El Interferón Alpha 2b creado en 1981 por Cuba ha probado su efectividad para virus con características similares a las del COVID-19 y es hoy uno de los avances científicos mas certeros para el tratamiento del mismo.
Por Helen Yaffe (*) | Traducción: Gabriela Iraheta
El COVID-19 surgió en la ciudad china de Wuhan, a finales de diciembre del 2019 y ya en enero de 2020, había golpeado la provincia de Hubei, pasando por encima de China, propagándose hacia el exterior.
El estado Chino tomó acciones para combatir su transmisión y cuidar a las personas contagiadas. Entre los treinta medicamentos que la Comisión Nacional de Salud de China ha seleccionado para combatir el virus, se encuentra una droga antiviral cubana, Interferón Alpha 2b. Esta droga se produce en China desde 2003, por la empresa ChangHeber, un proyecto conjunto entre Cuba y China.
El Interferón Alpha 2b cubano, ha probado su efectividad para virus con características similares a las del COVID-19. El especialista biotécnico Dr. Luis Herrera Martínez, explica: “Su uso previene el agravamiento y las complicaciones en pacientes, alcanzando esa etapa en que puede resultar en fallecimiento”. Cuba desarrolló y usó el Interferón con anterioridad para atender un pico de dengue en 1981, experiencia que aceleró el desarrollo de la industria biotecnológica de la isla, líder a nivel mundial.
La primera empresa de biotecnología en el mundo, Geentech, fue fundada en San Francisco en 1976, seguida de AMGen en Los Ángeles, en 1980. Un año más tarde, el Frente Biológico, un foro profesional interdisciplinario, fue armado para desarrollar la industria en Cuba. Mientras la mayoría de países en desarrollo tenían un acceso limitado a las nuevas tecnologías (ADN recombinante, terapia génica humana, bioseguridad), la biotecnología cubana se expandió y pasó a ocupar un rol cada vez más estratégico, tanto en el sector de la salud pública como en el plan nacional de desarrollo económico. Esto a pesar del bloqueo por parte de EEUU, obstruyéndole el acceso a tecnologías, equipos, materiales, financiamiento e incluso el intercambio de conocimiento.
El Interferón son “proteínas de señalización” producidas y liberadas por células en respuesta a infecciones, alertando a la vez a aquellas a su alrededor haciendo que incrementen sus defensas anti virales. Fueron identificadas por primera vez en 1957 por Jean Lindenmann y Aleck Isaacs en Londres. En los 60, Ion Gresser, un investigador estadounidense en París, demostró que en ratones, el Interferón estimula linfocitos que atacan tumores. Estos hallazgos fueron retomados en 1970 por el oncólogo estadounidense Randolph Clark Lee.
Aprovechando la última etapa de las relaciones diplomáticas del presidente estadounidense Carter con Cuba, el Dr. Clark Lee visitó la isla, se reunió con Fidel Castro y lo convenció de que el Interferón era la droga maravilla. Poco tiempo después, un doctor cubano y un hematólogo viajaron al laboratorio del Dr. Clark Lee, volviendo con el último hallazgo sobre el Interferón y más contactos. En marzo de 1981, seis cubanxs trabajaron en Finlandia durante 12 días con el doctor finlandés Kari Cantell, quien en los 70 había aislado Interferón de células humanas y había compartido el avance al negarse a patentar el procedimiento. Lxs cubanxs aprendieron a producir Interferón en grandes cantidades.
A 45 días de su retorno a la isla, habían producido ya el primer lote de Interferón cubano, cuya calidad fue confirmada por Cantell en su laboratorio en Finlandia. El resultado llegó justo a tiempo. Semanas después, Cuba sería golpeada por una epidemia de dengue, una enfermedad transmitida por mosquitos. Era la primera vez que esta cepa virulenta, que puede desencadenar fiebre hemorrágica y poner en peligro la vida, aparecía en América.
La epidemia afectó a 340,000 cubanxs, con 11,000 nuevos casos diagnosticados cada día a medida que alcanzaba su pico. 180 personas murieron, incluyendo 101 niñxs. Lxs cubanxs sospecharon de la CIA y la liberación del virus. El Departamento de Estado de EEUU lo negó, aunque recientemente una investigación cubana asegura tener evidencia de que la epidemia se introdujo desde EEUU.
El Ministro de Salud Pública de Cuba autorizó el uso del Interferón cubano para frenar el brote de dengue. Se actuó a toda prisa y la mortalidad se vio disminuida. En su registro histórico, los científicos médicos Caballero Torres y López Matilla, escribieron: “Fue la experiencia de prevención y terapia más extensa con Interferón llevada adelante en todo el mundo. Cuba comenzó a celebrar simposios con regularidad que atrajeron rápidamente la atención internacional”. El primer evento internacional en 1983 tuvo mucho prestigio; Cantell dio el discurso de apertura y Clark asistió con Albert Bruce Sabin, el científico polaco americano que desarrolló la vacuna oral contra la Poliomielitis.
Convencido de la contribución y la importancia estratégica de una ciencia médica innovadora, el gobierno cubano armó el Frente Biológico en 1981 para el desarrollo de este sector. Lxs científicxs fueron a estudiar al extranjero, mientras se experimentaba con la clonación de Interferón. Cuando Cantell volvió a Cuba, en 1986, lxs cubanxs habían desarrollado el Interferón Alfa 2b humano recombinante, que había beneficiado a cientxs de cubanxs desde entonces. Con una gran inversión estatal, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba (CIGB), una obra maestra, se inauguró en 1986. Para ese entonces, Cuba afrontaba otra crisis sanitaria: un brote preocupante de Meningitis B, lo que estimuló aún más el sector biotecnológico de Cuba.
En 1976, un brote de Meningitis B y C golpeó a Cuba. Desde 1916, sólo unos cuantos casos aislados se habían registrado en la isla. En el mundo, existían vacunas para las Meningitis A y C, pero no para la B. Las autoridades sanitarias cubanas aseguraban una vacuna traída de una compañía farmacéutica francesa para inmunizar a la población de la Meningitis C; sin embargo, en los años siguientes, los casos de Meningitis B se elevaron. Se conformó entonces un equipo de especialistas, provenientes de diferentes centros de ciencia médica, con el liderazgo de Concepción Campa, una científica bioquímica, para trabajar intensamente en la búsqueda de una vacuna.
Ya en 1984 la Meningitis B se había convertido en el principal problema de salud en Cuba. Luego de seis años de exhaustivo trabajo, en 1988, el equipo liderado por Campa produjo exitosamente la primera vacuna para tratar la Meningitis B. Uno de sus miembrxs, el Dr. Gustavo Sierra, recuerda aquella alegría: “Ése fue el momento en que pudimos decir que funcionaba, y daba resultado aún en peores condiciones, bajo la presión de una epidemia y con un gran número de personas en edad vulnerable”. Entre 1989 y 1990, 3 millones de cubanxs, quienes corrían mayor riesgo, recibieron la vacuna. Tiempo después, 250 mil personas jóvenes fueron vacunadas con la VA-MENGOC-BC, una vacuna combinada contra la Meningitis B y C. En general, se registró una eficacia del 95% y una del 97% en el grupo de personas de mayor riesgo: niñxs de tres meses a seis años de edad. La vacuna cubana contra la Meningitis B recibió la Medalla de Oro de la Organización de las Naciones Unidas por la innovación global. Fue el milagro cubano contra la Meningitis.
“Le digo a mis colegas que uno puede trabajar treinta años, catorce horas al día sólo para disfrutar un gráfico durante diez minutos”, me cuenta Agustín Lage, Director del Centro de Inmunología Molecular (CIM), refiriéndose a una ilustración del crecimiento y la repentina caída de los casos de Meningitis B en Cuba. “La biotecnología empezó por esto. Luego las posibilidades de la industria de desarrollo y exportación se abrieron y, hoy en día, la biotecnología cubana se exporta a cincuenta países”.
Desde su primera aplicación para combatir la fiebre del dengue, el Interferón cubano ha demostrado su eficacia y seguridad en la terapia para enfermedades virales, incluyendo la Hepatitis B y C, herpes, VIH-SIDA y dengue. Debido a que interfiere con la multiplicación viral de células, ha sido usado también en el tratamiento de diferentes tipos de carcinomas.
El tiempo dirá si el Interferón Alfa 2b demuestra ser la droga maravilla en lo que a COVID-19 respecta.
- Helen Yaffe es profesora de Historia económica y social en la Universidad de Glasgow. Su enseñanza se centra en el desarrollo latinoamericano y cubano. Desde 1995, ha pasado tiempo viviendo e investigando en Cuba. Su tesis doctoral fue adaptada para su publicación como Che Guevara: Economía en Revolución en 2009 y es coautora de Youth Activism and Solidarity: The Non-stop Picket Against Apartheid, 2017. Es comentadora sobre lo relacionado a Cuba para los principales medios. En su libro más reciente We Are Cuba! amplía el tema vertido en este artículo.
- Traducción: Gabriela Iraheta