Comenzó el lunes la Conferencia Mundial de Telecomunicaciones Internacionales en Emiratos Árabes Unidos con el fin de revisar el Reglamento de las Telecomunicaciones Internacionales. Estados Unidos, la UE y Google denuncian censura global.
Después de 24 años, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) volvió a llamar a una nueva Conferencia Mundial de Telecomunicaciones Internacionales que se desarrolla en estos días en Dubai, Emiratos Árabes Unidos. El objetivo es revisar y reformular el Reglamento de las Telecomunicaciones Internacionales, cuya última versión, actualmente en vigor, es de 1988. Ese año la UIT se reunió en Melbourne, Australia, para sentar las bases de lo que la misma organización define como “la privatización, la competencia y la liberalización, que han creado las condiciones para el crecimiento de las TIC”.
Junto con su Constitución, el Convenio y el Reglamento de Radiocomunicaciones, este texto representa el objetivo mismo de la organización que hoy depende de las Naciones Unidas, y que se puede resumir en la idea de reglamentar y normalizar los códigos de telecomunicación a nivel mundial. Es decir, si el espectro radiofónico es inmenso, por ejemplo, el hecho de utilizar una determinada banda de la Frecuencia Modulada en todo el mundo, y una determinada banda de la Amplitud Modulada en todo el mundo, es decidido en este tipo de conferencias.
Ahora bien, la deuda histórica que estos tratados tienen es la de ir siempre un paso más atrás con respecto a la evolución de las nuevas tecnologías de la comunicación. En los años ’80 por ejemplo, la UIT reglamentó el espectro radioeléctrico que utilizarían las señales de televisión por aire y vía satélite en todo el mundo. Sin embargo, la llegada de la telefonía celular y su expansión masiva, hizo que buena parte de esa porción del espectro fuera cedida a las compañías telefónicas para su uso, algo no previsto por la UIT y que luego se estableció en tratados sucesivos sobre la base de la situación de facto. Es fácilmente predecible que los intereses de las grandes corporaciones de comunicación juegan un rol fundamental en el establecimiento de normas globales sobre este tipo de temas. Y lo que hoy está en juego en Dubai, es justamente el rol de estos multimedios en la reglamentación del uso de internet.
Neoliberalismo en red
En 1988 el desarrollo de internet era aún muy incipiente. Muy pocos hogares tenían acceso en ese momento a una computadora, y menos aún a una conexión a la web. Por eso, la UIT no contempló la posibilidad de reglamentar su acceso y distribución a nivel mundial, algo que se prevé subsanar recién en esta conferencia. Pero mientras tanto internet entró en la cotidianidad de una gran porción de los habitantes de este globo, y las únicas formas que encontró para “auto-regularse” fueron las impuestas por la ley del mercado, en la que todo vale con tal de generar ganancias. En este ámbito totalmente desregulado la UIT intenta hoy encontrar sistemas de normalización que garanticen el acceso a la red -sin, de todas formas, desvincularse de los preceptos del neoliberalismo- y encuentra la oposición de las grandes empresas que ya se sienten dueñas de la web y sus aliados. El principal actor que se demostró en contra del proyecto de regulación de internet a nivel global es Google, secundado por los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea, que gritaron al escándalo culpando a las Naciones Unidas de querer limitar la libertad de expresión e imponer formas veladas de censura a nivel mundial.
La cuestión fundamental es la intención de la mayoría de los miembros de la UIT de incluir a internet a pleno título dentro de los servicios de telecomunicación, y por lo tanto materia de reglamentación internacional que obligaría a las grandes empresas a prestar servicios aún en aquellas zonas donde no sea rentable su implementación, como debería suceder en todo el mundo con la telefonía fija, o adecuarse para prestar el servicio aún en situaciones de emergencia.
Pero las grandes empresas prestadoras, como Google, Cisco, Microsoft, Comcast y AT&T, se embanderaron detrás del lema ‘Take Action’ para denunciar un intento de limitación a la libertad en internet. Este grupo hace hincapié en los costos que generaría para los prestadores la nueva reglamentación, sin mencionar que éstos serían sólo para las empresas. Pero los partidarios del mercado desregulado ya planean hacerlos recaer sobre los usuarios. En su denuncia, remarcan la intención de la UIT de filtrar información, censurar noticias, aunque no exista aún ninguna prueba de ello. Cuestionan inclusive la decisión de discutir la regulación en un margo gubernamental, asegurando que esta debería darse entre empresarios e ingenieros.
“Algunas propuestas podrían permitir que los gobiernos censuren información legítima e, incluso, que impidan el acceso a Internet. Otras propuestas pretenden que servicios como YouTube, Facebook y Skype paguen nuevas tarifas para llegar a usuarios de otros países. De esta forma, se podría limitar el acceso a la información, especialmente en los mercados emergentes”, acusan desde la campaña encabezada por Google, que asegura que de esta conferencia participarán “42 países en los que se censura y se filtra el contenido publicado en la Web”.
Pero la cruzada neoliberal se cae por su propio peso. Los gobiernos que llevarán la voz de estos multimedios son los que controlan la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN), que regula hoy los recursos principales de internet, y son los mismos que se han destacado como censores en los casos Wikileaks o Megaupload.
Es decir, si bien tardía y aún basada en preceptos mercantilistas, la iniciativa de la UIT roería el monopolio que las grandes empresas de internet detienen, aunque no se conozca todavía cuales serán las normas globales al respecto.