irán podría cambiar drásticamente para mejor y podría hacerlo rápidamente”.
Por su parte, el ministro ruso de Asuntos Exteriores Serguéi Lavrov se manifestó a favor de levantar gradualmente las sanciones internacionales impuestas contra el país persa, para favorecer el clima en torno a las negociaciones y consolidar su carácter constructivo. “Si hay progreso (en las negociaciones), el régimen de sanciones debe atenuarse paulatinamente hasta su retiro”, dijo Lavrov al diario Washington Post.
Finalmente, Mohamad Javad Zarif, ministro de Relaciones Exteriores de Irán confirmó la disposición de su país de demostrar el carácter pacífico de su programa nuclear. “El programa nuclear iraní no es más que un programa pacífico y vamos a demostrarlo a la comunidad internacional”, sostuvo el diplomático iraní.
Una Israel en el zapato
Este histórico acercamiento entre EE.UU. e Irán preocupó al gobierno israelí. Desde 1979, cuando triunfó la Revolución Islámica, las relaciones entre la nación persa con Israel y EE.UU. fueron siempre de mucha tensión.
Este lunes, y ante los acontecimientos de la semana pasada, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu visitó la Casa Blanca. En su encuentro con Obama el dirigente del gobierno israelí insistió en que Washington mantenga las sanciones contra Irán y las refuerce si Teherán prosigue sus planes nucleares durante la próxima ronda de negociaciones con Occidente.
Por su parte, el presidente estadounidense, quien trato de restar importancia a las preocupaciones de Tel Aviv sobre un compromiso diplomático con Irán, señaló que las autoridades iraníes deben mostrar hechos concretos y prometió mantener todas las opciones sobre la mesa, incluyendo la posibilidad de una respuesta militar.
Para el gobernante israelí con el presunto acercamiento estadounidense-iraní, Teherán intenta ganar tiempo y aliviar las sanciones internacionales “para desarrollar armas nucleares”, algo que ese país rechaza. No obstante, Obama señaló que está preparado para probar las proposiciones de Rohani aunque insistió que debe existir el máximo nivel de verificación antes de aliviar las sanciones.
De esta forma, el gobierno israelí se muestra como uno de los principales obstáculos para el mejoramiento de las relaciones entre EE.UU. e Irán. Mejoramiento que también distendería la situación en todo Medio Oriente, región en la que Irán se ha mostrado últimamente como un importante mediador en pos de la paz.
Fue Irán el que propuso la cláusula que pide a todos los países del Medio Oriente no signatarios de la Convención de Armas Químicas en la región que se unan a ese tratado, algo que preocupa mucho a Tel Aviv. La propuesta presentada por Irán y apoyada por Estados Unidos fue incluida en la decisión emitida por la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) sobre Siria del viernes pasado. Esa iniciativa fue introducida también por Rusia en la nueva resolución sobre Siria aprobada en el Consejo de Seguridad de la ONU.
El papel iraní en el desmantelamiento de los arsenales químicos del gobierno de Damasco reveló las intenciones de Rohani de llevar a cabo un proceso serio de desmilitarización en la región. Esto ha recibido el visto bueno de varias potencias pero ha desmentido en gran parte el discurso israelí sobre el peligro que supone Irán y su programa nuclear. Eso es lo que más molesta al gobierno de Tel Aviv.