Por Natalia Revale
Entre el 1 de abril y el 22 de mayo se realizará la muestra Otro Cartel Mexicano en radio La Tribu. Más de 20 años de trabajo de diversos colectivos artísticos reflejados en un mismo espacio. Una de sus curadoras nos cuenta cómo se gestó esta iniciativa y qué podemos ver allí.
Recorridos gráficos
Hace ya cinco años, a través de los compañeros de la Red de Solidaridad con Chiapas, conocí a Gustavo Chávez Pavón, muralista mexicano que desde hace tiempo deja sus huellas en las paredes de los caracoles zapatistas. Este encuentro derivó al año siguiente en una gira muralista por la Argentina en diferentes espacios culturales, universidades, barrios del conurbano y un poquito más allá: Tandil, Mar del Plata y Rosario. De esta experiencia surgió también una invitación a pintar en tierras mexicanas y a conocer talleres y colectivos de gráfica.
Estando en México, me di cuenta de que el muralismo, que en algunos circuitos tradicionales de arte es tratado como una disciplina del pasado, es algo que rescatan muchos artistas que trabajan en comunidades hoy en día, y lo que más me llamó la atención fue la actualización de la tradición gráfica, en particular lo que llaman gráfica de lucha. Empecé a visitar casas y talleres de artistas, colectivos e investigadores, guiada de boca en boca fui haciendo mi propio recorrido por las imágenes impresas del México rebelde.
Conocí talleres que se gestaron a partir de la rebelión popular de Oaxaca en 2006. Uno de ellos fue ASARO –Asamblea de Artistas Revolucionarios de Oaxaca–, conformada por artistas que empezaron a producir con relación a los conflictos existentes en esa ciudad. También otros como Lapiztola, Arte Jaguar y La Curtiduría, cada uno con sus particularidades.
En su mayoría trabajan esténcil, serigrafía y xilografía. Es llamativa la vigencia de la xilografía y las dimensiones en las que la llevan a cabo: impresiones en soportes baratos como el papel sulfito para pegatinar en la calle, grabados de casi dos metros impresos para pegatinas, la cantidad de colores en diferentes pasadas. Todos estos elementos, junto con el oficio y la destreza técnica, vuelven refinada al extremo una gráfica pensada como de combate.
En Chiapas conocí el taller Gráfica de Lucha, que tiene un componente multiplicador: se encarga tanto de enseñar serigrafía como de organizar talleres en comunidades u organizaciones interesadas. La idea es la producción conjunta, más que por encargo. También generan diseños en colaboración.
Producen fundamentalmente carteles, pero también remeras, bolsos y calcos. Lo interesante es la forma que tienen de autogestionarse y solventar su producción: destinan gran parte a la difusión callejera y distribución gratuita en organizaciones y comunidades, así como a personas que vienen de otros lugares. Se aseguran de imprimir una cantidad suficiente para ello, así como para vender y con eso seguir produciendo.
En el DF, visité la Escuela de Cultura Popular Mártires del 68, que surge para el 20° aniversario de la masacre de Tlatelolco. Un proyecto pensado desde la educación popular y la formación de trabajadores culturales multidisciplinarios comprometidos con su tiempo. En La Mártires funcionan talleres de grabado, serigrafía y encuadernación, y conviven varios grupos, como Mujeres grabando resistencias y Colectivo Sublevarte. Trabajan con convocatorias de campañas gráficas, amplias, con pautas y temáticas determinadas, hacen carpetas con serigrafías seriadas que entregan a espacios específicos o para la venta, también hacen impresiones en offset para distribuir masivamente.
El material que hoy exponemos en la muestra Otro cartel mexicano, gráfica política del México actual –una selección de producciones de estas experiencias– son fundamentalmente serigrafías, xilografías y afiches que tienen diversa procedencia (muchos fueron regalos, otros los compré y algunos también son producto de trueques que de alguna forma pertenecen a una colección personal) que recibí desde la confianza y con el compromiso de hacerlos circular con cuidado y responsabilidad.
¿De qué habla el cartel?
No fue hasta que pisé México que pude dimensionar lo que implica vivir pegado a Estados Unidos. La mirada hacia el norte, las expectativas de trabajo, de cruzar una frontera buscando una vida mejor… todos los problemas están exacerbados, la imagen de la topadora es real: un enemigo que arrasa, desaloja, explota por petróleo, esclaviza con el narco, limpia las tierras y los cultivos. Estados Unidos espeja la antítesis de cualquier deseo revolucionario.
El mapa es complejo: relatos de cada pueblo en resistencia, las luchas históricas de los del sur pero también las de las comunidades del norte con nuevas formas de organización, se representan en la serie Imágenes contra la guerra y el neoliberalismo.
El caso Ayotzinapa, la punta visible de una sistemática violación de los derechos humanos por parte de un narcoestado, permitió despertar conciencias de un sector más amplio, que a la vez se mezcla con sectores del pensamiento cultural que empiezan a querer dar un cierre al caso para restablecer el manto de impunidad cotidiano. Por eso otro de los ejes de la muestra hace hincapié en las voces que piden justicia por Ayotzinapa, pero que también denuncian la represión hacia el que piensa diferente, la violencia policial, los asesinatos, desapariciones, amenazas y torturas del narcoestado en general.
En la exposición hay material también de la Campaña callejera Vivas nos queremos, que motoriza la colectiva Mujeres grabando resistencias. Consta hasta el momento de 16 diseños realizados en xilografía y reproducidos en offset en mayor formato. El eje principal es visibilizar los feminicidios y todo tipo de violencias hacia las mujeres. El nombre que han elegido, en directa relación con la consigna de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, demuestra la necesidad de unificar las denuncias.
Es interesante señalar cómo aquí convive la xilografía como única técnica para el conjunto, así como también la inclusión de un hashtag, en un diálogo permanente entre tradición, experimentación y diseño gráfico actual.
La violencia de género, pero también el repudio a todo tipo de violencias, se traduce en una de las consignas que se repite en los carteles: La autonomía es la vida, la sumisión es la muerte, en donde se ven expresadas las resistencias de pueblos como Atenco, Copala, Cherán, o las comunidades zapatistas. La defensa del territorio, el despojo de los recursos naturales, el desalojo de tierras ancestrales, la vulneración de derechos a los pueblos originarios, la megaminería, la contaminación del agua, el aire, la tierra, el alimento, la tala de bosques, la privatización y destrucción de centros ceremoniales. El concepto de autonomía, como desconocimiento total del Estado, es sostenido por comunidades que han sido explotadas, masacradas, a las que no se las escucha y se vulnera en sus derechos básicos. Reivindicando su libertad, muchísimas comunidades vienen proyectándose y organizándose de forma autónoma, generan sus propios recursos en torno a la alimentación, forma de gobierno, salud, educación, y donde el control del territorio es fundamental para sostener estos procesos.
Todo esto puede encontrarse en esta muestra llamada Otro Cartel Mexicano, gráfica política del México actual, que comienza el lunes 1 de abril en la radio FM La Tribu (Lambaré 873, Ciudad Autónoma de Buenos Aires) a las 19.30 horas, y se mantendrá abierta al público hasta el 22 de mayo.