En la tarde de ayer, el oficialismo presentó en la Cámara de Diputados de la Nación el proyecto para un impuesto a las grandes fortunas, denominado “Aporte Solidario y Extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia”, que alcanzaría a más de 12 mil personas. Repasamos algunas características del proyecto.
Por Agustín Bontempo / @agusbontempo – Foto por Kresta Pepe
En abril de este año, cuando se atravesaban las primeras semanas de cuarentena producto de la pandemia, el gobierno nacional dio indicios de que estaba desarrollando un proyecto de ley para establecer un impuesto a las grandes fortunas, encabezado por Máximo Kirchner y Carlos Heller. Sin mayores precisiones de aquel plan, sí comenzaba a instalarse la idea de que ante las consecuencias económicas y sociales que generaría la pandemia en Argentina y el mundo, se haría indispensable pensar un financiamiento alternativo a la emisión monetaria, principal recurso adoptado por el gobierno para paliar la crisis.
Aquel proyecto siempre se demoró. En el medio, la bancada del Frente de Izquierda Unidad hizo la presentación de un proyecto que no fue tratado, así como también diferentes sectores sociales y políticos comenzaban a empujar la necesidad de un aporte extraordinario de esas características.
El debate tiene un anclaje muy claro. De un lado están los efectos de la pandemia que se suman a una crisis estructural que durante los cuatro años de gestión macrista crecieron aceleradamente: mayor desempleo, mayor nivel de empleo no registrado, crecimiento en los índices de pobreza, aumento de personas en situación de indigencia, endeudamiento, devaluación monetaria, pérdida de poder adquisitivo, cierre de Pymes y comercios y una larga lista de adversidades más que atravesó la población. Con la pandemia, estos números tendieron a profundizarse.
Del otro lado, están quienes ganaron como nunca antes. Según la Campaña No Tienen Coronita, durante la gestión macrista los especuladores fugaron 88 mil millones de dólares (buena parte de esta fuga financiada con endeudamiento público), los bancos obtuvieron ganancias por aproximadamente 25 mil millones de dólares, las principales empresas energéticas obtuvieron ganancias de alrededor de 5 mil millones de dólares a fuerza de tarifazos y las agroexportadoras, solo gracias a la quita de retenciones, ganaron más de 4 mil millones de dólares.
Es decir que de un lado y del otro, se acentuó una condición preexistente ampliando la brecha entre los que más tienen y los que menos tienen. Claro está que no hablamos de quienes trabajaron mucho versus quienes no trabajaron nada. Ese debate escolar no tiene asidero.
En un escenario de agudización de la crisis, comenzó a escalar la necesidad de un impuesto extraordinario a las grandes fortunas nuevamente, muchas de ellas en manos de estas personas que, lamentablemente, no tienen registrados esos valores gracias a la evasión impositiva y la existencia de paraísos fiscales. Sin embargo, sí tienen algo que aportar para que el peso de la crisis no caiga solamente en las espaldas del pueblo trabajador.
¿De qué consta el proyecto?
El proyecto es por un impuesto extraordinario a grandes fortunas. No es más ni menos que eso. No es un impuesto progresivo y permanente a quienes más poder adquisitivo tienen ni es un impuesto al salario de las y los trabajadores. Insistimos en este punto para tener claridad sobre qué estamos discutiendo.
¿A quiénes alcanza?
Se supone que son más de 12 mil personas quienes deberán pagarlo.
1-Personas residentes en el país que la totalidad de sus bienes aquí o en el exterior, sean valuados en 200 millones de pesos o más, sin deducción de mínimo no imponible alguno, al 31 de diciembre de 2019. Las personas de nacionalidad argentina cuyo domicilio o residencia esté en el exterior, ubicado en países no cooperantes o jurisdicciones de baja o nula tributación, también serán alcanzados.
2-Personas residentes en el exterior que tengan bienes en el país valuados en 200 millones de pesos o más, sin deducción de mínimo no imponible alguno, al 31 de diciembre de 2019.
¿Cómo se determinan los bienes?
Cómo indicábamos en el apartado anterior, aquel dinero que no está registrado naturalmente no puede ser alcanzado por un impuesto. Por tal motivo, las personas que deberán pagar este impuesto son aquellas que tengan bienes declarados, aportes en trust, participación en fideicomisos, fundaciones de interés privado, sociedades u otros entes de cualquier tipo sin personalidad física y participación directa o indirecta en sociedades de cualquier tipo, registrado hasta el 31 de diciembre de 2019.
¿Cómo se calculan los aportes?
Según los bienes declarados. El piso de 200 millones de pesos pagarán una alícuota del 2%. Quienes tengan bienes por 3 mil millones de pesos les corresponde pagar un 3.5%. La alícuota aumenta si los bienes están situados en el exterior.
¿Lo recaudado tiene algún fin determinado?
Si. A diferencia de lo que sucedió con el endeudamiento con el FMI que sirvió casi exclusivamente para la fuga de capitales, el presente proyecto contiene la orientación de los recursos recaudados. Por supuesto, nos corresponde la tarea de fiscalizar su correcta aplicación.
En este caso son 5 los sectores:
1-Un 20% estará destinado al sistema sanitario, ya sea para compra de equipamiento, elementos de protección, medicamentos, vacunas e insumos en general.
2-Un 20% será para subsidios a micros, pequeñas y medianas empresas, con el principal objetivo de garantizar el salario de las y los trabajadores.
3-Un 20% se destinará a becas del programa Progresar en el marco del Ministerio de Educación, con el objetivo de proporcionar un incentivo económico a estudiantes.
4-Un 15% corresponderá a los habitantes de barrios populares, con el fin de avanzar en programas de urbanización e integración urbana.
5-El 25% restante será destinado a programas de exploración, desarrollo y producción de gas natural.
Finalmente, el proyecto establece que el Poder Ejecutivo Nacional debe garantizar una distribución federal de los recursos.
Apuntes mirando al futuro
El proyecto por un impuesto extraordinario a las grandes fortunas es sumamente correcto. No es el fin de estas líneas avanzara en un debate estructural, pero es importante recordar que las personas no son más ricas o más pobres por pura decisión, sino que estamos atravesados por situaciones estructurales que de alguna manera nos determinan. En un país muy desigual impositivamente (el mejor ejemplo es el 21% del IVA que se paga en cientos de productos y que es igual para toda la población, sin importar su situación económica), este impuesto viene a hacer algo de justicia.
Sin embargo, tal como lo establece el proyecto como así también los debates en torno al problema, no hace más que paliar una situación crítica particular.
Por ejemplo, la campaña No Tienen Coronita a la que hacíamos mención, destaca que con este impuesto se pueden pagar cuatro meses de IFE para 8 millones de personas o comprar 260 mil respiradores, es decir, soluciones para la coyuntura que están alcanzados por este proyecto de ley. Pero también habla de que se puede triplicar el presupuesto en salud o duplicar el monto de la AUH por un año, es decir, atacar problemas estructurales de nuestro país.
Sin embargo, claro está, la condición de “extraordinario” establece límites que, de cara hacia el futuro, deben ser resueltos. Es importante seguir avanzando contra quienes fugaron casi 90 mil millones de dólares y que ese dinero esté al servicio de las necesidades de la población. Si los bancos van a seguir ganando millonadas exorbitantes, que deban cumplir con créditos hipotecarios a tasas que sean razonables para el salario de un trabajador promedio. El sistema impositivo general debe avanzar de una manera donde quienes más tienen, realmente paguen más. La pobreza es una situación que puede ser opción pero nunca es decisión y las consecuencias de la misma solo pueden ser subsanadas con mayor igualdad y distribución real de la riqueza.
En esta instancia, es importante que podamos empujar por la sanción y aplicación de este impuesto extraordinario a las grandes fortunas. Que también sea el piso para una transformación mayor.