Por Bycho Costa
“Ricky Espinosa: el documental” recorre los pasos de la carrera del líder de Flema a través de testimonios de familiares, colegas y amigos, y busca rescatar su obra dejando de lado la figura de punk descontrolado.
Desde su muerte en 2002, la figura de Ricky Espinosa no dejó de estar presente; ya sea porque se publicó su biografía, porque algún periodista decidió recordarlo en un nuevo aniversario, o porque Flema volvió a los escenarios. Ahora, “Ricky Espinosa: el documental”, vuelve sobre él para rescatar su costado de compositor, artista y amigo.
El proyecto realizado por Juan Pablo Duarte, publicado en forma gratuita en Youtube, recorre casi en orden cronológico los inicios de Ricardo en la música, hasta su conversión en figura fundamental de la historia del punk y el rock nacional. Ricky entró a la banda como guitarrista y terminó poniéndole voz a siete discos de Flema. Pero como no le era suficiente, además editó dos discos con Flemita, y uno solista, que es -sin dudas- la obra en la que más se refleja. Artista prolífico, al momento de su muerte dejó proyectos discográficos sin terminar.
“El documental surge porque al pasar los años no vi nada que lo homenajee como Ricky se merecía. No sé si yo era la persona más indicada, pero me animé a hacerlo, todo de manera autogetionada y sin fines comerciales, sólo a modo de homenaje. Podría haber sido más profesional, pero conlleva mayores gastos económicos. Yo no fui amigo de Ricky, soy simplemente un admirador de su trabajo”, explicó Juan Pablo Duarte en diálogo con Marcha Noticias. El proyecto comenzó a principio de 2014 con la autorización de la familia Espinosa, “de no haber sido así no existiría”, afirma el autor.
Desde lo audiovisual el trabajo de Duarte presenta testimonios pegados por corte directo, fotos y viejos videos; no hay separadores ni otros elementos, la historia artística de Ricky avanza con las respuestas de los entrevistados. El valor que tiene el documental es, precisamente, algunos de los testimonios, en especial el de Orlando, el padre de Ricky. El relato presenta a un tipo salido de un barrio humilde de Gerli, que no tenía prejuicios para llevar adelante sus proyectos. Seguidor del heavy metal, encontró en el punk un lugar para expresarse libremente, aún cargando con los prejuicios de la misma escena: pasan las imágenes y Ricky sale maquillado, con pollera, con corte stone, teñido, siempre desafiante.
Los testimonios de sus excompañeros de banda, como Fernando Rossi (actual cantante de Flema), Diego Piazza (ex baterista de Flema), El Hongo (ex bajista de Flemita); compañeros de ruta como Mantu (cantante de Bulldog), Curly Curley (ex guitarrista de Sin Ley), y Chary (cantante de Loquero), dan cuenta de la génesis de cada uno de los proyectos de Ricky. Meche, la ex novia, destaca que él se involucraba en el arte de las tapas y los videos, y aporta una yapa: un video inédito del tema “Viejo y cansado” que grabaron con Ricky. Orlando recuerda los cassettes que su hijo editaba, cómo distribuía en persona los discos. Era la autogestión como parte del proyecto artístico.
Quizás el tramo fallido del documental sea el que carga contra el libro “Ricky de Flema: el último punk”, del periodista Sebastían Duarte (ninguna relación entre un Duarte y otro), porque según el director y los testimonios, presenta a un Ricky parcial, reflejando sólo su costado de descontrol de drogas y alcohol. Con un mensaje tan propio y claro, esos minutos se corren el eje. “Eso se fue dando. Charlando con los entrevistados algunos quisieron hacer su descargo respecto a ese libro, considerando que hasta el momento no habían tenido el espacio para hacerlo, en especial la familia Espinosa que no autorizó ese libro y lo considera desagradable. A diferencia de un libro, aquí cada entrevistado pone la cara, eso no hay cómo refutarlo”, explicó Duarte. Otro punto incómodo en el relato es la declaración de Fernando Rossi sobre mantener el recuerdo al seguir tocando, como intentando legitimar la vuelta de la banda sin su elemento esencial: el propio Ricky declara en video que “el 99 por ciento de las canciones” eran compuestas por él.
La figura de Orlando, el papá, aporta anécdotas y frases conmovedoras sobre Ricky como persona y su relación padre-hijo. Por ejemplo -y dejo lo mejor para que lo vean-, recuerda que Omar Chabán llamaba para saber cómo estaba Ricky, y en una de las conversaciones convenció a Orlando para que vaya a ver un show de su hijo, porque nunca lo había hecho. Chabán les mandó un remis a los Espinosa. “A mi me gustó verlo”, dice Orlando. También relata la discriminación que sufrieron por parte de las casas velatorias cuando su hijo falleció, y cómo cambió su mirada sobre los punks.
Ricky Espinosa tiene elementos en su personalidad, en su obra, y en su muerte que lo hacen perfecto para convertirlo en mito, pero ese pasaje es difícil de cumplir porque era demasiado real como para convertirse en algo con sesgos de ideal. “Cada palabra que él cantó la vivió. Era un compositor de su propia realidad, no hubo nada de ficción en Ricky. Fue una persona muy honesta”, resume Julián Ibarrolaza, cantante de Embajada Boliviana. “Ricky Espinosa: el documental”, es una pieza importante para acercarse a una figura tan compleja. Una forma menos cruda de verlo para los que no lo conocían, otro costado para los que saben de su lado salvaje, y una invitación a las lagrimas para quienes vibraron con su insoportable voz y sufrimiento.